El inmigrante de Filadelfia que le ganó una batalla a ICE
Luego de permanecer casi un año refugiado en la Iglesia Metodista Unida del centro de la ciudad, Javier Flores García volvió a la libertad.
Javier Flores, el inmigrante indocumentado que tras los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre pasado decidió buscar refugio en la Iglesia Metodista Unida de Arch y Broad Street para evitar una deportación inminente, volvió a pisar las calles de Filadelfia este miércoles.
Lo hizo de la mano de su familia, con un grillete electrónico en su tobillo, y un proceso en curso para obtener una U visa; beneficio al que aspira tras haber sido víctima de un intento de homicidio en 2004 y de haber ayudado a las autoridades a capturar a los autores materiales del hecho, de acuerdo con un comunicado de la organización humanitaria Juntos.
“Estoy muy agradecido con todos los medios, con la comunidad y con la iglesia que me abrió las puertas, con Juntos, que estuvo en todo este proceso; pero más que nada le quiero agradecer a mi abogado [porque] si no hubiera sido por su esfuerzo, no hubiéramos logrado este triunfo que tenemos hoy en día de estar con mis hijos, con mi familia”, fueron sus primeras palabras, de cara a la calle.
Javier pasó poco más de 10 meses y medio en el templo religioso, lugar al que llegó buscando refugio cuando sobre él existía una orden de deportación. Esa orden quedó congelada luego de que Brennan Gian-Grasso, su abogado, lograra iniciar un proceso en 2015 para que se le otorgue una U visa: estatus temporal como no-inmigrante.
De acuerdo con Gian-Grasso, quienes solicitaron este tipo de visado en 2014, ya están empezando a obtenerlo, lo que le hace pensar que dentro un año Javier obtendría su U visa. “Después de eso él puede solicitar a la residencia”.
Para Érika Almirón, directora de Juntos, organización que acompaña desde hace dos años y medio el caso de Javier, este miércoles marca una victoria que, en sus palabras, demuestran que la resistencia y la unidad son las mejores armas para enfrentar estos tiempos de persecución.
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Por su parte, el reverendo Robin Hynicka señaló que la de Javier es ante todo “una historia de amor”, cuyas protagonistas son las mujeres que lo rodearon, protegieron y acompañaron durante todo este tiempo, empezando por su hija Ademarais, y su esposa Alma Romero.
Lo cierto es que el sacrificio de Javier empieza a arrojar frutos y sí, es una victoria desde donde se le vea, porque no muchos logran detener una orden de deportación, bloquear a ICE, y salir con una sonrisa a caminar libremente por las calles de la ciudad.
Javier llegó a Estados Unidos procedente de México. Se estableció en 1997 en Filadelfia. Fue deportado un par de veces. Regresó siempre por la misma razón: estar junto a sus seres queridos. En 2004 fue víctima de un asalto y un intento de homicidio. Antes de refugiarse en la Iglesia Metodista Unida, pasó 16 meses detenido en el Centro de Detenciones de York County.
Por ahora, Javier puede ir tranquilo. Dijo que lo primero que haría al llegar a su hogar sería “lo que quiere todo papá: caminar con sus hijos”. El reto que sigue es conseguir un trabajo y poder reconstruir una vida al lado de los suyos.
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