Borrando el jazz
Con motivo del ‘Mes Internacional del Jazz’, recorremos la historia de este género músical en Filadelfia de la mano de sus escenarios ‘perdidos’ y los procesos…
El campus de la Universidad de Temple se asienta sobre el lugar en el que confluyen la historia del jazz, los derechos civiles y la cultura afroamericana. En ‘The Golden Strip’ (‘La franja de oro’), entre las calles 8 y 24 sobre la avenida Cecil B. Moore, los estudiantes descubrirán el legado de más de 20 instituciones del jazz que se remontan a la década de los 40. El espíritu de los gigantes musicales de la ciudad, que incluye desde a John Coltrane hasta a Billie Holiday, continúa vivo allí gracias a los costosos esfuerzos de conservación.
Una afirmación, sin embargo, tan verdadera como falsa. Sí, hubo un lugar conocido como ‘The Golden Strip’ (‘La franja de oro’) que fue integral a la escena del jazz previo a los derechos civiles de la ciudad, y se extendía a través del campus de Temple, en el Norte de Filadelfia. Pero este escenario ya no forma parte del patrimonio de Temple. Por motivos internos y ajenos al control de la universidad, ‘The Golden Strip’ ha sido casi eliminada del paisaje.
Ecos del pasado
Lo que en la actualidad es el 1300 Residence Hall de Temple, alguna vez fue conocido como el Café Society de Filadelfia, donde el famoso batería de Filadelfia Joe Jones tocaba para mantener su casa. El almacén de Barnes and Noble, en la esquina noroeste de Broad Street, era entonces Linton’s Diner, un lugar para disfrutar de la noche y en el que en ocasiones se llevaban a cabo sesiones musicales improvisadas. No queda nada del 820 Club en la calle 8. Ahora es solo un solar.
Más hacia el oeste, la escuela Alliance for Progress abarca toda la cuadra donde anteriormente se encontraba el infame lugar de jazz Watts Zanzibar. Faye Anderson se ‘comió’ el edificio de ladrillo sencillo y lo que escasamente queda de la verja de herraje con sus ojos. “¡Miren!”, dijo. “Podrían estar narrando la historia precisamente sobre la verja”.
De día, Anderson es una asesora de políticas públicas; pero en su tiempo libre, la nativa de Nueva York convertida en ciudadana de Filadelfia, se ha convertido en una de las más comprometidas defensoras y especialistas en la conservación del jazz. En medio del movimiento ‘Black Lives Matter’ (las vidas de los afroamericanos importan), Anderson, ha iniciado su propia campaña: ‘Black Culture Matters’ (la cultura afroamericana importa).
Al caminar por la ‘Golden Strip’ de la actualidad, Anderson no siempre puede notar dónde el pasado se alinea con el presente. Ha agregado una lista de viejos sitios del apogeo de la franja, pero algunos de ellos sólo están enumerados por cuadra. El restaurante Ida’s, en la 19 y Cecil B. Moore. El Checker Club, en Ridge y Oxford. ¿Pero estaban situados en el lado norte o sur de la calle? ¿Se encontraba en este lote baldío o en esa casa adosada cubierta con tablones? Los detalles se vuelven difusos con el paso del tiempo sin la conservación histórica.
Hasta 1987, la avenida Cecil B. Moore se conocía como la Avenida Columbia. Aún hay rótulos, literalmente, de esos días —la oficina de Columbia Money Loans y Columbia Deli se encuentran a pasos de distancia—. Pero las conexiones con la ‘Golden Strip’ son más inciertas. El Pub Webb, un popular bebedero para los estudiantes de Temple, ¿tiene alguna conexión con el ‘The Web’ de la década de los 40?
Dentro del rango de visión de la intersección de cinco vías en la calle 23, uno habría encontrado media docena de instituciones de jazz con nombres tan elocuentes como ‘Spider Kelly’ y ‘The Point’. Pero hoy en día, el único destello del pasado es un viejo rótulo de ‘Bar’ que mece la suave brisa.
En otra esquina de la avenida Cecil B. Moore, hoy se encuentra colgado un oxidado rótulo que anuncia los servicios de limpieza de tres horas de Walter Gerbon. El rótulo parece tener por lo menos cincuenta años, y hay unos cuantos más de edad parecida en la ‘Golden Strip.’ ¿El señor Gerbon almidonaba los cuellos y planchaba los trajes para los músicos en esos tiempos? Quizá. Pero su vieja tienda narra parte de la historia sobre por qué desapareció la ‘Golden Strip’.
La música jazz cambió de público alrededor de la década de los 60. Anderson lo atribuye a la idea que el jazz, típicamente una descarga de la clase trabajadora, se convirtió en una música menos ‘bailable’. El blues y el rock-and-roll cobraron intensidad en la década de los 60, pero hubo otro motivo más político y económico por el que las instituciones del jazz afroamericano desaparecieron.
El disturbio racial de Filadelfia de 1964, al que algunas veces se le denomina como el Disturbio de Columbia Ave., empezó cabalmente aquí en la calle 23 y la avenida Columbia. Muchos comercios propiedad de personas de raza blanca en la franja fueron quemados. Otros cerraron al poco tiempo. Quienes tenían los medios para salir del vecindario se fueron, y la desesperación económica se apoderó de este vecindario afroamericano. La música se detuvo casi de la noche a la mañana.
Cultura en riesgo
“Temple es una parte tan grande de la eliminación de la historia del jazz de Filadelfia”, afirma Anderson.
Mientras la universidad tiene un largo historial de demoliciones de propiedades con significado histórico para abrir lugar a nuevas construcciones, Anderson siente que la falta de conocimiento y respeto por este patrimonio cultural es el verdadero pecado.
