“Trabajé de todo lo que una latina trabaja cuando llega a España”
Arleny Medina nunca pensó que al emigrar de Venezuela en 2005 acabaría liderando un restaurante con aromas tropicales en el barrio más trendy de Barcelona.
Arleny Medina decidió emigrar de Venezuela a España en 2005, después de haber terminado los estudios de marketing en Caracas. Apenas tenía 19 años, pero “con Chávez ya me olía algo raro”, dice esta venezolana de cuerpo menudo y larga cabellera oscura, que ahora regenta el Leka, un restaurante de toques tropicales en el Poble Nou, el barrio más trendy de Barcelona. La capital catalana siempre estuvo en la mente de Arleny, amante de la playa y del buen clima, pero como su hermano pequeño vivía en la lluviosa Ourense, en el sureste de Galicia, decidió mudarse a la misma ciudad que él.
“Al principio no fue fácil. Hace doce años Ourense era una ciudad pequeña, poco habituada a los inmigrantes, no como ahora. Nadie me quería alquilar un apartamento porque pensaban que ejercería la prostitución”, comenta con naturalidad. El hecho de en España no le convalidaran su diploma de Marketing tampoco ayudó. “Me puse a trabajar de todo lo que trabaja una latina cuando llega a un lugar: limpieza, cafeterías, tienda de juguetes, cuidado de personas mayores… hasta fui payasa. Pagaban muy bien”, dice, divertida.
Fue su jefa de la cafetería quién la ayudó a conseguir que alguien le alquilara un apartamento y empezara a adaptarse a Ourense. Pero a Arleny, Ourense se le hacía cada vez más pequeño. “Estaba acostumbrada a una ciudad grande como Caracas, a salir de noche, ir al teatro, a conciertos… Así que me puse en el punto de mira ir a Barcelona, una ciudad con mejor clima, y más cosmopolita”, explica.
Para eso era necesario encontrar trabajo. Y la oportunidad se le presentó al leer en un anuncio laboral que el Aeropuerto de Barcelona buscaba vigilantes de seguridad. “Me puse a estudiar un curso de vigilancia, y a los pocos días de graduarme, ya tenía dos ofertas de trabajo”, dice Arleny. Cuesta imaginar a esta joven de aspecto frágil con el uniforme de agente de seguridad, pero Arleny no se lo pensó dos veces. En 2010 se mudó a Barcelona y trabajó tres años como agente de seguridad, especializándose en control de cámaras, primero en el aeropuerto y después en los Juzgados de la ciudad.
“Mi casa estaba muy cerca del Leka, que entonces era el típico restaurante de comida catalana de toda la vida”, explica. Arleny recuerda que bajaba a menudo a desayunar o a comprar bocatas – como se conocen los sándwiches en Barcelona –para llevarse al trabajo, y así fue como conoció a su futuro marido, Iván, que ayudaba en el restaurante familiar haciendo de camarero.
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“Mi suegra tuvo un problema de salud y salió la oportunidad de llevarlo nosotros. Después de un tiempo de investigación, decidimos darle un nuevo aire, basado en la idea de compartir”, explica Arleny, mostrando orgullosa el mobiliario del restaurante, hecho a partir de diseños fáciles de montar para cualquiera que los quiera copiar en su casa. Los códigos de diseño están disponibles en la web, obedeciendo al concepto de “Open Source” , una idea que descubrieron a través de Tomás Diaz, un arquitecto venezolano que era cliente habitual del Leka. Diaz es además director del BCN FabLab, un centro de investigación arquitectónica desarrollado por el M.I.T, con locales en todo el mundo. “El concepto Open Source se basa en compartirlo todo, “diseños, recetas y vestimenta”, explica Arleny. “Un poco como lo que ocurría en nuestro bar, donde muchos de nuestros clientes se habían conocido y habían colaborado en proyectos porque nosotros los presentábamos”.
Por otro lado, Arleny e Ivan apostaron también por introducir en la carta una fusión de gastronomías de diferentes latitudes, mediterránea, tropical y caribeña, de la mano de dos chefs latinos, Jonathan Domínguez, venezolano, que había sido compañero de piso de Arleny, y Mario Pérez, peruano. “Crema de guacamole, Yuca frita con salsa de aguacate, ceviche … incluso hacemos el consomé tradicional con un toque de cilantro y menta”, explica. “Queremos que la gente local conozca otras cocinas, más allá de la mexicana”. El problema principal fue camelarse a su suegra, al mando de los fogones del Leka desde 1984. “No fue hasta hace tres meses que admitió que le gustaba nuestra cocina”, dice Arleny, riendo.
Como inmigrante latina, Arleny admite estar contenta con su nueva vida en Barcelona, aunque cuando se compara con sus familiares que emigraron a Salt Lake City, Utah, se da cuenta de que en EEUU es mucho más fácil abrir un negocio y seguro que pagaría menos impuestos. “Uno de mis parientes tiene una empresa de diseño y otro montó una agencia inmobiliaria, y les va muy muy bien”, dice. En Barcelona no gana tanto dinero, pero el entorno más latino ha hecho más fácil su integración. En los últimos años, además, ha conseguido que su madre también emigrara a Barcelona, aunque no tenga papeles. “Mi madre sufre del corazón y en Caracas le era imposible encontrar su medicación. Ahora ni siquiera se encuentra paracetamol”.
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