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Dr. Ana Núñez stands outside of Drexel College of Medicine in East Falls, PA, where she is the associate dean of diversity, equity and inclusion. Photo: Emily Neil / AL DÍA News
La Dr. Ana Núnez afuera de la Escueda de Medicina de Drexel en East Falls (PA). Foto: Emily Neil / AL DÍA News

La Dra. Ana Núñez crea puentes en la medicina en Drexel

La profesora y médico de Drexel se enfoca en el enorme impacto de diversidad, igualdad e inclusión entre los proveedores de servicios y dentro del campo médico…

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Cuando a los nueve años de edad, Ana Núñez anunció en la mesa del comedor que quería ser médico, su familia la corrigió rápidamente.

Podría convertirse en enfermera, le dijeron, pero las mujeres no eran médicos.

Núñez, quien se crió como “Spanglish” en Altoona, Pensilvania, no contaba con muchos modelos a seguir a su alrededor que pudieran indicar lo contrario en cuanto al alcance de su potencial. Sin embargo, ella persistió con su visión.

Más adelante, como estudiante universitaria en Wilkes University en Wilkes-Barre, Pensilvania, Nuñez enfrentó aún otra barrera de incredulidad ante la idea que podía hacer realidad su sueño de convertirse en médico.

Como estudiante de química y sobresaliente estudiante en el trayecto de salud, Núñez empezó a recibir convocatorias de la Escuela de medicina de Harvard y otros programas prestigiosos durante su penúltimo año de estudios. Pero además de su éxito académico, Nuñez también era presidente del gobierno estudiantil. Actualmente, lo que habría sido un punto a su favor entonces significaba que sus asesores y profesores consideraban que ella no estaba suficientemente decidida sobre los estudios como para que le fuera bien en la escuela de medicina.

Cuando le presentó sus cartas de reclutamiento de Harvard y otras escuelas a su asesor de preparación para carreras médicas, él sencillamente le dijo, “Deséchalas”.

“¿Qué?”, preguntó ella.

“Tíralas a la basura, nunca podrás entrar”, le dijo él.

Núñez estaba atónita y decepcionada. Pero de nuevo, no hizo caso.

Había punteado bien en sus exámenes MCAT, y decidido presentar su solicitud. Con el tiempo la aceptaron en cuatro escuelas, y eligió asistir a Hahnemann, que más adelante se fusionaría con la Escuela de medicina de Drexel University porque le quedaba a sólo cuatro horas de distancia de la casa de sus padres, y le ofrecían ayuda financiera. ​​

Ahora, como Decana adjunta de Diversidad, igualdad e inclusión en la Escuela de medicina de Drexel, Núñez se asegura de enviar un mensaje diferente a quienes intentan dedicarse a la vocación de la medicina. Le dice a todos los estudiantes, de todas procedencias, no sólo que pertenecen a la profesión sino también que sus experiencias, orígenes y habilidades singulares son, de hecho, esenciales para que la medicina mejore y crezca.

‘Tenemos que hacerlo mejor’

En un día inusualmente caliente para principios del mes de octubre, Núñez camina por los pasillos del recinto universitario de Medicina de Drexel en East Falls. En cada esquina ve a algún alumno que conoce por nombre, los saluda, les pregunta cómo les va con sus estudios y sigue su camino.

Núñez conoce bastante bien a los cerca de 500 estudiantes de primer y segundo año en el recinto universitario, así como a muchos de los estudiantes de tercer y cuarto año, quienes están ocupados haciendo sus turnos, y a muchos estudiantes que ya se han graduado y han empezado a ejercer la medicina en Drexel.

La clase de atención personal que ella ofrece a sus estudiantes revela el respeto y apoyo que cultiva al ejercer su carrera como médico, investigadora y defensora de una mejor, y más accesible, atención médica.   

