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Leonardo Padura. Photo: EFE
Leonardo Padura. Photo: EFE

Leonardo Padura: “La patria no es de nadie y es de todos”

En su última novela, Como polvo en el viento, Leonardo Padura recorre casi sesenta años de la historia cubana, convirtiendo la memoria en un latido y un puente…

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Leonardo Padura tiene la virtud de los mejores escritores. Lo mismo nos hace recorrer los callejones más oscuros de La Habana acompañando al detective Mario Conde, que investiga los vericuetos vitales del asesino catalán de Trotsky. Su última novela, Como polvo en el viento (ed. Tusquets, 2020), recorre la historia cubana a través de las vidas de un grupo de amigos que se conocieron en los años sesenta en la Universidad de La Habana y que, a excepción de Clara, eje del grupo, se fueron al exilio. 

También es la historia de Adela, una joven cubanoamericana que vive en Nueva York y que intuye que sus orígenes no son como le contaron. 

Una novela, en suma, que trata sobre amores y desamores, y sobre la amistad, por encima de tradiciones, infidelidades y obstáculos. Pero también, supuesto, de la patria y la compleja relación que tenemos con ella. “La patria es un lugar, una ciudad, una casa, pero es también un concepto que no se manifiesta siempre con las mismas cualidades, aun cuando algunas de ellas son permanentes”, dice Leonardo Padura, para quien los emigrados y exiliados tienen vínculos más complicados con el origen pues, como se recuerda en Como polvo en el viento, “nadie abandona el sitio donde es feliz”.

Si bien la manera en que el cubano desarrolla el trauma del exilio en esta novela es tan diverso como las situaciones que viven sus personajes, que aun repartidos por ciudades como Madrid, Barcelona, París o Nueva York, siguen unidos a través de la memoria. 

“Trato, como decía Flaubert, de llegar al alma de las cosas a través del alma de los personajes… Desde la negación y el odio, a la indiferencia o la añoranza: todas son formas de expresar ese amor o desamor, y creo que todas son válidas, porque si queremos defender nuestra libertad de opciones y opiniones, debemos respetar la de los otros, aun cuando no estemos de acuerdo”, advierte. Porque “la patria no es de nadie y es de todos, y cada uno puede tener una peculiar relación con ella”.

Una mayoría visible

Como polvo en el viento es un gran caleidoscopio de historias que son, en esencia, la historia de Cuba desde los tiempos de la Revolución y hasta nuestros días. Un relato intergeneracional donde se aborda el carácter diferencial de las nuevas generaciones de exiliados cubanos, que bien sea en Estados Unidos o en Cuba, son hijos de otro mundo y otras experiencias. Aunque, sostiene el escritor, eso no siempre quiere decir que su relación con la isla sea distinta o más amorosa que la del llamado “exilio histórico cubano” de los años 60’.

“En Miami, por ejemplo, hay de todo, desde fundamentalistas hasta indiferentes, y estos últimos tiempos de confrontación política dentro de Estados Unidos lo ha demostrado, lo ha potenciado”, asegura el escritor, que confía en que en algún momento se llegue a un punto de confluencia entre ambos países y se imponga la concordia. 

Pero, ¿son los jóvenes cubanos la esperanza para un futuro más armonioso entre U.S. y Cuba?

“Tal vez tendrían que cambiar muchas cosas en Cuba, también en el exilio, pero no dejo de ver esa conciliación como una necesidad y como la mejor solución para el destino del país. Y ya no podrán protagonizar ese proceso los viejos exiliados, sino esas nuevas generaciones que quizás, quizás, sean más pragmáticas, menos apasionadas, más desprejuiciadas. Pero a veces pierdo esa esperanza: hay demasiado fundamentalismo dentro y fuera de Cuba, entre otras razones porque el fundamentalismo les paga a algunos”.

"La política de Obama puso en una posición más difícil al gobierno cubano que las posturas extremas de Trump".

