Ciudad de inmigrantes: ¿Bienvenidos y sin miedo?
The Welcoming Center for New Pennsylvanians y AL DÍA News presentaron “Immigrant Integration as an Economic Development Strategy”, un foro en el que seis…
Seis inmigrantes procedentes de siete países diferentes se dieron cita el pasado 17 de noviembre para compartir su perspectiva sobre la actual Filadelfia inmigrante.
Cada uno proviene de distintas tradiciones religiosas y sin embargo compartieron el escenario en el Museo Nacional de Historia Americana Judía, organizado por dos organizaciones multiculturales: The Welcoming Center for New Pennsylvanias y AL DÍA News.
Durante el panel de discusión, los siete inmigrantes hablaron sobre sus experiencias personales y qué fue lo que los trajo a Filadelfia desde tierras muy lejanas - desde China a Guatemala, Kenia a Palestina- así como la lucha común de integración no solo cultural, también a sistema económico de Estados Unidos. Sus declaraciones fueron seguidas por un discurso pronunciado por un hombre del sur de Filadelfia, descendiente de inmigrantes irlandeses, mejor conocido como el alcalde electo Jim Kenney.
Así es como Filadelfia se ve en noviembre de 2015.
Pero Philly, al igual que otras ciudades globales que viven en una era de terror, está lejos de ser una utopía inmigrante. En las últimas dos semanas, el actual alcalde Michael Nutter ha dado marcha atrás a una orden ejecutiva que limita la cooperación entre la policía local y agentes federales de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Días más tarde, a raíz de los ataques terroristas en París que dejaron un saldo de 129 muertos, la mitad de los estados en la Unión Americana se comprometió a cerrar sus puertas a refugiados sirios, relacionando así el acto terrorista directamente con la migración masiva en curso en Europa.
El gobernador Tom Wolf anunció rápidamente que las puertas de Pensilvania permanecerían abiertas a refugiados, mientras que Kenney dijo lo mismo. Sin embargo, la decisión encontró fuerte oposición política tanto en la ciudad de Filadelfia como en Harrisburg, la capital del estado.
Los dos incidentes comparten un temor común: que los inmigrantes, especialmente los indocumentados, representen tanto un peso económico como una amenaza a la seguridad pública.
Dicha retórica ha dominado la campaña electoral presidencial en el país desde el verano pasado, cuando Kathryn Steinle fue asesinada a tiros en San Francisco por un inmigrante deportado en cinco ocasiones identificado como Juan Francisco López-Sánchez. Y a raíz de los ataques terroristas recientes, los candidatos anti-inmigrantes han declarado su desconfianza tanto de inmigrantes del Oriente Medio como latinoamericanos.
Durante el evento de la semana pasada entre un público muy diverso, los panelistas expresaron su preocupación sobre el futuro de los inmigrantes en Filadelfia.
Entre las historias que compartieron, hubo relatos de fracasos y éxitos. De amor fraternal, de afecto y de agallas ‘filadelfianas’. Pero en ninguna había terror.
Una respuesta generacional a los refugiados árabes
Yasmine Mustafa y su familia llegaron a Estados Unidos como refugiados de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991. Sus padres eran refugiados palestinos que se trasladaron a Kuwait. Cuando las campanas de guerra sonaron, la familia Mustafa tuvo solo unas pocas horas para su oportunidad de escapar. Hicieron las maletas y fueron traídos a Filadelfia donde la familia tenía algunas conexiones de negocios. Yasmine tenía apenas ocho años de edad.
La Embajada de Estados Unidos les proveyó de un pequeño apartamento y una tanda de cupones de alimentos para unos cuantos meses, pero fuera de eso, la familia se encontraba sola a su suerte. Desafortunadamente no contaron con el apoyo de una comunidad árabe existente para ayudar con las barreras del idioma y para entrar en el sistema de negocios. Pronto, su estatus de refugiados se terminó —el resultado de la falta de información— y la mayoría de la familia se convirtió en indocumentada, según Mustafa.
Años más tarde a pesar de tratar de mantenerse debajo del radar, la familia de refugiados árabes comenzó a atraer la atención de la peor manera posible.
