Alberto Ibargüen: El gran inversionista de la filantropía
Ya se trate de periodismo, tecnología o artes, la Fundación Knight de Alberto Ibargüen siempre ha aportado soluciones creativas y de gran impacto.
El 24 de marzo, Alberto Ibargüen, uno de los mayores líderes de la filantropía y el periodismo en Estados Unidos, renunció al cargo de presidente y director general de la Fundación Knight.
En esencia, la misión de la fundación fue conceptualizada por los titanes de la prensa estadounidense John S. y James L. Knight, que “creían que una comunidad bien informada podía determinar mejor sus propios y verdaderos intereses, y confiaron a las futuras generaciones de fideicomisarios que hicieran precisamente eso”.
En 18 años, Ibargüen, de 79 años, navegó por un mundo totalmente distinto al de sus predecesores. Un mundo en el que lo digital reina por encima de todo, ya sea en la industria periodística, su hogar de toda la vida; en la filantropía, más recientemente; o en las artes, que Ibargüen financió en gran medida durante su etapa en Knight, junto con la propia tecnología.
A menudo, citaba al fundador Jack Knight (John) al describir su propio enfoque de la dirección de la fundación y sus esfuerzos por preservar el poder del periodismo: “La cuestión no es cómo salvar la industria periodística tradicional, sino cómo satisfacer las necesidades de información de las comunidades en una democracia para que la gente pueda, como dijo Jack Knight, ‘determinar sus propios y verdaderos intereses’”.
En otras palabras, tenía que innovar constantemente, con un don para la creatividad y una energía que, según muchos de sus colegas, no tenía parangón en el mundo de la filantropía.
“Ha sido un visionario”, dijo Francisco L. Borges, presidente del consejo de la Fundación Knight. “La transformación digital nos ha empujado a encontrar nuevas formas de sostener nuestra democracia, y Alberto nos ha proporcionado las ideas para hacer precisamente eso”, manifestó.
Un innovador precoz de Filadelfia
La cualidad innovadora de Ibargüen es algo que le ha acompañado a lo largo de su vida. El primer caso registrado del que Ibargüen habló fue para The Philadelphia Inquirer, en el 2017.
Para llegar a fin de mes, Ibargüen, entonces joven estudiante de Derecho en la Universidad de Pensilvania, vendía periódicos en las esquinas del oeste de Filadelfia. ¿Su lugar favorito? La esquina de la 47 con Springfield Avenue, donde pillaba a las mujeres en plena discusión sobre el drama de sus vidas cotidianas al salir de los oficios de la iglesia católica San Francisco de Sales.
“Dios mío, ¿tu hijo no te ha llamado? ¿Cómo? Pues toma, cómprate el periódico, consuélate leyendo el Bulletin y el Inquirer”, decía.
Hijo de madre puertorriqueña y padre cubano, esa innovación también tiene sus raíces en la historia parcial de inmigración de su familia.
Su abuela cubana trasladó a sus cuatro hijos de la isla a Filadelfia durante la Gran Depresión, una época en la que todo el mundo necesitaba creatividad e innovación para mantenerse a flote. Eligió la Ciudad del Amor Fraternal por la buena reputación de sus escuelas católicas. Así, el padre y los tíos de Ibargüen asistieron al West Catholic High School.
Los padres de Ibargüen se conocieron mientras su papá trabajaba para la empresa farmacéutica Sharpe & Dohme, que tenía su sede caribeña en San Juan. Allí, en 1944, nació Ibargüen.
Tras diez años en la isla, la familia se trasladó de nuevo a Estados Unidos, a Wyndmoor, en los suburbios de Filadelfia, antes de establecerse finalmente en South Orange, Nueva Jersey, para adaptarse mejor al traslado de su padre a Nueva York.
Ibargüen terminó el instituto en Nueva Jersey antes de asistir a la Universidad Wesleyan de Middletown (Connecticut), en 1962. Allí, fue editor de The Wesleyan Argus, el periódico universitario quincenal más antiguo de Estados Unidos, fundado en 1868.
Tras graduarse en 1966, pasó seis años en los Cuerpos de Paz, destinado en la región amazónica de Venezuela, antes de ascender a supervisor en Bogotá (Colombia).
Tras su experiencia internacional, regresó a los orígenes de su familia en West Philly y se licenció en Derecho, en la Universidad de Pensilvania.
Del Derecho a las noticias
Con el tiempo, su carrera de Derecho le llevó más al noreste, a Hartford (Connecticut), donde Ibargüen ejerció como abogado de oficio durante nueve años.
También fue allí donde Ibargüen se incorporó por primera vez a la dirección profesional de una redacción, al ser contratado como vicepresidente sénior de finanzas y administración en el Hartford Courant de la Times Mirror Company.
Más tarde, trabajó durante 11 años para Newsday, en Nueva York, antes de asumir su primer cargo en una publicación de Knight Ridder en Miami, como editor de El Nuevo Herald.
Innovación en El Nuevo Herald
Tres años más tarde, Ibargüen ascendió a editor del Miami Herald, la publicación hermana en inglés de El Nuevo Herald. Allí, en la Ciudad Mágica, la innovación de Ibargüen golpearía de nuevo.
