Sheila Quintana y el valor de la coherencia
La juventud de Sheila Quintana (25) no le resta claridad y contundencia a sus palabras.
La juventud de Sheila Quintana (25) no le resta claridad y contundencia a sus palabras. Al contrario, esta mujer, hija de inmigrantes mexicanos, defensora de derechos humanos, antropóloga de la Universidad de Pennsylvania, una persona queer y activista ha sabido plantarse con la cara en alto frente a cualquier injusticia; una actitud de firmeza con sus valores que incluso le costó su trabajo como organizadora comunitaria en una reconocida organización proinmigrante de la ciudad.
Precisamente por su trabajo a favor de los derechos de los más vulnerables, Quintana es una de las finalistas de I Am An American Immigrant.
¿Quiere mi respuesta honesta? Nosotros, los inmigrantes –y no solo los inmigrantes, no solo en este país, los refugiados– somos la consecuencia viva de años de desplazamiento a través de la violencia económica y política.
¿Que significamos para este país? Pues que es hora de pagar. Después de cientos de años de imperialismo, aquí estamos. Hablo específicamente de los pueblos indígenas: nos hemos visto obligados a cruzar las fronteras para estar en nuestra tierra, nos hemos visto obligados a luchar por la aceptación o algo que se le parece, la asimilación.
Creo que [la experiencia de ser inmigrante] es diferente para cada comunidad: la asiática, la afrodescendiente, la Latinx… muchas de las cuales tienen ancestros indígenas y creo que eso debería ser parte de la discusión porque [normalmente] hablamos de inmigración de una manera miope que borra en gran medida nuestra memoria colectiva de lo que sucedió y por qué estamos aquí.
No me identifico como una inmigrante americana, ese “paraguas” no habla de mi experiencia. Tengo problema incluso con la palabra inmigrante, creo que es útil decir que tuvimos que dejar nuestros países, pero hay que decir que es migración forzada, porque [para muchos] no es una opción. También tengo problemas con la palabra inmigrante porque creo que desconoce mis raíces indígenas.
Me representa mejor decir que soy una migrante, pero creo que eso también puede invisibilizar la violencia de la migración forzada. Independientemente de cómo nos identifiquemos, lo importante es que esa elección sea nuestra en oposición a una narrativa que se nos entrega con fines políticos de terceros.
[La palabra] dreamer es un ejemplo de eso. Nunca elegí llamarme un así, pero pensé que tenía que hacerlo; nunca elegí llamarme inmigrante, pero pensé que tenía que hacerlo para darle nombre a mi experiencia.
El poder de la elección es algo que se puede reivindicar y la manera como nos identificamos y las palabras que usamos para describirnos es parte de eso: de construir nuestra identidad en nuestros propios términos.
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Las comunidades inmigrantes en Estados Unidos hacen mucho con poco o ningún reconocimiento; somos una parte increíblemente importante de la fuerza de trabajo y al mismo tiempo se nos niega todos y cada uno de los derechos que un trabajador merece. [En general], los trabajadores inmigrantes enfrentan las condiciones más precarias de trabajo.
También contribuimos culturalmente, artísticamente… nuestra presencia como seres humanos es una contribución.
Creo que deberíamos honrarnos y honrar nuestra humanidad. Deberíamos reivindicar nuestros aportes sin importar la manera como los entendemos: desde exigir nuestros derechos como trabajadores, como propietarios de un negocio pequeño, como artistas…
Debemos honrar nuestros aportes mediante la lucha por nuestra dignidad.
El tema no es ni siquiera Trump, así que no tengo nada que decirle porque él es solo un síntoma de nuestros problemas más graves y es importante que lo tengamos claro.
(...) Deberíamos concentrarnos en desmantelar ICE, en obtener atención médica para trabajadores y familias inmigrantes, en asegurarnos de que los legisladores de Pensilvania no eliminen los beneficios de los hijos de madres inmigrantes…
Debemos aprender a conversar para desmantelar el racismo, para desmantelar el militarismo, para desmantelar los sistemas que perpetúan la pobreza y concentran la riqueza en muy pocos…
Si bien debemos aprender a conversar con personas que apoyen eso, y al mismo tiempo, creo que es mejor emplear nuestra energía y tiempo reuniendo a las personas que no se están beneficiando de lo que está sucediendo ahora, que es la gran mayoría del país, sin importar raza, género, nacionalidad ni estatus migratorio.
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