Pan, circo y deportes: La cultura está en grave riesgo por Covid-19
Las personas cultas resisten mejor los momentos de crisis, pero son menos manipulables. ¿Qué tipo de sociedad queremos?
Hace unos días, un reconocido filósofo español, Fernando Savater, alertaba en la prensa nacional sobre los peligros que acechan a las democracias occidentales en estos tiempos de crisis y cómo el grado de protección de un gobierno a su sector cultural es un reflejo de su grado de civilización.
“Que en un país solo se valore la fabricación de máquinas o solo se valore el PIB y no la cultura... Pues bueno, en efecto el producto interior será cada vez más bruto”, dijo con sorna Savater.
Para el filósofo, las personas cultas pueden aguantar mejor el confinamiento, porque saben entretenerse sin tener que salir de casa a gastar dinero: “Alguien culto disfruta con cosas económicas, como son los libros, o la música, etcétera, que no son ni mucho menos las cosas más caras que hay”.
Sus declaraciones aparecían en el momento más idóneo, ya que el ministro de Cultura español, José Manuel Rodríguez Uribes, acababa de argumentar la falta de ayudas a los artistas en el país con una frase que ni siquiera era suya, sino de Orson Wells.
“Primero la vida y luego el cine”, dijo Uribes.
La importancia que un país otorga a su sector cultural está directamente relacionada con la salud de su democracia. Sólo hace falta echar un vistazo a cómo otros países europeos han ido al rescate de los negocios y profesionales de la cultura, como las librerías y los cines, gravemente amenazados después de verse obligados a cerrar por la cuarentena.
Italia, que fue el primer país en recibir el duro golpe del coronavirus, ha sido, curiosamente, la que más ha invertido en ayudar a sus artistas durante la pandemia. El gobierno italiano ha destinado una partida inicial de 130 millones de euros a cultura y ha suspendido el pago de impuestos y retenciones a empresas que gestionan equipamientos culturales.
También Alemania anunció un fondo de 50 millones de euros para las empresas culturales y sus profesionales, que está previsto que se distribuya en apoyos de 1.600 euros mensuales, e informó que las librerías serán los primeros negocios en abrir cuando se acabe la cuarentena.
Por su parte, el gobierno de Macron reservó una primera partida de 22 millones de euros para cultura. Además, se ha comprometido a mantener el pago de todos los servicios culturales contratados y cancelados por el coronavirus.
Algo que contrasta con la respuesta de otros gobiernos a la crisis, tanto cultural como sanitaria. No sólo España está siendo cuestionada por sus actores culturales, sino también un gobierno como el de México, que ha decidido que la manera de enfrentarse a la pandemia es volver al país más austero todavía. Sobre todo, culturalmente.
El presidente López Obrador parece estar convencido de que los mexicanos ya tienen todo lo necesario para salir adelante: “La cultura de nuestro pueblo no es intangible como suele pensarse. Siempre nos ha salvado y nos ha permitido reponernos de terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias, tiranías, malos Gobiernos y de la corrupción”, afirmó.
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También presumió de ser un país, junto con la India, con muy pocos infectados (no se realizan pruebas masivas) y estar haciendo lo “hace los posible” para que no aumente la deuda pública. Mientras tanto, desde la Secretaria de Cultura se toman pocas medidas más allá de reprogramar actividades y algún que otro compromiso contractual.
En Argentina, en cambio, se han aprobado líneas de financiación a empresas culturales -bibliotecas, centros culturales y organizaciones comunitarias-, además de impulsar plataformas digitales para su disfrute durante el confinamiento. Si bien las partidas destinadas son desiguales y rondan desde los 60.000 dólares para espacios culturales a los 700.000 dólares destinados a bibliotecas.
El desempleo se está cebando con los estadounidenses -más de diez millones de personas solicitaron beneficios de desempleo durante las últimas semanas-. En plena crisis sanitaria y económica, el mercado del arte y, sobre todo, los artistas también están pasando un mal momento.
Por suerte, si algo tenemos de bueno es la cantidad de organizaciones filantrópicas que sostienen el sector cultural:
Instituciones como Getty Trust han puesto en marcha un fondo de socorro de 10 millones de dólares para el condado de Los Ángeles. También la Fundación Helen Frankenthaler se ha comprometido a donar 5 millones de dólares a los artistas y las pequeñas organizaciones artísticas afectadas por Covid-19 en los próximos tres años.
"Ninguno de nosotros podría haber imaginado el desastre médico y financiero de gran alcance que nos ha envuelto como resultado de esta pandemia", dijo Clifford Ross, presidente del consejo de la Fundación Helen Frankenthaler. “El mundo del arte debe movilizarse para apoyar tanto a sus artistas como a los que trabajan cada día en sus museos e instituciones culturales. Creemos que este es el momento de dar un paso adelante".
Igualmente ocurre con la Fundación Andy Warhol para las Artes Visuales, que prometió conceder 1,6 millones de dólares a artistas de dieciséis ciudades, entre ellas Baltimore, Chicago, Cleveland, Houston, Miami, Nueva Orleans, Filadelfia y Washington, DC, y Anonymous Was A Woman (AWAW), que ha presentado una iniciativa que distribuirá 250.000 dólares en subvenciones.
Menos mal que en los peores escenarios, tanto la ciudadanía como los patronos y las fundaciones se crecen.
Si la alternativa para proteger la cultura en este país viniese de la Administración de Donald Trump, ansioso por que vuelva la NFL y se llenen los estadios, la democracia sólo sería pan, circo y deportes.
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