Hubo otras dos concentraciones del jazz en la ciudad, en ese entonces; una en el corredor de la calle 52 en el oeste de Filadelfia, otra en la calle South. El Norte de Filadelfia no fue la única área en perder gran parte de su capital cultural a lo largo del tiempo. La eliminación de monumentos históricos del jazz de Filadelfia puede ser rastreada hasta al Earle Theater, que hoy se conoce como la CVS Pharmacy de la esquina sureste de las calles 11 y Market, en el centro de la ciudad.
El ‘Philadelphia Mural Arts Program’ (Programa de artes murales de Filadelfia) ha desempeñado un gran papel en el intento por volver a narrar la historia del jazz en toda la ciudad. La directora ejecutiva del programa Jane Golden trabaja de cerca con las comunidades para establecer la representación artística que desean.
“En el pasado, los murales han sido un espejo colocado frente a la ciudad que le dice a uno que su vida cuenta, que su historia importa”, dijo Golden.
Pero hasta estos monumentos históricos han estado cargados de desafíos.
Tan recientemente como el año pasado, una grúa de demolición de la empresa de urbanización residencial Pennrose acabó con el mural ‘Tributo a John Coltrane’, situado en las calles 32 y Diamond, en el vecindario Strawberry Mansion. Anderson asegura que no dieron notificación alguna a la comunidad, por lo que decidió denunciarlo como demolición de un bien cultural, explicando que el lugar “pasó de vibrante a vacante”. “Parece una tumba recién cavada”.
La prerrogativa electoral (Councilmanic Prerogative), la capacidad de un miembro del consejo municipal de detener o acelerar la construcción, se puede emplear en cualquier momento en que una urbanización amenaza un sitio de patrimonio cultural. Se podría utilizar en la conciencia histórica lo que ella siente que la ciudad más necesita.
“Es más importante cuando uno piensa en la triste situación de las escuelas de Filadelfia, en las que la música y el arte han sido dramáticamente reducidos. ¿En dónde aprenderán los niños?”, se pregunta. “No es que necesariamente tengan que estar interesados en el jazz, pero ¿en dónde aprenderán sobre el legado?”
El aburguesamiento y las nuevas urbanizaciones han cambiado el paisaje de Filadelfia, especialmente en partes del norte, sur y oeste de la ciudad. Las personas de color y los vecindarios de bajos ingresos están especialmente en riesgo. Según una reciente investigación sobre políticas de la ‘Philadelphia Coalition for Affordable Communities’ (Coalición de Filadelfia a favor de comunidades asequibles), la población afroamericana en las zonas aburguesadas del sur y oeste de Filadelfia se redujo un 29 por ciento, y un 22 por ciento en el norte de Filadelfia. Mientras tanto, las comunidades caucásicas aumentan.
El camino hacia la conservación
Desde la perspectiva cultural, Anderson y Golden esperan que los urbanizadores desempeñen un papel mayor en la narración de estas historias. Mientras tanto, Golden continúa luchando para proteger todos los murales de Filadelfia. Puede que la época y sus instituciones quizá ya no estén, pero Anderson está comprometida con conservar su memoria, recurriendo para ello a la ayuda de la tecnología.
Su proyecto se denomina ‘All That Philly Jazz’ y su misión parece sencilla: conservar el legado de jazz afroamericano de la ciudad mediante obras de arte de bajo coste y bajo mantenimiento. Podría ser algo tan simple como un ‘banner’ en uno de los viejos lotes sobre la Avenida Cecil B. Moore donde el jazz alguna vez estuvo vivo y activo.
“Todos en todo el mundo han reconocido que Filadelfia ha engendrado a muchos de los grandes e innovadores del jazz, y hemos hecho muy poco o nada para conservar esta historia”, agregó Anderson. “La tecnología puede ayudar a narrar la historia ahora”.
Actualmente, Anderson busca financiación para desarrollar una aplicación que ofrecerá un tour a pie auto-guiado de los lugares del jazz de Filadelfia. Placas sencillas serían instaladas en los sitios de las viejas instituciones del jazz —tanto los lugares de música formales como los lugares de junte habitual como Linton’s Diner—. Los códigos de Respuesta rápida (QR por sus siglas en inglés) vincularían a los usuarios móviles con las fotos de archivo y relatos orales, que Anderson ya empezó a recopilar en el sitio web ‘All That Philly Jazz’.
También tiene la intención de trabajar con el Philadelphia Land Bank para conservar algunos de los lotes que tienen raíces de jazz y utilizarlos como espacios comunitarios. Actualmente hay un rótulo de “se vende” en un lote triangular frente al mural del Pearl Theater, que posiblemente amenazaría a uno de los pocos lugares conmemorativos del jazz que quedan en el vecindario.
La antigua casa de Pearl Bailey, que compró después de llegar a Filadelfia durante la Gran Migración, se encuentra en la calle 23 al norte de la que era la avenida Columbia. Es una enorme casa adosada de tres pisos con más de diez dormitorios y decorativos bordillos amarillos. Además, es una de las propiedades históricamente protegidas de la zona, gracias a la Comisión Histórica y del Museo de Pensilvania. Su actual propietario, William Sharrock, ha residido en el vecindario toda su vida y recuerda la época del jazz de los tiempos de su padre.
Según el relato oral, Baily solía ofrecer fiestas en la casa a la que asistían leyendas, compañeros suyos del jazz como Red Fox y Slappy White.
“Ojalá hubiera tenido una cámara”, dijo, moviendo su cabeza de lado a lado. “Ojalá hubiera podido estar en ese salón con una cámara”.
Si el proyecto de Anderson tiene algún tipo de éxito, la imagen en la mente de Sharrock podría cobrar vida para las generaciones futuras.
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