FUERA BROMAS: “El comediante es un antropólogo, un explorador y un artesano”
Andrés López lleva más de una década trabajando la comedia y sus íntimas reflexiones sobre los mecanismos internos del humor casi se asemejan a los de un…
El humor nos viste desde lo más íntimo, nos sirve para proteger nuestros sentimientos y para confrontar la piel de los prejuicios con el público. En esta sección, FUERA BROMAS, nos ponemos serios y preguntamos a los más importantes comediantes latinxs sobre los misterios de la comedia.
Seguro que al reconocer su fotografías recordaste alguna de las ocasiones en las que le viste encarnar a alguno de tus conocidos imitando el acento caribeño, al recrear los gestos de los peruanos o las frases para el bellaqueo. Para saltar de manera tan precisa de una cosa a la otra hace falta la precisión de un antropólogo o de un licenciado humanista. Sin embargo, su toque es el del maestro cómico.
Apreciado por gran parte de los aficionados al humor como el comediante que inició toda una escuela colombiana, a inicios del 2010 el humor transversal de Andrés López llenaba salas y asombraba al público con rápidos juegos de palabras, localismos varios y explorando las posibilidades como actor.
Por ello marcó un hito cuando Universal Music le otorgó premios Diamante y Doble Diamante por los récords de ventas con obras como La Pelota de las Letras, totalmente pionera en 2004.
Desde entonces ha explotado su talento en giras y arrasando con Me pido la ventana. En 2013 daba la obligada parada a los grandes comediantes sobre el peliagudo tema del amor en Llegar a Marte, realizando más de setenta presentaciones en vivo solo en Colombia. También ha sido presentador, imagen de varias marcas y actor de doblaje.
De hecho en las últimas semanas, López saltaba a la palestra por su vinculación con la Orquesta Filarmónica de Bogotá para una miniserie sobre la historia de la música titulada El concierto de las emociones y los sentidos.
Andrés López tiene ahora 49 años y, aunque nació en Bogotá, logró su grado en Educación Experiencial en Toronto (Canadá), tras estudiar Ingeniería de Sistemas y Antropología en la Universidad de los Andes.
Todo ello puede verse en el eclecticismo con el que aborda el humor.
Muchos de los monólogos que tantos conservan en sus casas siguen frescos en la exploración de las brechas generacionales, en la indagación de arquetipos románticos o lugares comunes en las relaciones familiares, así como una capacidad para cautivar al público que marcó su profesionalidad.
Por ello Al Día News se ha sentado con él para platicar sobre algunos de los aspectos más personales e íntimos de la magia del stand-up.
La comedia es hacer divertido lo que es de por sí aburrido. Es descubrir las estafas fundamentales a las cuales nos vemos expuestos sin saberlo. De ahí la risa. Al descubrirse la trampa hay un estallar magnífico de la misma.
Aunque, debo advertir que el propósito de la comedia no es hacer reír. El propósito está en eso mismo: manejar las emociones, el final feliz, crear un interés en el objeto, descubrir la trampa. Capturar la atención no en el comediante sino en todo ello. El comediante invita a una observación al objeto no a ser el receptor de toda la atención. Si logra ser la linterna que alumbra caminos oscuros, de ahí que le admiremos y sea por ello... literario.
Tales términos como “punch-line”, “gag”, y demás deben su origen más a los libretistas comediantes al tratar de poner sus productos en diferentes medios que en realidad algo que se pueda poner ahí como "partes de la comedia".
En realidad lo que se busca es "la línea". La base fundamental de la comedia es "la línea" y una "comedy line" se podría definir como un elemento que el comediante puede explotar de mil formas, casi como un alquimista que sabe que tiene todo un proceso o fórmula que puede moldear a su antojo.
Un chiste es una línea básica indivisible, ¿hasta qué punto una línea puede ser tan elemental? Bueno, ahí está el chiste. Un ejemplo de línea sería en mi caso poner un título como: "Para mí generación y la de mis papás no hubo realmente un conocimiento del inglés..."
De ahí empiezan a surgir toda una serie de modelos de líneas y líneas que nacen de ahí como la línea de "yo grababa las canciones en inglés de una emisora a un cassette...".
Y todo ello lo puedo moldear de mil maneras, formas, lugares, haciendo nacer más y más líneas dentro de mi show de La Pelota de Letras, el cual es una obra de teatro hecha de líneas de comedia, es decir, una comedia.
La actualidad se gestiona con el "deber por la observación". Así como descubrí qué es la risa gracias a las definiciones de L. Ronald Hubbard. También descubrí mucho con Viktor Papanek en su libro Design for the Real World un libro que es para diseñadores industriales.
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Coincido en que lo primario es la observación (Hubbard) y hay que hacerle preguntas al sistema que uno observa (Papanek). He aprendido mucho de varias vertientes de la filosofía, ingeniería, teatro.
Mi objetivo no es la línea ya dicha, busco la línea que aún no ha existido. Por eso me tomo mi tiempo y observo mucho. Hay que tener diarios de campo y como aprendí de Hubbard: si no está escrito, no existe. Hay una disciplina de observación y otra de escritura.
La verdadera "libertad de expresión" depende de esos dos deberes primarios.
El comediante es un observador, desde su punto de vista mira sus propias manos, pregunta sobre sus orígenes y la relación con los demás. Es un antropólogo explorador. No se le escapan los temas, puede escapársele la comprensión de los mismos, pero digamos que eso depende de su tono.
Si el comediante busca un tono alto de comprensión buscará propósitos humanistas que entretengan generaciones venideras. Tal es el caso de Aristófanes o Roberto Gómez Bolaños. Si su propósito es bajo la caducidad le espera detrás de nunca poder resolver el misterio sino hacer parte del ruido mismo que lo encierra. El artista puede hacer arte muy destructivo con una simplicidad casi que suicida; pero también hay artistas que logran hacernos ver adentro de la caverna para encontrar rutas de salida y resolver muchas cosas de nuestra humanidad.
Uno debe como comediante saber el propósito final de lo que se dice, como ya lo he dicho. Si el propósito es notoriedad, fama o dinero; el resultado será siempre una caducidad prometida.
La notoriedad rompe la regla de "hacer que haya interés por el objeto". La fama obliga a trabajar para la fama a cambio de nada, un artista trabaja haciendo arte. ¡Punto!
Si hay "buen nombre" por la calidad del producto eso es muy distinto. Hay una validación al artista creador. Muy distinto a la fama. Herir a otro con arte no es el propósito.
La popularidad, la fama,... bueno, soy conocido, pero lo soy por lo que hice y por lo que mostré. De ahí hay una distancia.
Hay un personaje en escena, pero me considero un artesano en un taller. Lo que gano está ya invertido en los siguientes proyectos que en cualquier gremio artístico son muy caros y el público en general tiende cada vez más a cyber-destruírlos de forma abierta, comunitaria, pornográfica y “súper entretenida”.
Yo no me considero famoso. Yo soy un artesano. Sé que muchos me conocen, pero mi propósito es que muchos conozcan mis obras. Yo aquí seguiré con mi vida dando lo mejor de mí para vos. Esa es la tarea… Como dirían los habitantes de Mandalore… this is the way.
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