Luego de obtener su medalla de oro olímpica en la pruebe de “big air”, una disciplina de esquí acrobático que se estrenaba en las olimpiadas de Beijing, Eileen Gu fue consultada por la prensa sobre si aún conservaba su ciudadanía estadounidense, pregunta que evidentemente evadió señalando su agradecimiento por las delegaciones de Estados Unidos y China, mientras recalcaba que el deporte debe ser un motivo de unión y no de divisiones en torno a una nacionalidad. 

 

 

 

 

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Para Gu, de 18 años, no es fácil responder a una cuestión con tantas implicaciones diplomáticas, especialmente porque no es común que un deportista de Estados Unidos abandone a su país para vincularse con la delegación de otro, situación que tiene más relevancia cuando la otra nación no es otra que su archirrival China.

Asimismo, la curiosidad de la prensa es entendible en cuanto a que a diferencia de otros países que permiten la doble nacionalidad, China es reconocida precisamente por no conceder ese estatus a ninguno de sus habitantes, con lo que la conclusión que queda en el aire es que Gu, no solo renunció a participar con el equipo olímpico norteamericano, sino que también lo hizo a su condición de ciudadana estadounidense, a pesar de haber nacido en San Francisco y de haber aprendido a esquiar en los alrededores del lago Tahoe. 

Ya con la medalla de oro en su poder, luego de una increíble presentación que incluyó el primer salto de cuatro rotaciones y media en su carrera, Gu ingresó en la historia deportiva china al convertirse en la deportista más joven de ese país en obtener una medalla de oro en una edición de los Juegos Olímpicos de Invierno, honor que podría continuar ampliando si logra coronarse en los otros dos eventos para los que está apuntada y para los que llega como una de las favoritas. 

Su familia

Gu es hija de un hombre norteamericano, del que poco se sabe, y de una mujer inmigrante china de primera generación y de quien adoptó su apellido. Aunque inició su carrera deportiva como ciudadana de Estados Unidos en 2018, al año siguiente se trasladó a la Federación Internacional de Esquí. Asegura que con sus actuaciones busca inspirar a millones de jóvenes en el lugar de nacimiento de su madre.

¿Qué dicen los críticos? 

Si en cualquier escenario y tiempo la decisión de Gu hubiera podido causar controversia, en unas olimpiadas donde su país de nacimiento boicoteó el evento realizado por su nuevo hogar, se generan muchas más suspicacias. 

Mientras Gu, recientemente admitida en la Universidad de Stanford, se siente norteamericana y china a la vez, hablando con fluidez ambos idiomas, procura no ser ella quien se ponga etiquetas y evita a toda costa convertirse en un nuevo objeto de disputa entre estas dos súper potencias. Sin embargo, aunque ella busque librarse de la polémica, la coyuntura actual hace que otros apunten hacia ella para descargar o sus críticas o sus palabras de apoyo.

Por un lado, muchos le critican que mientras en EE. UU. apoyó al movimiento Black Lives Matter, luego haya guardado silencio con temas que atentan contra los derechos humanos en China. 

A su vez, en China su llegada ha sido vista con buenos ojos y ha tenido buena aceptación entre los medios estatales. Con su apodo de la chica genio esquiadora, ha sido promocionada en varios documentales y ha logrado alcanzar acuerdos comerciales con el Banco de China, China Mobile y JD.com.

El nuevo estatus de Gu se da luego de que, en 2020, las reglas para que los extranjeros puedan aplicar para la residencia permanente en China fueran ampliadas por el ministerio de Justicia. Esto se dio como mecanismo para que quienes sean reconocidos internacionalmente en distintas áreas, incluida el deporte, puedan ser elegibles. 

A Gu se sumaron cuatro atletas más que realizaron todo el proceso para alcanzar la elegibilidad para competir por el país anfitrión en Beijing 2022.