Ignacio Ibarzábal, tratando de aprender a amar juntos
Ignacio Ibarzábal es una de esas personas que tuvo el privilegio de conocer a Jorge Bergoglio cuando sólo era eso, el padre Jorge. Entonces, este abogado argentino ya trabajaba fomentando el desarrollo social sustentando en las familias. Tiempo después, ambos tuvieron una nueva oportunidad de reunirse, pero esta vez en el Vaticano, cuando fue invitado a participar en el congreso interreligioso Humanum sobre el matrimonio.
Ignacio Ibarzábal es una de esas personas que tuvo el privilegio de conocer a Jorge Bergoglio cuando sólo era eso, el padre Jorge. Entonces, este abogado argentino ya trabajaba fomentando el desarrollo social sustentando en las familias. Tiempo después, ambos tuvieron una nueva oportunidad de reunirse, pero esta vez en el Vaticano, cuando fue invitado a participar en el congreso interreligioso Humanum sobre el matrimonio. La preocupación y el trabajo de ambos en el ámbito de las relaciones familiares es lo que les vuelve a unir en Filadelfia en el Congreso Mundial de las Familias, a donde Ibarzábal acudirá para formar parte de la sesión “Las familias, un regalo para la sociedad” del día 22 de septiembre.
El interés de Ignacio por esta cuestión comenzó en su época universitaria. “Mi inquietud surgió con un grupo de universitarios en Buenos Aires”, afirma. Entonces, veía “crisis en nuestras familias” a la vez que se sentía desubicado y “con la sensación de que existía una gran confusión en la sociedad acerca de quién nos puede ayudar para tener familias sólidas y sostenibles”. Con el tiempo, lo que era una preocupación personal se convirtió en Grupo Sólido, la fundación que preside a pesar de que este año un máster de educación en Boston le tenga algo alejado de sus responsabilidades.
Según Ibarzábal, desde Grupo Sólido consideran que la sociedad actualmente está sufriendo una “tremenda crisis de fragmentación familiar”. Pone como ejemplo el alto índice de divorcios, algo “completamente impensable” para él “porque la gente no se une para separarse, se une para permanecer unida”. “Algo grave está pasando que no estemos pudiendo cumplir esos anhelos fundamentales en una proporción tan grande”, afirma. Es por eso que desde su fundación quieren sacar a colación el debate sobre el rol de las familias. Para él, “tenemos que dejar de mirar para otro lado, es hora de que encaremos el problema porque es claro que el fracaso de estas relaciones tienen un impacto social negativo”.
Así, la fundación apuesta por la educación como forma de revocar esta situación: “realmente se trata de juntos aprender a amar, algo que actualmente está ausente del debate público de hoy”. Aunque empezaron en Argentina, en la actualidad trabajan en toda Latinoamérica y también en España. “Lo que hacemos es promover relaciones saludables en la juventud para promover familias sostenibles”, explica el abogado. A través de giras, cursos en Internet y trabajando con las redes sociales, en Grupo Sólido trabaja en la formación de padres, docentes, jóvenes y líderes sociales por el cambio.
Ibarzábal celebra que las familias sea una línea muy importante en el pontificado de Francisco, que “en su magisterio hace menciones recurrentes a temas importantes como por ejemplo la opción definitiva en el amor y cómo hay que animarse a dar ese salto”. Para él, lo que es “muy encomiable” es la manera en la que “está poniendo sobre la mesa una serie de cuestiones y generando un espacio para nuevos debates” y para crear alternativas para poner “a la Iglesia Católica al servicio de las familias”. Sin embargo desde su propuesta de “la educación por el amor”, las soluciones no deberían estar sólo centradas en cosas como la pastoral para divorciados, “paliar los fracasos”, sino que también deberían atacar a la “raíz del conflicto”: “Si no lo hacemos, esta situación se va a repetir indefinidamente, por eso lo que necesitamos es de alguna manera recuperar el fuego sagrado, que tiene que ver con el amor humano”. “El gran desafío en nuestros tiempos es lograr que el amor humano sea una posibilidad real, que la permanencia en el amor sea alcanzable”, apunta.
“Espero que la visita del Papa a Filadelfia sea un gran bálsamo de fe para todos”, comenta Ibarzábal. Concluye con una frase que es casi una apuesta, la esperanza de “un gran renovamiento de la fe y del entusiasmo de los fieles que viven en los Estados Unidos” tras el viaje de Francisco I.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.