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Inmigrante comparte historias y el pan de cada día

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Ignacio Flores dejó atrás a su esposa y a sus dos hijos en México en busca de una vida mejor. Él ha trabajado como panadero toda su vida, un oficio que…

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Ignacio Flores, de 37 años de edad, es originario del estado mexicano de Veracruz, y ha vivido en Filadelfia durante los últimos seis años.  Foto: Samantha Madera

Ignacio Flores, de 37 años de edad, es originario del estado mexicano de Veracruz, y ha vivido en Filadelfia durante los últimos seis años.

Él decidió mudarse a EE.UU. debido a la situación económica en México y a la dificultad que tenía para cubrir los gastos y necesidades de su familia. 

"La verdad es que la economía en mi país es difícil, y si no tienes una buena educación y preparación, y no tienes un buen trabajo y un buen salario, es aun peor", dijo Flores. "A veces te va bien pero no siempre es suficiente". 

Flores dejó atrás a su esposa y a sus dos hijos en México en busca de una vida mejor. Él ha trabajado como panadero toda su vida, un oficio que aprendió desde pequeño. 

Hace dos años viajó a su país a visitar a su familia. Aunque le dio gusto verlos, al ver la situación en la que su país se encuentra, no le quedaron ganas de volver. Por el contrario, prefiere trabajar y proveer para su familia desde EE.UU. mientras pueda hacerlo. 

Mientras que de ida tomó un avión, el regreso a Estados Unidos fue una de las experiencias más difíciles de su vida.

"Me tomó un mes entero llegar aquí. La primera semana en Aguas Prietas, luego dos semanas enteras en el desierto, y una semana más antes de llegar. No tengo el mínimo deseo de regresar a México después de eso", dijo Flores.

Él espera que la propuesta de reforma migratoria presentada recientemente por el llamado 'grupo de los ocho' en el Senado le permita eventualmente poder viajar a México y volver a entrar a EE.UU. sin complicaciones.          

De hecho, dijo que si no es así, no volvería a cruzar la frontera ni mucho menos le pediría a su familia que lo hiciera.

"No es una situación ideal", dijo Flores. "Con una reforma tal vez podría volver a visitar a mi familia".

La segunda y última vez que cruzó la frontera fue mucho más difícil que la primera, que ahora le parece relativamente fácil por comparación. Según él, este es un reflejo de como las cosas en la frontera han cambiado.

"Cruzar la frontera no es nada fácil. Es horrible. No tienes contacto con tu familia. Te quitan el teléfono y estás completamente aislado", dijo Flores en referencia a quienes lo guiaron en su paso por la frontera.

Para él lo más difícil de ser indocumentado en EE.UU. es la forma en que algunas personas ven a los inmigrantes. 

"Mucha gente debería saber que aunque somos inmigrantes, también tenemos derechos y necesidades, como servicios médicos o apoyo legal", dijo Flores.

Por otra parte, está el temor a la deportación, que según él lleva a muchos inmigrantes indocumentados a mantener un bajo perfil y quedarse en casa, o a no buscar ayuda médica aunque la requieran. 

Él mismo lleva una vida tranquila. Cuando no está trabajando, pasa el tiempo con su cuñado o con sus amigos, todos ellos de Veracruz.

Tamara Jimenez, amiga y compañera de trabajo de Flores, habló de su colega.

"Lo he conocido desde hace unos cinco o seis años. Él es un hombre muy trabajador que ha dedicado su vida precisamente al trabajo", dijo Jimenez. 

Flores forma parte de la organización Movimiento Nuevo Santuario, a través de la cual se ha involucrado y aprendido más en materia de inmigración. 

Él espera que el trabajo que hace en esta organización, sea un granito de arena para la aprobación de una reforma migratoria que le permitiría visitar a su familia más seguido. Incluso sueña con traerlos a Estados Unidos. Mientras tanto, él seguirá trabajando en el norte de Filadelfia, en la misma panadería que cuando recién llegó a la ciudad.