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Catherine Hernandez, autora de la distópica (y muy actual) Crosshairs.
Catherine Hernandez, autora de la distópica (y muy actual) Crosshairs.

Crosshairs, una distopía feroz donde el “Otro” es el héroe

Protagonizada por una drag queen mestiza y ambientada en un Canadá apocalíptico, la última novela de Catherine Hernandez es una llamada a la resistencia.

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Este 2020 ha sido un año que fácilmente podría haber sido narrado en una novela de ciencia ficción muy política y con pandemia incluida. Si la realidad supera muchas veces la ficción, ambas se afectan mutuamente en un baile rockero que nos impele hacia el cambio. 

Cuando Catherine Hernandez escribió Crosshairs, su más reciente novela, lo hizo en base a una pregunta: “¿Necesito armarme ya que el mundo está cambiando de una forma espantosa?”.

Había ocurrido la masacre de 2016 en el club Pulso de Orlando, dirigido, si así lo recuerdan, a personas LGBTQ y de color, y aunque no fuera un hecho aislado, atrocidades como esa, infligidas contra las comunidades históricamente marginadas, han tenido su cumbre este año y desatado la ira de una ciudadanía harta de vivir en la desigualdad y el miedo. 

Justo un mundo paralelo al que recrea Hernandez en Crosshairs, describiendo un Toronto donde reina la violencia institucionalizada contra los llamados “Otros” -trans, queers, personas racializadas y discapacitados- tras grandes inundaciones que ha hecho que los privilegiados utilicen el genocidio para sentirse seguros. 

Aquí es donde entra Kay, una drag queen jamaicano-filipina que se une a un movimiento de resistencia, que también cuenta con algunos aliados blancos, para derrocar a un gobierno cuyos riots, los Boots, está asesinando y esclavizando a las minorías en casas de trabajo. 

En un ejercicio tan doloroso como trepidante, Hernandez desenmaraña los estereotipos de raza y género para reflejar a personajes de identidad diversa que luchan por una misma causa, si bien no acaba de dejar traslucir cómo esta identidad afecta a la evolución del personaje. Pero sí hace suya una crítica habitual de las comunidades negras, marrones y asiáticas, y es que más allá de ser reflejados como víctimas por el discurso blanco, son “resistentes”. Y su vulnerabilidad les hace más fuertes. 

Con un ritmo trepidante a la vez que un estilo envolvente y en ocasiones muy lírico e íntimo -los flashbacks de la novela reflejan el antes y el después del fatídico período de la “Renovación” y las descripciones son cada vez más físicas y sensoriales-, Crosshairs parece ser de aquellos libros que más que “visionarios”, se convierten en parábolas de una época.

Un tiempo donde, como escribe la autora, la seguridad es frágil y la vida también lo es.

¿Será que la ciencia ficción ha dejado de ser el pregonero de los peligros del futuro y proponer nuevos mundos posibles para convertirse en la forma de literatura más realista (aunque simbólica) de nuestro presente?