Núñez nació y se crió en el pueblo de Altoona, en el centro de Pensilvania -”en donde no hay muchos Latinos”. Su padre nació en Ponce, Puerto Rico, y su madre había emigrado a la ciudad de Nueva York de niña, de Valencia, España. Los padres de Núñez se conocieron en la ciudad de Nueva York y más adelante se trasladaron a la pequeña ciudad en el Centro de Pensilvania para que sus hijos pudieran acceder a buenas oportunidades de educación, y disfrutar de jugar afuera, rodeados de grama y árboles.

Aunque había muchos inmigrantes en la ciudad, la mayoría eran de Europa, y habían estado allí durante varias generaciones. La familia Núñez sufrió la discriminación porque realmente no había nadie como ellos allí, dijo Núñez.

Sin embargo, debido a que no había un contexto comunitario más amplio para su Latinidad, Núñez dijo que realmente no se sintió “Latina” hasta que llegó a estudiar a la Escuela de medicina de Hahnemann en la década de los 1980.

Núñez descubrió que aunque presentaba algunas barreras en cuanto a cómo era percibida por la gente, su identidad como Latina y su conocimiento del idioma español fue la que dio forma a su experiencia como estudiante de medicina y en adelante.

Su conocimiento e identidad singular también se convirtió en algo que ella aprendió a valorar, dijo Núñez. Desde el principio de su carrera médica fue testigo de cómo la falta de médicos y enfermeras de diferentes procedencias y capacidad y conocimientos culturales puede causar problemas serios.

En algún momento durante su capacitación, le pidieron que hablara con una mujer puertoriqueña de 25 años de edad, quien había dado a luz a su sexto hijo tres días antes. El bebé tenía fiebre y había sido separado de su madre para poder recibir el cuidado adecuado.

Pero la madre, en las palabras de otros médicos, estaba siendo una “gran molestia”. Ellos no entendían por qué ella estaba molesta y le pidieron a Núñez que le hablara.

“Ella me vio a los ojos y me dijo, ustedes mataron a mi bebé”, recordó Núñez.

A lo que ella, incrédula, respondió “¿Qué qué?”

La mujer dijo que ella había tenido cinco otros bebés en el mismo hospital, y que siempre se los habían entregado en cuanto nacían. A este, sin embargo, se lo habían llevado.

Núñez se dio cuenta que nadie había intentado explicarle a la madre en dónde estaba su hijo, ni la había llevado a ver a su hijo en la sala de cunas. La madre había asumido que habían matado a su hijo, o que había muerto.

“¿Cómo puede estar bien esto?”, recordó Núñez que se había preguntado mientras a la vez se decía “Tenemos que hacerlo mejor”. 

Tendiendo puentes

Impulsada por las desconexiones que Núñez presenció en medicina, los cuales aumentaban las disparidades de salud, ella decidió enfocarse en la capacitación de la educación médica e investigación en servicios de salud a lo largo de dos programas de becas que concluyó después de graduarse de la escuela de medicina como médico de medicina interna y general.

Núñez estudió cómo los proveedores de servicios médicos pueden mejorar en términos de competencia cultural y la calidad de la atención, creando un pénsum de estudios enfocado en cómo se podrían utilizar las intervenciones en el proceso de la atención médica, desde los comunitarios hasta los proveedores de atención médica-- y cómo, desde allí,se podría fortalecer a las personas para cuidar de y abogar por su propia salud.

Al final de cuentas, esto llevó a Núñez a fundar Philadelphia Ujima en el 2007, una iniciativa que creció para incluir a más de 30 diferentes organizaciones y socios locales en los miembros de la comunidad y crear hábitos más saludables y que ayudó en la repartición de educación médica en muchas formas.

“Siempre he sido una persona holística, compleja, de esas que quieren saber cómo se abarca el sistema entero”, dijo Núñez con respecto a su enfoque como médico.

Núñez reconoció que es una perspectiva que choca con una opinión controversial publicada recientemente en el Wall Street Journal by por un ex decano adjunto de pénsum de la University of Pennsylvania, quien arguyó que existe demasiado enfoque en la “justicia social”  hoy en día, a costa del peritaje médico y técnico de las escuelas médicas.