“Nuestra familia se enfrentó a una gran cantidad de problemas de inmigración después del 9/11”, dijo Mustafa. “La situación se hizo aun más difícil”.
El día después del 9/11, Mustafa llegó a su trabajo en el Turf Club Oaks y su manager le preguntó si “sabía cómo volar aviones”. Sus compañeros rieron incómodamente y Mustafa fue despedida ese mismo día.
Por otro lado su hermano Osama, también tuvo muchos problemas en los años venideros. Por un momento experimentó con cambiar su nombre en su currículo con el fin de encontrar un trabajo.
Incluso con un GPA de 3.8 en la Universidad de Temple, Mustafa no podía solicitar becas por no contar con la ciudadanía. Luego su padre abandonó a la familia llevándose con él la cuenta de ahorros.
Mustafa, su madre y hermanos trabajaron por mucho tiempo en delis, cafeterias y tintorerías con el fin de poder pagar las cuentas. Al igual que muchos inmigrantes indocumentados, no podían obtener préstamos bancarios hasta que establecieron una línea de crédito como residentes legales.
“Nos hicimos residentes en 2006. Por supuesto, usted tiene que esperar cinco años para convertirse en un ciudadano estadounidense. Yo me convertí en ciudadana el 19 de abril del 2012, a las 10:39 de la mañana”, contó Mustafa.
Hoy en día, Mustafa es una emprendedora social que aprovecha la tecnología para causas de conciencia cívica. Su última apuesta es la organización ROAR for Good, una compañía de tecnología de defensa personal portátil destinada a reducir la violencia contra las mujeres.
Hace unos meses, Mustafa participó en TEDx Philly y compartió su historia de inmigración, con especial énfasis en la idea de la “lotería del nacimiento”. Para ella, la actual respuesta de Estados Unidos hacia la crisis de refugiados de Siria es desgarradora.\
“Fuimos refugiados que fueron traídos aquí y abandonados”, dijo. “Ahora no puedo iniciar sesión en Facebook, sin escuchar todos los comentarios acerca que ‘no pertenecemos aquí y sobre ‘cerrar nuestras fronteras’”.
Hace algunas semanas el gobierno del presidente Barack Obama anunció que aceptaría 10.000 refugiados sirios durante el próximo año, un número insignificante en comparación con los países europeos mucho más pequeños. La semana pasada, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que obstaculiza el proceso de aceptar refugiados sirios en Estados Unidos.
“Espero que el próximo alcalde nos escuche aún más”
Como refugiado que huyó de la guerra civil no declarada en Guatemala en 1982, Manuel Portillo llegó a Estados Unidos escapando de la persecución política y la violencia, sólo para encontrarse aquí mismo luchando contra un nuevo tipo de conflicto.
“Luchando por mis derechos es como conseguí mi primer trabajo en este país. El gobierno de Reagan no reconoció a los inmigrantes centroamericanos como refugiados, a pesar de que llegaron como consecuencia de una guerra financiada por Estados Unidos”, dijo Portillo.
Entre Boston y Filadelfia, Portillo comenzó numerosas campañas en favor de los derechos de inmigrantes. Años después cuando por fin consiguió asilo político, ya se había convertido en un líder nacional entre la comunidad de refugiados de América central, con una estrecha colaboración entre inmigrantes indocumentados.
Actualmente dirige el programa de profesionales inmigrantes en The Welcoming Center for New Pennsylvanians.
“Cuando llegué aquí era indocumentado, un ‘extranjero ilegal’ o como sea que lo llaman hoy en día. Como pueden ver me he transformado en una persona más aceptable, al menos para algunas personas”, dijo Portillo a la audiencia.
Para el Guatemalteco, el cambio de la percepción pública de los inmigrantes es sólo la mitad de la batalla.
Luego está la cuestión de la integración económica. Además de conseguir puestos de trabajo para los recién llegados, también implica el acceso a servicios sociales, de educación y de salud. “Tenemos que dar a todas las comunidades un lugar en la mesa para tomar decisiones en conjunto con la ciudad”, dijo Portillo.
