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Catalina Rolon (derecha)en compañía de dos de sus hijas durante el homenaje a los habitantes centenarios de la ciudad. Lucía Tejo/AL DÍA News. 
Catalina Rolon (derecha)en compañía de dos de sus hijas durante el homenaje a los habitantes centenarios de la ciudad. Lucía Tejo/AL DÍA News. 

Catalina Rolon, la boricua centenaria

La ciudad de Filadelfia homenajeó a sus miembros centenarios, entre los que se encuentra la puertorriqueña Catalina Rolon.

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“La ciudad ha cambiado muchísimo. Ahora está mejor. Había mucho bandidaje cuando yo vine”.

La que habla es Catalina Rolon y lo hace con conocimiento de causa. Ella es una de las habitantes más longevas de Filadelfia y la única latina que puede presumir de soplar más de cien velas.  En su caso, 101 el pasado 18 de enero.

Rolon fue una del centenar de habitantes  centearios homenajeados por la ciudad el pasado 19 de mayo, en un acto que contó con la asistencia del alcalde Jim Kenney, con quien Rolon tuvo la oportunidad de charlar durante unos minutos.

Esta boricua, residente en el barrio de Port Richmond y que llegó a Philly en el año 1958 desde Aibonito (Puerto Rico), asegura que su experiencia fue buena.

“Yo viví bien gracias a Dios. Encontré trabajo enseguida que llegué. No necesitaba intérprete porque en Puerto Rico enseñan buen inglés porque el gobernador era americano (en ese entonces)”.

En aquella época Rolon ya era completamente bilingüe y explica que el motivo por el que escogió Filadelfia fue porque varios familiares se mudaron antes que ella a la ciudad.

“Ella estudió en Puerto Rico, (cuando llegó) se puso a trabajar en una fábrica, pero en corto tiempo por su inteligencia se puso a trabajar en la oficina del alcalde. Después empezó a trabajar como asistente a maestro y su último trabajo fue el de trabajadora social”, explica su hija Judy Rolon.

Sin embargo, si hay algo que define a la perfección a Rolon es su devoción por Dios, que se remonta a una parálisis que sufrió de joven y cuya curación atribuye a su relación con él.

“Me puse paralítica pero me llevaron a una iglesia pentecostal y yo le dije ‘señor, si tú me sanas te serviré toda mi vida’. Y así pasó, enseguida el señor me sanó”.

Así comenzó una intensa relación con la Iglesia, que le llevó incluso a ejercer como misionera en Venezuela.

En la actualidad, Rolon mantiene su implicación con la causa. Aunque esta no es su única dedicación. Esta centenaria también es una gran jugadora de dominó y una seguidora incondicional del béisbol.

“Ella es fanatica del béisbol, no soporta a los Phillies, pero no se pierden ningún partido. Le gusta verlo porque hay muchos latinos. El equipo de ella son los Nets”, cuenta su hija.

Judy es una de los seis hijos y 22 nietos de los que disfruta Rolon, quien se despide con este mensaje: “El que quiera vivir feliz y que sus hijos se eduquen bien educados, que le de su corazón al señor”.