Creciendo con sangre carnavalera en Filadelfia
Desde hace una década la comunidad mexicana poblana se ha encargado de representar, inculcar y portar con orgullo la identidad carnavalera en Filadelfia.
Desde hace una década la comunidad mexicana poblana se ha encargado de representar, inculcar y portar con orgullo la identidad carnavalera en Filadelfia.
Hechos a mano y de elaboración artesanal, cada año las calles del sur de Filadelfia son recorridas por cientos de carnavaleros portando trajes tradicionales durante la celebración del Carnaval de Puebla, fiesta originaria y traída desde el municipio de Huejotzingo, localizado en ese mismo estado mexicano.
En Filadelfia el carnaval se ha realizado durante los últimos diez años, adquiriendo gran popularidad y haciendo historia, al haber formado parte de la “División de Filadelfia” en el desfile de los “Mummers” el año pasado.
El público y otros curiosos que por lo general no están familiarizados con la tradición carnavalera, asisten para admirar el espectáculo de los coloridos trajes y máscaras, bailando al son de la música mexicana desde muy temprano y hasta que cae la noche.
Está tradición simboliza el verdadero significado de la conmemoración del 5 de mayo, fecha que en México se celebra bajo un contexto histórico. La Batalla de Puebla ocurrida el 5 de mayo de 1862, fue un combate en el que México libró una heroica victoria contra la invasión del ejercito francés. Durante el carnaval, esta es representada a través de cinco trajes elaborados que conforman cinco batallones distintos que son el Zacapoaxtla, el Zapador, el Turco, el Francés o Suavo, y el Indio Serrano.
Aunque a primera vista pareciera que cada cual trae su propio ritmo, los pasos de cada batallón están fríamente calculados y en conjunto muestran la fusión de culturas mezcladas tras la batalla. Un homenaje que este año celebró en Huejotzingo la edición 146, y que se espera que en Filadelfia se transmita de padres a hijos como expresión de identidad por muchas generaciones más.
“Ser carnavalero no solamente es en abril durante el desfile sino todo el año. Es una forma de vida”, declaró en 2015 Edgar Ramírez, quien forma parte de la organización local “San Mateo Carnavalero”, la cual lidera la festividad en Filadelfia.
Aun así un factor muy importante en la celebración de esta tradición es la identidad que cada uno de los participantes adquiere a través del vestuario que eligen.
La creación de estos coloridos trajes puede tomar desde un par de meses y hasta un año, dependiendo de los detalles personalizados, con un costo que varía desde $15.000 hasta $40.000 pesos o más (entre $800 y $2.000 dólares o más).
“Ellos nacen y crecen con la sangre carnavalera. A todos los que conozco desde chiquitos visten a sus hijos de carnavaleros. Hay mucha gente que es de la Ciudad de Puebla y van a bailar. Les pregunto que por qué y me dicen que es algo que les nace, que se desestresan y que [es una experiencia] que les gusta vivir”, dijo Óscar Tlacuilo, dueño del negocio ‘Bordados Match’, localizado en la Ciudad de Puebla.
Por 15 años, este artesano de trajes se ha encargado de producir los laboriosos vestuarios tradicionales en el Carnaval de Huejotzingo. Actualmente ante la creciente tradición del carnaval por Estados Unidos, Tlacuilo cuenta con clientes no solo en Filadelfia, también en Nueva Jersey, California e Indianapolis.
ZAPADOR
“Ser carnavalero no se expresa con palabras sino con hechos, con baile y nada más. Es un sentimiento inmenso que no se puede describir, no podría expresarlo con palabras”, dijo David Piña, presidente de “San Mateo Carnavalero quien ha participado en esta tradición desde los 11 años en su natal estado de Puebla. Desde que comenzó a participar en el carnaval eligió portar el traje de “Zapador” porque siempre fue el que más le gustó. No fue hasta después que comprendió el profundo significado de cada uno de estos batallones.
“Para nosotros es muy importante llevar la tradición original con el mismo respeto y el mismo valor en este país. Tratando de llevarla con mucho cuidado para que tenga el mismo valor”, dijo Piña. “Estamos trabajando para que el carnaval sea más grande y enseñándoles a nuestros hijos su valor para que siga aumentando a través de los años”.