“No puede ser de otra manera. Los inmigrantes son una parte integral de nuestra sociedad y en Filadelfia estamos logrando una diferencia enorme”.
Como residente de Filadelfia durante 22 años, reconoce que la ciudad ha sufrido muchos cambios y que hoy es un momento crítico para los inmigrantes.
“Solo puedo esperar que nuestro nuevo alcalde, que se encuentra aquí con nosotros, nos escuchará y será muy abierto ... abierto con A mayúscula”, dijo Portillo. “Que nos escuche, como lo ha hecho hasta ahora, pero incluso aun más, ya que al escuchar es como involucramos a las personas”.
Según Portillo, a través de su experiencia la integración de inmigrantes también puede ser vista a través de la lente de la lucha política, que se da entre las personas en los márgenes de la sociedad y los que están en el poder.
“Tiene que haber un empoderamiento político, incluso para aquellos que como yo en algún momento no tuvieron el privilegio de contar con un pedazo de papel que especificara que pueden ser reconocidos como seres humanos”, concluyó.
“Personas de cualquier origen deben sentirse seguras, valoradas y acogidas. Es importante que Filadelfia permanezca como una ciudad acogedora a inmigrantes porque contribuyen económicamente, socialmente y culturalmente al crecimiento de la ciudad”
Peter Gonzales, presidente de The Welcoming Center for New Pennsylvanians
Un océano de voces
En la última década Filadelfia ha sido promovida como una ciudad global con el objetivo de resurgir como un destino clave de inmigrantes.
Los resultados del Censo 2010 mostraron grandes oportunidades para el crecimiento económico y la creación de empleo, ya que la ciudad aumentó su población por primera vez desde 1950, en gran parte debido al flujo constante de inmigrantes.
De acuerdo con el estudio Philadelphia Migration Project, entre los año 2000 y 2006 la población inmigrante en la región de Filadelfia aumentó a 113.000, casi tanto como los que habían llegado durante la década de los años noventa.
El estudio también encontró que las contribuciones de los inmigrantes a la fuerza laboral fue considerablemente alta. Casi el 75 por ciento del crecimiento de la fuerza laboral en la región desde el año 2000 es atribuible a los inmigrantes, en comparación con solo el 36 por ciento en la década de los noventa.
Si bien varias organizaciones e iniciativas han sido implementadas para hacer de Philly una ciudad acogedora para los recién llegados, la experiencia inmigrante varía enormemente de individuo a individuo.
El abogado y empresario de tecnología Dafan Zhang declaró que antes de haberse establecido, nunca logró recibir ningún tipo de ayuda. “Cualquier cosa que quería hacer sabía que tenía que hacerlo yo mismo. En primer lugar por mi terquedad y segundo porque no tenía idea que existieran recursos disponibles “, dijo Zhang.
Nacido en China poco después de la revolución cultural, sus padres lo enviaron a Estados Unidos cuando tenía 15 años de edad, sin embargo su situación no se desarrollo como se había planeado. Zhang abandonó el ‘high school’ y después vivió varios años de su vida como indigente pasando las noches en la estación de trenes de la calle 30 y el campus de Penn.
“Luego de experimentar situaciones horribles pensé que la vida tenía mucho más que ofrecer que eso. Recordé lo que mi madre me había dicho. Que si trabajaba duro podía contar con un futuro”, dijo Zhang.
Después de trabajar varios años en la industria de la comida rápida y como repartidor, decidió volver a la escuela y obtener su diploma de ‘high school’ del Distrito Escolar de Filadelfia, lo que calificó como uno de sus momentos de mayor orgullo.
“Sé que hay un montón de personas logrando grandes cosas por los inmigrantes en la región, pero ¿cada inmigrante sabrá que estos recursos están disponible?”, preguntó Zhang. “Contamos con esa gran cantidad de recursos pero tenemos que hacer un mejor trabajo de alcance a la comunidad para que la gente sepa que hay muchos servicios disponibles”.
Pero incluso los inmigrantes en Filadelfia que cuentan con redes de apoyo inmediatos enfrentan sus propios desafíos.
