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La identidad boricua puede contestar en forma de resistencia rítmica honrando las raíces africanas mediante la danza que forma parte del imaginario colectivo tanto como diálogo intergeneracional. FOTOGRAFÍA: Tampa Bay Times
La identidad boricua puede contestar en forma de resistencia rítmica honrando las raíces africanas mediante la danza que forma parte del imaginario colectivo tanto como diálogo intergeneracional. FOTOGRAFÍA: Tampa Bay Times

La bomba y la plena, el ritmo de la resistencia puertorriqueña

Estos dos bailes tradicionales triunfan entre la juventud como modo de ofrecer un relato alternativo sobre Puerto Rico y la identidad afroboricua.

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Rica y suavecita se baila la bomba. La plena, según cantaba El trío Maravilla, viene de Ponce del barrio de San Antón, y sirve tanto como noticiero improvisado como murmullo de güiros, congas, timbales y maracas. ¿Por qué es un pilar tan importante de la identidad puertorriqueña y boricua?

¿Cómo se explica el retorno de la juventud a estas danzas como se aprecia en las calles y redes sociales?

Shayne Rodríguez entrevistaba recientemente al director del grupo de bomba de Chicago Bomba con Buya para HipLatina sobre este retorno a las tradiciones de la juventud, entre otras cosas. Roberto Pérez aclaraba que: “Tenemos la responsabilidad de honrar a los que nos precedieron y no olvidarlos. No permitir que nuestras tradiciones se desvanezcan y mueran”.

Las danzas funcionan en clave cohesionadora de comunidades y sistemas culturales, ya que comparten un ritmo biológico que en cada género se relaciona con unos instrumentos.

También por compartir escenario de representación, un léxico común y, en muchos casos, estar ligado a la actualidad de la comunidad, como sucede en el free jazz, el freestyle o la misma plena.

De entre todos los posibles símbolos culturales que perviven entre el sofoco de la pista de baile, el reggaeton parece la música imperante que puebla las radios. Pero en muchas ocasiones no transmite las dualidades, ambivalencias y tensiones internas de entre el rico legado latino y puertorriqueño.

Mientras que la identidad boricua debe a veces enfrentarse a la peor cara de la sociedad relacionada con un colorismo profundo, también puede contestar en forma de resistencia rítmica honrando las raíces africanas mediante la danza que forma parte del imaginario colectivo y es un diálogo intergeneracional.

La bomba bambulaee cuenta con grandes exponentes como Felix Alduén Caballery y sus hermanos o el patriarca Don Rafael Cepeda.

Sus orígenes, sin embargo, se remontan al siglo XVII entre los esclavos, especialmente en sus ritos al margen de la cristiandad, y solía bailarse con máscaras de vejigantes para espantar a los espíritus perversos.

Suele relacionarse con la zona de Loíza, corazón de la identidad cultural afroboricua. También existen otras variantes como la bomba del chota que se baila en Ecuador que tiene otros instrumentos como la guitarra, el requinto o el güiro.

La plena tiene un orígen mucho más reciente, hacia 1920 y más influenciada por la música del jíbaro, y triunfó en zonas urbanas por los versos de actualidad improvisados -una mutación de habilidades que expresaron en el último siglo varios géneros musicales y que sirve tanto para adornar bellas coreografías como para mantener relatos independientes sobre la comunidad.