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"Entrar Ilegalmente no es tan fácil como parece"

"Me arriesgué porque pensé que sería fácil, pero pasar seis meses de mi embarazo tras las rejas sin el apoyo de tu familia, no es nada bueno".        

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"Nunca pensé que fuera tan difícil devolverme a mi casa... nunca pensé que estaría en una cárcel",  recuerda Lety Corral, una inmigrante de Lima, Perú.

A los 7 años, sus padres la llevaron de vacaciones a Disneylandia en California. "Se supone que estaríamos solamente una semana de vacaciones... después nunca regresamos a casa, fueron las vacaciones más largas".

La hispana creció en California, estudió en Los Angeles, mientras sus padres trabajaban en un restaurante y en un autoservicio, y de estudiante supo que no podría acudir a la universidad.

"Terminé la 'high school', fui de las alumnas de mejor nivel académico. Llegó el día que tanto esperaba, escoger la universidad... pero no sabía que nunca lo podría hacer por falta de papeles", relata.

"Un día, mis padres dijeron que necesitábamos hablar, que íbamos a regresar a Perú. No podía creer que todo lo iba a dejar atrás".

Ella accedió a ir a Perú, pero después de estar en su tierra natal por dos meses se dio cuenta de que estaba embarazada y volvió a Estados Unidos. "Mis padres no querían dejarme ir sola de regreso".

"Pensé que era algo fácil, pensé que podría cruzar así nada más... mi novio, un estadounidense, me dijo que me esperara que él me iba a arreglar papeles, pero yo no le creía... así que mejor decidí hacer todo por mi cuenta". 

Relata que no quería caminar por desierto, ni correr. Alguien le había recomendado una "mejor" manera de cruzar. "Se trataba de comprar una visa de turista, no era caro y sonaba fácil". 

Lo único que ella tenía que hacer era llegar a México y comprar una visa a unos coyotes que le dirían cómo tenía que vestirse y qué decir a los agentes de inmigración en la aduana del cruce fronterizo en Tijuana. "Sonaba fácil", sólo pagaría $300 dólares por la visa, más $1.800 para que luego, ya en EE.UU. , los coyotes la subieran a un avión hacia los Ángeles (CA), en donde la esperaría su novio. 

"Iba vestida como nunca, llevaba tacones rojos y un vestido blanco. Tenía que parecer que iba de compras, pero sobretodo parecerme a la persona de la foto que estaba en la visa... ni yo me la creía... yo era idéntica a la de la foto, como si fuéramos la misma persona". 

Cuando Corral llegó a Tijuana (México), hizo una fila de aproximadamente dos horas para llegar a la aduana del lado estadounidense en San Ysidro para cruzar el puente. "Estaba tan nerviosa, iba uno de los coyotes, y detrás de él íbamos siete personas con visas falsas, y otro coyote al final de los siete".

Cuando llegó su turno todo parecía normal, excepto una cosa. "'Siguiente', dijo el oficial de la aduana. Yo pasé, le entregué mi visa y me preguntó a dónde iba. Le dije que iba de compras. Él me dijo que cuánto dinero traía y le respondí que $100 dólares... él se me quedó viendo fijamente... '¿Cuándo cumples años?' Y le dije que el 5 del 11 del 84, esa era la fecha que tenía la visa... él me preguntó de nuevo la edad y le dije veinte. Me equivoqué, se supone que debería de tener 24. Me puse nerviosa porque supe que había hecho algo mal y el gringo dijo 'acompáñame'". 

Corral dice que el aduanal la llevó hacia las oficinas y la sentaron, a los pocos minutos vio a la otra indocumentada que venía tras de ella.

"Me metieron a una oficina, me pidieron que vaciara mi bolso... yo sólo rezaba para que no me hicieran nada. No me hablaban, ni me explicaban nada, sólo me daban órdenes. Después de una hora entró un agente de inmigración y me dijo 'señorita, sabemos que usted no es la persona de la visa  yo le dije 'perdón, claro que sí soy, por qué dice que no', y me dijo ' no insista, sabemos que no es, acéptelo, de lo contrario se meterá en problemas'. Yo le repetí 'soy yo...' él se dio la vuelta y se fue". 

Después de tres horas en las oficinas de inmigración, un agente se le acercó nuevamente y le pidió que aceptara que ella no era la de la foto.

"Les dije una y otra vez que era yo, hasta que por fin uno de ellos se acercó y me dijo 'sabemos que no es usted, primero porque su nariz está un poco diferente, segundo porque cuando una mujer va de compras lleva más dinero, tercero porque la dueña de esta visa está muerta'. Cuando me dijo eso yo me solté llorando de miedo... no sabía qué hacer, y dije la verdad, pero les di un nombre distinto al del coyote". 

Cuando la liberaron le dijeron que no lo intentara de nuevo, que si la descubrían, la encarcelaban", ella se regresó a Tijuana, pero no se dio por vencida. 

"Volví al lugar en donde me vi con los coyotes la primera vez, les dije que  quería volver a intentar y ellos accedieron. Me dijeron que tenía que esperar al menos tres días para que a los agentes de inmigración se les olvidara mi cara... y así fue". 

A los tres días, Corral se encontraba haciendo nuevamente una fila para cruzar. Ya eran menos personas con visas falsas, solamente tres. "Estábamos ahí nuevamente, me sentía mejor, sentía que sería más fácil. Cuando era mi turno, me dijo una oficial, 'next', ahí estaba yo, pasé, y ella me sonrío y me dijo 'a dónde se dirige', le  contesté que de compras... la escuche hablar en inglés con otro agente, no era nada bueno... el agente sacó una hoja... era mi cara. Sólo escuche 'turn around', me esposaron y me metieron a las oficinas nuevamente... no lo podía creer".

Corral duró seis meses en la cárcel en San Diego (CA). después fue deportada a México, en donde finalmente su novio la esperaba para pasar el último mes de su embarazo juntos. 

"Finalmente pagamos un abogado, varias multas al gobierno federal de Estados Unidos para que yo pudiera regresar con mi familia (su esposo), aparte de pedir un perdón por haber tratado de entrar ilegalmente a EE.UU... Fue mucho tiempo y dinero perdido por no hacer las cosas bien desde un principio. Mi hija nació en la embajada de Estados Unidos de Tijuana y un año después llegamos a Filadelfia porque a mi esposo le dieron trabajo acá... Yo hace un mes que me hice ciudadana, pero sé lo que es arriesgarte por tener una mejor vid. Me arriesgué por que pensé que sería fácil, pero pasar seis meses de mi embarazo tras las rejas no fue nada bueno".