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Federico Erebia es médico jubilado, artista, carpintero, autor e ilustrador. Foto: Cortesía

El inquebrantable vínculo entre hermanos

Federico Erebia’s debut YA novel, Pedro & Daniel, explores mental health and neurodivergence through the AIDS pandemic.

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El debut del médico jubilado Federico Erebia con su primera novela juvenil, Pedro y Daniel, es una historia profunda que se extiende desde la infancia, a través de sus años de adolescencia y hasta la edad adulta de dos hermanos mexicano-americanos que crecieron en la década de 1970 en Ohio. Juntos exploran la pandemia del sida mientras se enfrentan al colorismo y a la homofobia intrafamiliar que sacude sus vidas.

Federico nació en Port Clinton, Ohio. Doctor en medicina por la Universidad de Brown y obtuvo una licenciatura en Química en el College of Wooster. Forma parte del comité directivo del Fondo de Impacto y Legado de la Sociedad de Escritores e Ilustradores de Libros Infantiles (SCBWI por sus siglas en inglés), participa en la incubadora inaugural de publicidad Poets & Writers para autores debutantes, es escritor de GrubStreet y miembro activo de otros grupos de escritura.

Su historia desentraña el resentimiento que siente la madre de Pedro por ser la viva imagen de su padre de piel más oscura, que a Daniel le gusta jugar con muñecas y que ninguno de los dos practica deportes.

En un post de invitado, mencionó: "Se esperaba de nosotros que hiciéramos deporte en un intento mal concebido de sacar de nosotros un talento inexistente. Nos sentíamos miserables en nuestras mediocres actividades".

Están cortados de la misma tela

A pesar de sus similitudes, eran relativamente diferentes en sus luchas, sueños y maneras de ver la vida. Explica que tenían "puntos de vista conflictivos sobre la religión y relaciones divergentes con la Iglesia católica. Tuvimos experiencias muy distintas con el VIH/SIDA: Yo me convertí en un especialista en atención primaria del VIH, y él sucumbió al maldito virus, justo cuando teníamos pocas opciones de tratamiento que ofrecer a nuestros pacientes."

Los primeros casos de sida reportados en Estados Unidos fueron en junio de 1981 y, según The Kaiser Family Foundation (KFF), "más de 1,2 millones de personas viven con el VIH en Estados Unidos y se producen más de 35.000 nuevas infecciones cada año. Más de 700.000 personas han muerto en EE.UU. por enfermedades relacionadas con el VIH".

Pero los hermanos compartieron muchos recuerdos, a pesar de los problemas de salud que Daniel estaba enfrentando; una excursión a México: Esplendores de treinta siglos, celebrada en el museo metropolitano de arte de Nueva York, cuando Daniel aún estaba sano.

Tristemente, comenta además en el artículo que a la muerte de Daniel pidió que le dieran el libro que había comprado en el museo porque "lo usé como referencia al escribir sobre ese fin de semana en Pedro & Daniel".

A pesar de que ambos niños eran neurodivergentes, término acuñado por la socióloga australiana Judy Singer en 1998, los niños destacaron en la educación. Pedro & Daniel es una novela bellamente elaborada que podría haber sido fácilmente una memoria ficticia, algo que Federico afirma: "La novela trata por igual a cada personaje principal", no sólo de su experiencia en el transcurrir por las complejidades de la vida. 

La historia, escrita en un estilo lírico, lleno de dichos o proverbios, capta las melancólicas narraciones que, en ocasiones, el autor transmite a través de prosa estándar y la mezcla de escritura para crear una "emoción sutil y visceral", sólo realzada por el uso del spanglish.

"La última vez que vi a mi hermano fue en la exposición AIDS Memorial Quilt en el National Mall de Washington DC", dice en su post. "La novela termina con una referencia de cincuenta palabras que hace un círculo completo al tema central del primer capítulo del libro. Estas cincuenta palabras son las primeras que escribí sobre Pedro y Daniel. Me pareció particularmente conmovedor terminar la novela con estas palabras, junto con una foto mía con Daniel, mi hermano, tomada unos meses antes de los acontecimientos que inician esta novela."

Aunque Daniel murió en 1933, declara que su "único y verdadero tesoro era Daniel, mi hermano".

Erebia vive en Massachusetts con su marido y sus perros Westie y Whippet, en la casa que él mismo diseñó y reformó.