Fallece Adál Maldonado, pionero fotográfico y maestro surrealista puertorriqueño
Maestro de la fotografía surrealista y del movimiento nuyoricano nos deja una interesante figura muy vinculada a su comunidad
El reconocido artista y fotógrafo Adál Maldonado fallecía hace unos pocos días debido a complicaciones de un cáncer de páncreas en forma de paro respiratorio. Moría a los 72 años dejando tras de sí un rico legado profundamente consciente de sus raíces en las artes plásticas y perfomances pero, especialmente, en la fotografía surrealista de finales del siglo anterior. La defunción ha sido confirmada por su íntima amiga Taína Caragol, curadora del National Portrait Gallery in Washington, D.C.
Maldonado nació en Utuado (Puerto Rico) y se trasladó a Nueva York a los diecisiete años, un profundo cambio que han atravesado muchxs latinxs y que marcaría su discurso identitario. Una narrativa visual que estaría atravesada e inscrita por la diáspora puertorriqueña, los problemas de los migrantes o la percepción latinoamericana.
Precisamente en esas décadas, los setenta y los ochenta, vivía la fotografía una pequeña revolución que todavía arrastraban tras las mutaciones de los paradigmas de representación que la propia fotografía indujo en la pintura. Eran ecos de vanguardia y ampliación del campo estético, con otras importantes figuras en la ciudad como Robert Mapplethorpe o Cindy Sherman.
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Jugar con el surrealismo en esos años no sólo implicaba heredar el espíritu deconstructor de los originales surrealistas franceses; más que nada era una reconquista de esas mismas técnicas para, a través de la representación visual, aportar algo nuevo y urgente al debate entre lo representado y lo invisible.
Es en ese panorama de innovación en Nueva York en el que Adál configura sus primeras obras con la particularidad de que, más allá de los collages surrealistas a partir de retratos, busca incentivar el movimiento nuyoricano creado por poetas y músicos descendientes puertorriqueños y afincados en Nueva York, muchos de ellos concretamente en el Bronx, quienes desde los márgenes pretenden reivindicar sus raíces. Por ello en 1994 junto al poeta Pedro Pietri fundó el proyecto El Puerto Rican Embassy y ha participado en bienales representando a su nación.
Fue un prolífico artista que no sólo exploró las capacidades del surrealismo del siglo XX en la fotografía, también siguió innovando como creador gráfico, autor de instalaciones performer o autor de teatro (con una obra titulada La Mambopera). Como promotor cultural, el reconocimiento a su obra en el siglo XXI ha servido también para que diera visibilidad y reconocimiento a las siguientes generaciones de artistas plásticos latinos.
Hasta veinte de las primeras obras de ese periodo de auge fotográfico nuyoricano fueron adquiridas en 2014 por la mencionada National Portrait Gallery. En ellas puede apreciarse a un joven Maldonado que juega a la autoficción frente al objetivo recreando así uno de sus más importantes ejes creativos, que redefinía en una entrevista hace unos años: “Inicialmente estaba pensando en cómo el puertorriqueño reafirma su identidad fuera de Puerto Rico, así que pensamos que como parte de ese proceso podíamos inventar un nuevo ritual, un ritual que pudiera sustituir los viejos rituales y tradiciones”.
Con todo un legado de nuevos rituales para nuevas genealogías y novedosos diálogos con las raíces se despide la comunidad de la figura de un artista que a trabajado mucho más allá de egos y técnicas para proporcionar un atisbo del futuro posible a los que ahora heredan el testigo en esta carrera de relevos.
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