Tinder, OkCupid, POF… en los últimos años han surgido diversas apps de dating, usadas por millones de personas en todo el mundo que sueñan con encontrar el amor de su vida o quizás simplemente conocer a gente nueva. La mayoría funcionan igual: cuando dos personas –mediante un simple deslizamiento de dedo hacia la derecha sobre la imagen correspondiente–  indican gustarse mutuamente, se produce el famoso “it’s a match!” y ya pueden empezar a chatear. Quién empieza a chatear y propone una cita ya es otra historia, pero en 2014, la joven emprendedora estadounidense Whitney Wolfe, cofundadora de Tinder, decidió que debían ser las mujeres. Así que lanzó Bumble, una app de conexiones sociales donde las mujeres son las que dan el primer paso.  

La idea resultó ser un éxito. Desde su lanzamiento, hace cuatro años, Bumble cuenta ya con más de 30 millones de usuarios en todo el mundo y continúa conectando personas a través de tres modalidades: citas, amistad y redes profesionales. No importa el tipo de relación o modalidad que sea, las mujeres siempre son las primeras en dar el primer paso. ¿Por qué? Porque para la fundadora de Bumble, residente en Austin, TX, todo empieza por las relaciones de respeto, igualdad y bondad - uno de los motivos por las que las fotos con armas están prohibidas -, además de garantizar la privacidad de los datos de las usuarias. (Desde hace unas semanas, para registrarse en Bumble no es necesario tener una cuenta en Facebook).

Para comprender mejor la dinámica de hombres y mujeres a la hora de usar las apps de dating, AL DÍA NEWS tuvo ocasión de entrevistar a la doctora Jess Carbino, actual socióloga de Bumble y una de las mayores expertas en relaciones y dating online de los Estados Unidos. Originaria de Filadelfia, Carbino estudió en Emory University y obtuvo su PhD en sociología en UCLA con una disertación sobre sexo, dating y relaciones titulada “Dating in the 21st century”, para la que analizó miles de datos extraídos de diversos websites de citas con el fin de responder la eterna pregunta: ¿qué quieren las mujeres y qué quieren los hombres?

Creo que la importancia que damos a la historia de nuestro primer encuentro es problemática, porque pone mucho énfasis en el encuentro, en lugar de en la relación en sí. Si tendemos a asignar tanta importancia a la historia del cómo nos conocimos es porque hemos sido educados socialmente para evaluar una relación en base al primer encuentro de la pareja. Esta socialización, sin embargo, es problemática, porque se basa mucho en mitos románticos sobre el amor y el romance, como la idea de un único amor verdadero o el amor a primera vista. Estos mitos tienden a pasar por alto la belleza y complejidad de las relaciones, y a eliminar la magia de cómo las relaciones evolucionan con el tiempo.

Una app para mujeres es necesaria porque el dating está muy basado en guiones donde se espera que las mujeres adopten un rol pasivo y esperen a que los hombres den los primeros pasos. Dados los grandes cambios en la situación laboral, educacional y económica de la mujer, atenerse a esos guiones está totalmente fuera de lugar. Sin embargo, existe todavía una fuerte adherencia a estos guiones tradicionales, tan influenciados por el género, así que una app que, por su estructura, ayude a las mujeres a cambiar el guion es muy importante.

Los psicólogos han desarrollado cinco estilos para para explicar la conducta de hombres y mujeres en todos los contextos. Y creo que en los contextos latinoamericanos se da un estilo de flirtear más orientado al juego, donde flirtear solo con el propósito de diversión es muy común.

Las connotaciones son muy diferentes cuando la sociedad se refiere a mujeres solteras o hombres solteros. En comparación a las mujeres, los hombres no cargan con estigmas sociales por ser solteros hasta muy avanzada edad. Aunque ser soltero por supuesto no tiene nada malo y hay una creciente tendencia en los Estados Unidos a quedarse soltero, todavía hay mucha presión social para emparejarse. La presión por emparejarse ha existido durante siglos y está muy basada en la necesidad de mantener el control social y reproducir las relaciones de clase.

La preocupación sobre la mercantilización de las relaciones no está bien argumentada. A diferencia de las decisiones de consumo habituales, los individuos somos instruidos socialmente desde que somos muy jóvenes sobre cómo elegir pareja. Nos educan para creer en los encuentros basados en el destino o en el azar, en que un día las estrellas se alinearán y viviremos una velada de ensueño. No se da este tipo de socialización a la hora de elegir un par de zapatos o un frasco de mermelada. Además, las consecuencias de seleccionar una pareja incorrecta son mucho más graves que las de elegir mal unos zapatos. Los significados y consecuencias asociadas a encontrar una pareja, pues, nos previenen de que todo se reduzca a un amor superficial, a una elección superficial.

Hombres y mujeres buscan cosas muy similares respectivamente. Las mujeres desean atracción, humor, inteligencia y amabilidad. En los últimos veinte años se ha producido un cambio importante, hombres y mujeres buscan ahora relaciones de igualdad. Las mujeres más jóvenes se inclinan más a buscar relaciones definidas en una base de igualdad.