Mercado de productos frescos: Un soplo de aire fresco para la comunidad de North Philly
Philabundance y la biblioteca Lillian Marrero han llegado a un acuerdo para distribuir fruta y verdura fresca gratuitamente entre los residentes de la…
A pesar de hacer un día nublado y lluvioso, en el estacionamiento de la biblioteca Lillian Marrero, en la comunidad Fairhill, en North Philly, reinaba el pasado miércoles un ambiente muy animado, gracias a los casi 200 vecinos que se acercaron allí, saludándose entre ellos, mientras un grupo de voluntarios distribuían patatas, repollo, melones y otras frutas y vegetales frescos. En una esquina del estacionamiento, un grupo de nutricionistas hacía una demostración en vivo sobre cómo mezclar repollo, pimientos y otros ingredientes para preparar una ensalada rápida y fácil, que luego los asistentes podían degustar, a la vez que intercambiaban opiniones y novedades a voz alzada, para hacerse oír entre los ritmos de reggaeton y bachata que sonaban por los altavoces.
Así es el ambiente que se respira cada miércoles por la tarde, entre las 12:30 p.m. y la 1:30 p.m, en el mercado Fresh For All (“Fresco para todo el mundo”), una iniciativa lanzada el pasado marzo por Philabundance, en colaboración con la biblioteca Lillian Marrero, con el objetivo de promover las conexiones, la creatividad y la salud entre los miembros de la comunidad Fairhill, especialmente aquellos que atraviesan situaciones difíciles, explica el coordinador de programas de Philabundance, José Vargas, sin apartar la vista de lo que ocurre en el mercado.
“Mire cuánta gente sale del mercado”, comenta Vargas. “Incluso hemos conseguido atraer a gente de Puerto Rico desplazada por el huracán. Está bien que hayamos traído este programa aquí, en un barrio que realmente lo necesita”.
Según Charito Morales, activista local y organizadora comunitaria del Providence Center, en el barrio viven cerca de 200 familias puertorriqueñas desplazadas por el huracán María, y muchas de ellas se benefician del programa.
Morales, que cada miércoles destina su hora del almuerzo a trabajar como voluntaria en Fresh For All, explica que además de ser una ayuda, el hecho de facilitar fruta y verdura fresca a los recién llegados de Puerto Rico es también una oportunidad para saborear la comida que dejaron atrás.
“Algunas familias han estado viviendo en hoteles, otras en sótanos, realmente lo necesitan. Pueden sentirse un poco más cerca de su hogar, porque son los alimentos que comen a diario en sus casas”, dice Morales, en referencia a los puertorriqueños desplazados que viven en el barrio. “La única diferencia es que aquí han de comprar los productos, mientras allí los cultivan”.
Para Rosita Torres, residente del barrio puertorriqueña y clienta de Fresh For All, el mercado de productos frescos es un servicio muy útil, tanto para los desplazados como para otros miembros de la comunidad con pocos recursos, algo que también destaca la puertorriqueña y superviviente del huracán María Nelly Velázquez, otra vecina del barrio, que se encontraba en la isla cuidando de un familiar enfermo cuando tuvo lugar el huracán.
Para Velázquez, los productos de Fresh For All son una “ayuda” complementaria a los cupones de $90 al mes para comida que recibe de la Seguridad Social.
Todos los productos que se venden en Fresh For All provienen del mercado al por mayor de Filadelfia o del puerto de la ciudad, explica la directora de comunicación de Philabundance, Samantha Retamar. Philabundance se provee de productos con sobreoferta, seleccionando frutas y verduras que todavía están en buen estado, logrando así que en lugar de que sean botados a la basura, se distribuyan gratuitamente entre varias comunidades de la ciudad a través del programa Fresh For All.
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Además –añade Retamar– se trata de una situación “win win” que beneficia también a los comerciantes, ayudándoles a bajar los costes por dumping, que normalmente se calculan por peso.
Retamar dice que lo que más le gusta del programa es que de los alimentos que venden en el mercado “no hay nada que no daría a mi madre, a mi sobrino o a mi abuela”.
“Son productos en perfecto buen estado, que necesitamos”, dice Retamar, destacando, igual que otros miembros de la comunidad, que los productos más saludables que se venden en el mercado suelen ser también los más caros del supermercado.
El programa, de hecho, es un revival de programas similares que Philabundance y la biblioteca llevaron a cabo durante muchos años, antes de ponerles fin, hace seis años, debido al inicio de las obras de remodelación del edificio de la biblioteca. La terminación de ese programa hace seis años “dejó un claro vacío para traer un programa como este al barrio”, dice Vargas. Y añade que antes de volver a poner en marcha el mercado ambulante de agricultores en el barrio este año, la comunidad era prácticamente “tierra yerma”.
Tania María Ríos Marrero, organizadora de la biblioteca Lillian Marrero, está de acuerdo con que existía una clara necesidad de mejorar el aceso a alimentos frescos en la comunidad Fairhill, e informó de esto en las reuniones para conseguir un nuevo acuerdo de colaboración.
“En este barrio había una necesidad obvia, evidente y constatada de mejorar el acceso a la alimentación. Nosotros, como organizaciones, estamos simplemente dando una respuesta a esta necesidad”, concluye Marrero.
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