La necesidad de tomar en consideración los ámbitos y experiencias vividas es esencial, y para hacer su punto, Núñez señaló algo que descubrió mientras trabajaba con Philadelphia Ujima. Explicó que en el curso de su trabajo con la iniciativa, descubrió que algunas personas no tienen refrigeradoras en sus hogares. Si tienen diabetes, esto significa que su insulina se arruinará si no está refrigerada, y aún si la toman al pie de la letra, no les dará resultado.

“La mera idea de tener que elegir entre la atención médica y seguir los determinantes socioculturales de la salud, es realmente una falsa dicotomía” dijo Núñez. Los estudiantes de medicina y médicos, dijo, “pueden hacer ambos”.

En este contexto, el enfoque en la igualdad de salud de las mujeres ha sido una parte esencial del trabajo de Núñez. Además de fungir como decana adjunta, Núñez también es la directora del National Center of Excellence in Women’s Health, y del Women’s Health Education Program en Drexel. 

Núñez está especialmente orgullosa de sus contribuciones a la salud y conciencia cardiaca para las mujeres. A principios de la década de los 1990, ella ayudó a crear una campaña de diseminación que informaba no sólo a los consumidores, sino también a los médicos y proveedores sobre los diferentes síntomas del ataque de corazón en las mujeres.

Núñez cree que contar con mejores opciones de investigación y financiamiento sobre la forma en que los medicamentos afectan a las mujeres es un paso necesario para abordar los vacíos en la atención en salud. Ella señaló que cuando se estableció el campo de la obstetricia y ginecología surgió una perspectiva, por parte de los proveedores médicos, de “qué bien, no tenemos que hacer cosas de mujeres”.

“Pero eso también sólo implica que uno es su gónada”, observó Núñez. Dijo que muchos estudios, aún hoy en día, todavía son realizados con ratones y ratas masculinos, que son menos costosos para los laboratorios, y sesgan los resultados de los ensayos de medicamentos de manera que casi todo lo que se conoce sobre el funcionamiento del medicamento es en relación a su efecto en los hombres.

“Las cosas que decimos que son verdad fueron realizadas en la mitad de la población”, en muchos casos, dijo Núñez. 

Cierre del círculo

Aunque Núñez dijo que se había enfrentado a barreras en su trayecto por la medicina, ahora se encuentra en una posición y en un ámbito, en donde el enfoque se centran en ampliar el acceso al campo médico para las personas de procedencias diversas, y también en mejorar la calidad de atención médica para todas las personas.

Núñez dijo que el ex decano Daniel Schidlow y el actual decano Charles Cairns de la Escuela de medicina de Drexel University, junto con el presidente de la universidad, John Fry, han ayudado a dar continuidad y mejorar el legado tanto de la Hahnemann Medical College, fundada en 1848, como de la Woman’s Medical College of Pennsylvania, fundada en 1850. Las dos universidades se fusionaron en 1996 para convertirse en la Allegheny University of Health Sciences, y luego convertirse en la Drexel University College of Medicine en el 2002.

A lo largo de la historia, ambas instituciones han buscado darle a los grupos subrepresentados en la medicina --las mujeres así como a los inmigrantes y afroamericanos-- la oportunidad de estudiar en el campo al que durante mucho tiempo no tuvieron acceso. Es una tradición que la escuela --ahora bajo un nuevo nombre-- continúa manteniendo al día de hoy, dijo Núñez. ​​​​​

Contar con proveedores de diferentes procedencias es vital para la calidad de atención médica en su totalidad, señaló Núñez.

“Las experiencias y perspectivas que uno contribuye al espacio le da sabor a nuestras atenas, en términos de saber cuáles son los matices, cómo entendemos lo que sucede, y cómo podemos servir de la mejor manera al utilizar nuestros talentos”, dijo.

Aunque siguen existiendo muchos obstáculos para establecer mayor igualdad en la atención médica, Núñez está más decidida que nunca en hacer frente a todo desafío que encuentre.

“Generalmente intento hacer las cosas que no son fáciles”, admitió con una carcajada.