Era 1998, y el mundo, como los periódicos, estaba en la cúspide de una revolución de Internet que cambiaría la sociedad y daría paso a la realidad digital que todos conocemos hoy. Pero Ibargüen aún tenía en mente otra innovación impresa para El Nuevo Herald.
Durante sus primeros 21 años de existencia, la publicación en español fue un suplemento del Miami Herald en inglés. En 1998, Ibargüen dirigió su expansión hasta convertirlo en una publicación diaria independiente, que atiende a la creciente población latina e hispana del sur de Florida.
En el 2002, El Nuevo Herald ganó el premio Ortega y Gasset al mejor periódico en español del mundo.
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Durante su etapa en el Miami Herald, Ibargüen se enfrentó a la revolución digital de las noticias, pero tuvo que navegar por ella mientras el ciclo diario de noticias salía de la entonces sede del periódico en Doral, Florida.
Inversión social
En el 2005, Ibargüen fue contratado como presidente y consejero delegado de la Fundación Knight. Al igual que su cargo anterior, la fundación tiene su sede en Miami, pero también opera en otras siete ciudades de Estados Unidos, donde los hermanos Knight hicieron fortuna en el mundo de la información, entre ellas Akron (Ohio), Macon (Georgia), Charlotte (Carolina del Norte), Filadelfia, Detroit, San José (California) y St. Paul (Minnesota).
Durante los siguientes 18 años, Ibargüen encontró y exploró formas cada vez más creativas de financiar el periodismo en la nueva era digital, así como las artes, las innovaciones tecnológicas y la propia ciudad en la que opera Knight.
“Mi opinión desde el principio fue que esto era menos una obra de caridad y más una oportunidad de inversión social”, declaró al Miami Herald en una entrevista tras el anuncio de su jubilación.
Además, señaló que “en una organización benéfica, tradicionalmente, haces la donación y te marchas. Serás recompensado en el cielo. No me pareció que los hermanos Knight llevaran así su negocio; más bien, pensaban en esto como una inversión social: miras a la comunidad, ves cuáles son sus problemas, decides sobre cuáles puedes hacer algo y en cuáles puedes tener algún impacto, a corto o largo plazo, y, entonces, te centras en ellos”.
La forma en la que Knight ha asignado esa inversión social en el tiempo en el cual Ibargüen ha llevado el timón depende de la comunidad. Por ejemplo, en Akron y Macon se ha centrado en revitalizar el centro de las ciudades históricamente negras. En Miami y Detroit, en las artes. Y en Filadelfia se ha invertido en espacios públicos, reestructurándolos físicamente o utilizando nuevas herramientas digitales para hacerlos más accesibles.
En lo que respecta a las artes, bajo la dirección de Ibargüen, Knight ha repartido 466 millones de dólares desde 2005, es decir, una media de una quinta parte de la financiación anual total de la fundación se destina a las artes. Dos ejemplos de los resultados obtenidos son la digitalización del archivo del Museo Motown de Detroit y O, Miami, el mayor festival de poesía de la ciudad, que se celebra anualmente en abril con motivo del Mes Nacional de la Poesía.
"Cuando invertimos en música y museos, en poesía y espectáculos, estamos invirtiendo en las conexiones -experiencias compartidas- que ayudan a construir un sentido de comunidad en nuestra sociedad pluralista", dijo Ibargüen, "y además es sencillamente divertido".
El declive digital de las noticias
Para los periodistas, en una época en la que abunda la información y escasea la confianza, la Fundación Knight de Ibargüen ha atacado los problemas que surgen desde el punto de vista legal, empresarial y académico.
En 2019, la fundación anunció un compromiso de 300 millones de dólares en los próximos cinco años para financiar redacciones escalables con enfoques innovadores y digitales para recopilar y contar noticias locales, promoviendo al mismo tiempo la confianza y la alfabetización mediática.
Ese año también vio la creación de la Red de Investigación Knight, creada para estudiar las tendencias cambiantes de la confianza en las noticias estadounidenses.
"A medida que la plaza pública digital siga evolucionando, los retos para una ciudadanía informada se intensificarán, el poder se consolidará aún más, los gobiernos ejercerán una influencia global y los líderes políticos ofrecerán soluciones que oscilarán entre lo clarividente y lo desastroso", afirmó Ibargüen en una reciente comparecencia en una conferencia. "La necesidad de buenos datos y alternativas reflexionadas nunca ha sido más urgente".
Con su dimisión, Ibargüen pasa la antorcha a un nuevo visionario que acompañará a Knight en su próxima fase de impacto, como hizo él hace 18 años. Al anunciar su dimisión, Ibargüen dejó un recordatorio al personal.
"Creemos en la libertad de expresión, en comunidades comprometidas en toda su diversidad y en la equidad y la inclusión. Desde el punto de vista operativo, no dirigimos programas, sino que apoyamos programas e ideas de personas y organizaciones que realmente consiguen cosas. No hay nada más satisfactorio que poder apoyar ideas brillantes e innovaciones de personas capaces y decir: 'Nunca lo había imaginado, pero es exactamente lo que tenía en mente'", afirmó.
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