Por ahora ha mantenido la tradición de identidad en sus hijos de 14 y 8 años respectivamente, quienes también portan el traje de “Zapador”. Considerado uno de los trajes más costosos, Piña invirtió alrededor de $1.800 dólares en él. “Se puede hablar del costo del traje, pero ya simbólicamente para nosotros como mexicanos realmente lo que representamos no tiene valor. Es algo que va más allá de lo costoso”, agregó.
ZACAPOAXTLA
Aunque originario del estado de Oaxaca y no de Puebla, Edgar Ramírez sintió un interés casi instantáneo por la tradición del carnaval en Filadelfia.
“Después de diez años, ver la pasión y como ellos sienten y hacen las cosas pues uno se contagia. Definitivamente quieres ser como ellos porque tienen una fuerza natural, se sienten muy orgullosos de lo que es la tradición y uno se contagia”, dijo Ramírez.
Aunque ha formado parte del comité organizador desde la segunda edición del carnaval, no fue hasta el este año que marchó junto al resto de los carnavaleros. “Primero el día 1 de enero en el Desfile de los Mummers, y después en el décimo aniversario en abril pasado”, dijo Ramírez.
Su elección por el traje de “Zacapoaxtla” fue un poco sugerencia y otro tanto coincidencia, pues pensó que sería el que mejor le quedaría. Le tomó varios meses adquirir de forma separada los distintos elementos del traje, siendo el sombrero la pieza más laboriosa y costosa.
“El sombrero me costó $3.000 pesos (alrededor de $160 dólares). En total invertí $1.300 dólares en el traje entero”, dijo Ramírez.
TURCO
Gerardo Chico ha residido en Filadelfia por 14 años. La tradición del carnaval fue inculcada por su padre desde que tenía 6 años. Aunque su prime traje fue el de “Zacapoaxtla”, a partir de la adolescencia decidió adquirir la identidad de el “Turco”. “Me gustaba mucho. Para él, el batallón de “Zacapoaxtla” representaba a su padre, y el de los “Turcos” representaba juventud. Desde entonces ha sido su traje de elección.
“Para mí participar en el carnaval es algo que traigo en la sangre, es una tradición bien apegada a mi familia. Yo tengo 13 años que no he vuelto a visitar (Puebla), el sentimiento que tengo es el de recordar a mis raíces”, dijo Chico. “Es el único día que me siento libre, me olvido que estoy aquí y me transporto a mi pueblo natal”.
Aunque sus hijos nacieron en Filadelfia, tiene muy presente heredar la tradición a su familia para que “no se olviden de dónde viene su padre y qué hacía en su pueblo natal. Ellos ya se sienten identificados con el traje”.
ZUAVO
El batallón de los “Zuavos” fueron de los intengrantes más famosos del ejercito francés y de las fuerzas extranjeras que participaron en la batalla del 5 de mayo. A los integrantes de este batallón también se les conoce simplemente como ‘franceses’.
En la imagen aparece el carnavalero Adelaido Torres, miembro de “San Mateo Carnavalero” y organizador del carnaval en Filadelfia.
“El Cinco de Mayo es motivo de orgullo, pues las tropas mexicanas, menores en número, mal armadas y poco entrenadas derrotaron a los franceses, considerados entonces invencibles”, declaró Torres a EFE durante su participación en el décimo aniversario del carnaval en abril de este año.
“El carnaval mantiene vivo ese orgullo en los que emigraron hacia Estados Unidos hace media vida, y les permite inculcar la tradición a sus hijos, ya nacidos en el país”, agregó el carnavalero.
INDIO SERRANO
El batallón del “Indio Serrano” representa a valientes residentes provenientes de la región Norte del Estado de Puebla que valientemente participaron durante la Batalla de Puebla. Identificados también con el batallón de los “Zacapoaxtlas”, aunque este último si era conformado por soldados militares.
El traje de este batallón está caracterizado por incluir imágenes de la Virgen de Guadalupe en su gazne, adornos con perlas, listones y moños multicolores. A través del tiempo los miembros del carnaval cambiaron los ‘huaraches’ (sandalias) por tenis con moños de colores, multiplicaron pañoletas sustituyéndolas por los gaznes bordados.
En la imagen portando el traje de “Indio Serrano” aparece el carnavalero Sebastián Lorenzo, miembro de la organización “San Mateo Carnavalero”.
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