Premio Nobel 2020: Otra oportunidad perdida de "descolonizar" el galardón
La poeta Louise Glück es una extraordinaria escritora, quienes no son tan “extraordinarios” son los miembros de la Academia Sueca.
No pasa todos los días que una mujer gane el Premio Nobel. De hecho, no ocurría desde hace 27 años que una escritora norteamericana lo ganase, cuando Tony Morrison recogió el galardón en 1993.
Desde entonces, hemos asistido a ceremonias algunas más polémicas y dudosas que otras. Como el año 2016, en que hasta el propio Bob Dylan abrió la boca de par en par y tal vez canturreó para sus adentros Blowin’ in the Wind al descubrirse ganador del Nobel.
Tras los escándalos de abusos y filtraciones que empañaron la Academia Sueca, el pasado año se premió a dos centroeuropeos, la escritora polaca Olga Tokarczuk y el austriaco Peter Handke, ambos con obras y una trayectoria excepcionales.
Sin embargo, algunas voces críticas se alzaron entonces para señalar la endogamia histórica del galardón.
“Aunque Tokarczuk y Handke sean grandes escritores, premiar a dos creadores centroeuropeos no parece la mejor salida a la crisis del Premio Nobel de Literatura, que en 2017 concedió la medalla al británico Kazuo Ishiguro. El jurado traiciona las dos consignas que Alfred Nobel dejó manuscritas en su testamento: había que premiar lo ideal desde una perspectiva internacional. En cambio, el galardón no ha salido, por partida doble, de la Vieja Europa”, sostenía el escritor y ensayista español Jorge Carrión en un artículo publicado en Washington Post.
Ahora, recién celebrada la ceremonia de este año, Carrión sigue insistiendo en que el Nobel no acaba de salir de la burbuja colonialista.
“Con el Nobel de Literatura a la poeta Louise Glück, nacida en Nueva York, la Academia Sueca vuelve a perder la oportunidad de ser realmente global y postcolonial. De los últimos premiados, cinco escriben en inglés y dos son de los Estados Unidos: tan inexplicable como triste”, se ha quejado el escritor en Twitter.
Del más de un centenar de ganadores del Premio Nobel de Literatura desde su creación, sólo 6 son latinoamericanos: Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa y la chilena Gabriela Mistral.
Mistral fue la primera escritora iberoamericana en ganar un Premio Nobel y una de las ahora 16 mujeres en haber conseguido el galardón si contamos a su flamante nueva ganadora, Louise Glück.
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Glück no es muy conocida por los lectores internacionales -su nominación en España sorprendió a muchos, que afirmaban en las redes no haber oído hablar de la escritora aunque alguno de sus libros haya sido publicado en español por editoriales como Pre-Textos.
Sin embargo, la neoyorquina de 77 años es un referente de la poesía estadounidense y ha ganado tanto el Pulitzer como el National Book Award con obras que abordan desde la infancia a la vida familiar y la muerte, y en las que a menudo reelabora los mitos griegos y romanos.
Nada que añadir sobre su merecida medalla a obras tan magistrales como Averno o El Lirio Salvaje, que la alzan según los críticos al nivel de Emily Dickinson.
Sin embargo, conviene plantearse si voces como la de Carrión están en lo cierto, más cuando el Nobel no es sólo un premio a toda una carrera o a la contribución de un escritor a la literatura universal. Sino también un premio muy politizado que no puedo desligarse del contexto internacional.
¿Qué quiere decir entonces que Louise Glück haya ganado el Nobel en un momento como el que vivimos?
Por un lado, que necesitamos como el agua un lenguaje que apuntale la verdad como lo hace la escritora, que resignifique la palabra. Por el otro, que Europa sigue mirando a Europa y a veces a América, mientras que los autores racializados y/o de países que siempre han sido peones en el tablero de ajedrez de los colonialismos siguen siendo una minoría.
En un verso del poema ‘La Primera Nieve’ (Una vida de pueblo), escribe Louise Glück:
Como una niña, la tierra se va a dormir,
o al menos así dice el cuento.
Pero no estoy cansada, dice,
y la madre responde: Puede que tú no estés cansada pero yo sí.
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