Liudmila Hanchar era abogada en su natal Bielorrusia. Ella decidió mudarse a Estados Unidos con su marido en 2010, principalmente debido al actual presidente de su país Alexander Lukashenko, quien asumió el cargo en 1994 y se conoce como “el último dictador de Europa”.
“Hay grandes preocupaciones con respecto a la cuestión de las elecciones y fue la razón más importante por la que decidimos dejar Bielorrusia”, dijo Hanchar. “Elegimos Filadelfia porque es la cuna de la libertad y porque celebra la diversidad. Probablemente la razón más práctica fue que teníamos buenos amigos que nos proporcionaron una enorme cantidad de apoyo y ayuda”.
Agregó que incluso con el apoyo, el mayor desafío fue la barrera del idioma, además de descubrir de qué manera adaptarse en el sistema profesional aun contando con una educación profesional.
“Desde el 2000 los inmigrantes son responsables del 96 por ciento del crecimiento de los negocios ‘main street’ en Filadelfia. El desarrollo de mejores formas de acoger e integrar a estos nuevos residentes ayuda a fortalecer la economía local y añadir a la oferta de trabajo”
Joe Grace, vicepresidente de abogacía local y estatal de Greater Philadelphia Chamber of Commerce
“Independientemente de nuestro nivel de preparación y cuántos años de experiencia teníamos, si no te puedes comunicar, a nadie le importa que existes”, dijo Hanchar.
Le tomó tres años pero finalmente, Hanchar se graduó de la Universidad de Temple como una abogada entrenada internacionalmente.
“Hace cinco años no hubiera soñado con esto, pero este es Estados Unidos, el país en el que la justicia es un principio básico”, agregó Hanchar.
Para Festo Okidi la adaptación cultural a su llegada a este país fue una de las cuestiones más sencillas. Admitió que en su natal Kenia tuvo la oportunidad de crecer con los Simpsons y MTV. “Elegí Estados Unidos por su sistema de educación, cursando mi carrera en la Universidad de Oklahoma”.
Su mayor reto, sin embargo, fue la inexperiencia y la falta de información sobre el sistema financiero. A sus veintitantos años y en muy poco tiempo echó a perder sus oportunidades de crédito.
“La situación financiera de los inmigrantes es clave para convertirse en miembros que contribuyen al país. Hay que asegurar que haya mentores que provean orientación a los jóvenes profesionales”, dijo Okidi “Trato de aconsejar a una gran cantidad de inmigrantes que están llegando que lo principal que hay que cuidar es su salud financiera”.
Tal como lo aseguró Joe Grace, Vicepresidente de abogacía local y estatal de GPCC, Filadelfia ya ha experimentado un significativo impacto económico de los inmigrantes que han hecho de la ciudad su nuevo hogar.
Sin embargo, el actual discurso en la política nacional con respecto a los refugiados así como la posible transición de Filadelfia hacia una nueva administración sin la categoría de ciudad santuario, ha dejado a la comunidad inmigrante con sentimientos de incertidumbre y frustración.
Originaria de Indonesia, Hani White actualmente forma parte de la organización Women’s Opportunities Resource Center.
Su llegada a Estados Unidos se dio en el año 2000 cuando obtuvo un trabajo para Walt Disney World en Florida, contratada para desarrollar un programa educativo para niños sobre Indonesia. Luego sucedieron los ataques a las torres gemelas y la compañía cerró sus puertas a sus empleados internacionales.
Tras perder su trabajo decidió no darse por vencida en su sueño americano y viajó por el país hasta dar con Filadelfia, “una ciudad bastante asequible en la que encontré un trabajo”.
White dijo sentir mucha hulmidad por haber logrado construir una vida nueva en Filadelfia en muy poco tiempo, en gran parte por los servicios de The Welcoming Center for New Pennsylvanias. En menos cinco años logró navegar el sistema y establecerse antes de lograr la ciudadanía estadounidense.
“Yo soy de ‘South Philly’ y usted es de ‘South Philly’”, dijoWhite, al dirigirse a Kenney. “Necesitamos desarrollo económico para negocios pequeños. Pero lo más importante es que Filadelfia permanezca como una ciudad santuario, sí yo no hubiera recibido santuario no estaría aquí”.
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