Siri Hustvedt: “El racismo, la misoginia y la xenofobia son el monstruo de tres cabezas del actual Estados Unidos”
La escritora advierte que esta sociedad aún sigue normalizando la violencia sexual y que la cultura siempre es punitiva.
Aquel tipo había entrado en su apartamento, la empujó contra una estantería con intención de violarla, pero justo entonces Lucy, la vecina a la que la joven S.H. espiaba, llegó y evitó la tragedia. ¿Por qué calló entonces? ¿Por qué no quiere ni puede callar ahora?
El miedo y la vergüenza de aceptarse víctima de un intento de violación la mantuvieron en silencio durante cuatro décadas, pero llegó el ascenso de Trump, llegó el #Metoo alzando la voz contra el machismo y la agresión sistematizada, y S.H, la mujer madura, ya no pudo seguir callada.
La reconocida escritora y feminista Siri Hustvedt, en cuyas obras aborda las grietas del patriarcado y el papel de la mujer en el arte, visitó España para recoger el reconocido galardón Princesa de Asturias de las Letras y presentar su último libro publicado en el país, “Recuerdos del futuro”.
Una novela que ni es autoficción ni memoria, sino un diálogo entre el presente y el pasado, una historia que, capa tras capa, recrea la vida de una joven -ella, o una parte de ella-, que llegó a la Nueva York de finales de los 70’ para convertirse en escritora y tuvo que deambular por las calles armada con una navaja -le puso un nombre, “Baronesa”- para disuadir a los agresores sexuales.
Pero es la historia también de una Siri adulta que reflexiona acerca del papel de las mujeres escritoras en el arte, mezclando una parte de sus recuerdos con otra tanta de invención:
“Existe la creencia casi morboisa de que las mujeres carecen de imaginación”, dice.
Para Husvedt, demócrata preocupada por ese monstruo de tres cabezas que es hoy Estados Unidos –“al racismo, que es la herida más grande de mi país, le acompaña la misoginia y la xenofobia”, cuenta-, un movimiento como MeToo puede cambiar las cosas y enfrentar discursos como el de Donald Trump, del que dice “su discurso no tiene nada de puritano”.
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“No puedo contar cuántas veces me arrinconaron en una discoteca cuando era joven –dice-; las violaciones siempre han sido un delito, pero magrear a una mujer en el metro… era rutinario. Si una mujer le hiciera eso a un hombre, si le retorciera las pelotas, sería igualdad”.
Si bien advierte que nadie ve con buenos ojos un acto sexual no consentido y que incluso en una relación sadomasoquista existe un “contrato”, a los ciudadanos aún nos cuesta invertir roles.
“Claro que puede haber equívocos, pero se solucionan con una sola palabra: NO QUIERO”, resume.
Mujer blanca nacida en una familia de clase media que escribe sobre mujeres como ella, para Hustvedt tener en cuenta la relación que existe entre raza, clase y género es la base para un mundo más justo y plural.
La lectura, añade, es la única vía para ampliar perspectivas e imaginarse en otras posiciones posibles. Entender, en suma, que a unos pocos kilómetros de su casa puede haber persona afrontando problemas muy distintos:
“Nueva York es muy diversa, pero Manhattan se ha aburguesado y ya no queda clase media. Esa sí es la forma más rápida de matar a una ciudad”, concluye. Y añade que debería protegerse a los pequeños comerciantes y a los vecinos de los barrios para que la ciudad no acabe convirtiéndose en un Starbucks gigante.
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