Una división orquestada desde el poder sobre la que planea el fantasma de la Guerra Fría y que ha hecho que muchos cubanos residentes en Estados Unidos -”al menos una mayoría visible”, dice el escritor- hayan manifestado su apoyo al republicano Donald Trump durante la campaña electoral. Quien, a su vez, ha empleado, como ocurre siempre en época de elecciones, a la isla como arma arrojadiza. 

“Trump ha endurecido mucho la política del embargo y, por ejemplo, enviar algún dinero a Cuba se ha hecho muy complicado y ahora mismo casi imposible, y Cuba, pero sobre todo, muchos cubanos, necesitan de ese dinero y... Pero el discurso de Trump y su política son los mismos que los de Reagan, los Bush, etc., etc., y… creo que la política de Obama puso en una posición más difícil al gobierno cubano que las posturas extremas de Trump”, sostiene Padura.

La censura y sus brechas

Desde que se aprobó el decreto 349, que impone restricciones a la creación artística en Cuba y requiere que los artistas obtengan el permiso del gobierno para exponer una obra, muchos han pretendido ver el final de la época dorada de la cultura cubana, que enamoró a escritores como Hemingway y que fue la patria -y en ocasiones el calabozo- de los mejores narradores de Latinoamérica, como Alejo Carpentier, Lezama Lima, Virgilio Piñera y, claro está, Leonardo Padura. 

Para el escritor, que siempre ha defendido que no abandonaría la isla porque su prosa es a Cuba y solo tiene sentido en el país, la ley que aún no ha entrado en vigor, es “una señal de alarma muy potente”. 

“Lo extraño es que se quiera instrumentar con carácter de ley algo que existe en la práctica de la política cultural cubana que es la posibilidad de controlar qué se exhibe, se consume, se difunde culturalmente en la isla –aunque esa tela cada vez tiene más huecos, y circulan obras de todo tipo por canales alternativos” gracias a las nuevas tecnologías, dice. 

"Este decreto no va a detener el proceso de creación de los artistas cubanos, aunque pueda complicarnos la existencia".

Como ya está ocurriendo con Como polvo en el viento, que mucha gente en Cuba está leyendo en versión digital pirateada. Y lo mismo, asegura Padura, ocurrió antes con la película Regreso a Ítaca, que el escritor guionizó y que cuando por fin se programó para que se viera un par de tardes, media Cuba había visto ya por esos canales alternativos.

“Este decreto que recuerda las políticas que se practicaron en los años 1970, durante ese Decenio Negro de la cultura cubana, no va a detener el proceso de creación de los artistas cubanos. No lo detendrá en los que viven fuera de la isla, por supuesto, y tampoco en los que vivimos dentro, aunque pueda complicarnos un poco la existencia”, afirma. Y añade que el papel de los creadores cubanos debe ser comprometerse con su trabajo y no permitir que los mecanismos de control limiten la expresión y la práctica de su libertad.

La vuelta de Mario Conde

Actualmente, Leonardo Padura se encuentra inmerso en la escritura de otra novela que reúne a su mítico personaje, Mario Conde, con el proxeneta cubano más influyente del siglo XIX, Alberto Yarini, quien alguna vez incluso soñó con ser presidente. 

Un personaje sobre el que ya había escrito antes y que para Padura representa un momento histórico de gran frustración nacional y desconcierto social. 

“Recuerda que luego de cuatro décadas de lucha por la independencia, Cuba nace como Estado en 1902 con una enmienda constitucional denigrante, que le permitía a Estados Unidos intervenir en los asuntos de la isla cuando lo deseara (y así lo hizo en 1906), con los veteranos de la guerra casi en condición de mendigos o convertidos en políticos con muy pocos escrúpulos, con unos niveles lamentables de discriminación racial. Un sueño frustrado. Y en ese país que comienza a buscar formas de modernización, en que el dinero se puede ganar por cualquier vía, de pronto hay un proxeneta, nada más y nada menos que un proxeneta, que en su actividad social y política encarna una cierta dosis de dignidad y de un patriotismo populista. Ese símbolo o síntesis del momento me va a servir, espero, para hablar de esa y otras frustraciones de sueños cubanos a lo largo y ancho de nuestra historia”, resume el escritor.