Arte fronterizo: El surrealismo ‘kink’ de Marcel Alcalá
Hasta el próximo 16 de enero la galería Night Gallery de Los Ángeles acoge la exposición Solita del artista mexicoamericano.
Mujeres aisladas en paisajes imposibles pero cuyos rostros parecen máscaras, con sus emociones convertidas en la caricatura de algo que roza los extremos. Personajes no binarios cuya soledad es tan ambigua que a veces parece forzada y otras, voluntaria. Un arte donde las celdas de COVID-19 se sirven en bandeja y hay penes sonrientes que brillan en la oscuridad y margaritas que fuman.
En el universo del artista de Los Ángeles Marcel Alcalá el inconsciente simbólico y sexual se hermana con la tradición y la crítica política y social para descubrirnos un espectro de impulsos y matices que bailan entre la herencia y la experiencia.
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Persona de género no binario e hijo de mexicoamericanos, Alcalá (30) es maestro en moverse en esa frontera tanto estética como cultural y espiritual que linda entre lo pop y las tradiciones mexicanas, entre los símbolos de la santería -un legado familiar- y los guiños y referencias a Frida Kahlo, a las artes huicholas, al fauvismo y la telerrealidad. Cuestionándose al tiempo todas las opresiones que rodean a su doble o incluso triple identidad, en tanto que queer, latino y norteamericano.
Hasta el próximo 16 de enero la galería Night Gallery de Los Ángeles acoge su primera exposición en solitario, Solita, que incluye trabajos de Alcalá realizados durante la cuarentena en donde el surrealismo, el arte político y la ironía más lúbrica conforman el magma de un artista que ha hecho de las fronteras su hogar artístico.
Así explica Marcel Alcalá su obra y los diferentes matices identitarios que la sobrevuelan:
“Vengo de una historia de cultura fronteriza y como persona extraña de color, utilizo el arte para explorar conceptos muy reales que afectan a nuestra vida cotidiana: ideas sobre el "sueño americano", la historia de las expansiones occidentales, y cómo el cristianismo afectó a las creencias indígenas, por ejemplo en torno al género. Yo también participo en el sistema que critico, y hay algo importante en esa noción. Ser mexicanoamericano es ser alguien influenciado por ambos aspectos de la retórica capitalista y socialista, así que elijo combinar técnicas antiguas y nuevas para hacer un trabajo que critique las estructuras heteronormativas. Estructuras destinadas a derribar a gente como yo. Mi cuerpo habla, a través de la actuación y la escritura puedo hablar directamente con el público, creando trajes personalizados que se convierten en obras independientes por sí mismas después de la actuación. Atribuyo gran parte de mi estética a la religión de mi familia, la santería, una religión panteísta afrocubana desarrollada a partir de las creencias y costumbres del pueblo yoruba que incorpora algunos elementos de la religión católica. Barro, trozos de animales, plásticos, mi pelo personal; es en estos objetos que hablan de mi espiritualidad que es casi una forma de expresión chamánica. Soy un maestro. Ya sea que se aprenda a través de mis dibujos al óleo, esculturas o actuaciones, mi enfoque es dar información importante a un público que puede no saber lo que está pasando al sur de la frontera y en mi propio patio trasero. La creación es una autoidentificación. Mi objetivo actualmente ha sido enseñar a otros sobre identidades como la mía y su lugar en el discurso histórico del arte. ¿Cómo puede mi voz ser accesible a un público más amplio fuera de América y cómo puedo aprender de otros que no son como yo?”.
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