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Players for Pumas during a Liga MX Femenil game. Photo: U.N.A.M. Press
Las futbolistas de las Pumas, durante un partido de la Liga femenina de México. Foto: PRENSA DEL CLUB UNIVERSIDAD NACIONAL

El fútbol femenino fue una de las principales víctimas de la pandemia en México

Después de que se retrasara el inicio de la temporada, el fútbol femenino volvió a México el 13 de agosto.

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No es un secreto que el deporte es una de las industrias más afectadas durante el brote de COVID-19. La repentina cancelación de torneos y ligas en todo el mundo ha desencadenado una crisis financiera sin precedentes. 

Como resultado, la reanudación de ciertos torneos durante el pico de la pandemia, ha hecho que la gente cuestione el pronto regreso de los deportes.

A pesar de los esfuerzos que se están haciendo, el regreso de los deportes se siente diferente. 

Las modificaciones que se han hecho para adaptarse a la nueva normalidad, como la ausencia de gente en las gradas, hacen que los deportes parecen cualquier cosa menos normales.

Uno de los deportes que más ha sufrido durante este par de meses es el fútbol femenino en México. 

La abrupta cancelación de la temporada expuso los problemas a los que se ha enfrentado la liga desde su fundación hace tres años.

La liga de fútbol femenino de México (Liga MX Femenil) se estableció en 2016, cuando la Federación Mexicana hizo obligatorio que cada equipo tuviera un club femenino representativo. 

La liga se creó con el fin de permitir que las mujeres compitieran a un nivel más alto, para desarrollar su talento y aumentar el nivel de la selección nacional femenina de fútbol.

Sin embargo, a pesar de la valiente e innovadora iniciativa, hoy en día la brecha salarial y el trato desigual de las mujeres en comparación con los hombres ha obstaculizado el proceso de crecimiento.

Los salarios que se ofrecen a las mujeres profesionales no son suficientes para vivir y, como es un deporte que exige tiempo, con entrenamiento casi todos los días de la semana, es difícil para las jugadoras conseguir un segundo empleo. 

Según Paola López Yrigoyen, jugadora del Pachuca, los únicos trabajos disponibles fuera del campo son a tiempo parcial. 

"Dime, ¿quién va a contratar a alguien que entrena todos los días, a veces dos veces al día? ¿O alguien que viaja para jugar?", dijo. 

La diferencia entre los sueldos de las mujeres y los hombres es un factor enorme cuando se trata de desarrollar jugadoras talentosas. 

El contraargumento que se cita a menudo es que ambas ligas no generan los mismos ingresos, por lo que es imposible pagar los mismos salarios a mujeres y hombres.

El punto que muchos con esa opinión pasan por alto es que el fútbol masculino se ha jugado durante décadas, mientras que la liga profesional femenina se fundó hace sólo tres años. 

En términos económicos, el fútbol femenino necesita la inversión salarial para que las jugadoras puedan concentrarse sólo en jugar, sin tener que preocuparse por otros trabajos. 

Sólo así, más mujeres en México estarían interesadas en jugar de manera profesional. Como resultado, el nivel de juego aumentará. 

El mayor problema aquí es que, cuando se trata de deportes, los inversionistas mexicanos buscan beneficios a corto plazo, y la idea de tener paciencia y ayudar a que el fútbol femenino evolucione no concuerda con sus ideas de riesgo y beneficio. 

Aumentar el acceso y la recompensa de las jugadoras es el único incentivo que ayudará al fútbol femenino a seguir desarrollándose. De lo contrario, la brecha entre el fútbol masculino y el femenino seguirá creciendo. 

Esperemos que la inversión en el fútbol femenino forme parte de la llamada "nueva normalidad" ya que, como se ha demostrado a lo largo de los años, el fútbol masculino nunca ha alcanzado las expectativas deseadas.