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Photo: Building the American Dream
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Si quieren saber qué esconden los cimientos de Texas, pregúntele a un obrero latino

Chelsea Hernández revela en 'Building The American Dream' los entresijos de la industria de la construcción, que cada día se cobra más víctimas en accidentes …

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En la moderna ciudad de Dallas, rascacielos acristalados destellan bajo un sol de justicia. Del hormigón nacen como champiñones edificios donde sólo había campas, las hormigoneras giran frenéticas y una muchedumbre de hombres se cuelgan de los andamios caminando por ellos cual trapecistas. 

Desde hace unos años Texas se ha convertido en el epicentro de la industria de la construcción en América, en buena parte atraída por sus laxas leyes laborales que favorecen contratos basura para los obreros y condiciones tan precarias que la obra sale barata, pero las vidas se pagan caras. Sobre todo, las vidas latinas y migrantes.

La cineasta Chelsea Hernández conoce muy bien lo que se oculta bajo los orgullosos cimientos del estado. Nacida en San Antonio pero criada en Austin, la primera vez que tuvo la certeza de que la vida de un migrante vale para las constructoras mucho menos que un ladrillo fue al comienzo de la facultad, en 2009, cuando supo que tres obreros habían muerto en la construcción de unos apartamentos de lujo para estudiantes.

Esa fue la simiente de un documental que ella y su equipo tardaron cinco años en realizar y en el que estuvieron varios años ganándose la confianza y siguiendo a varias familias latinas que luchan por sus derechos dentro del Workers Defense Project (WDP).

Algunos de ellos han perdido a un hijo en accidentes laborales que podrían haberse evitado porque las empresas no reparan en medidas de seguridad o formación; a otros, el contratista se negó a pagarles su salario, amenazó con denunciarlos o los abandonó lesionados en el hospital como a perros. 

Es la historia que cuenta en Building the American Dream, un documental sobrecogedor que se estrena a partir de hoy 15 de septiembre en PBS y en donde retrata a víctimas que son héroes y a políticos en connivencia con una industria abusiva en un estado en donde muere un obrero cada dos días. Bienvenidos a Texas, cuidado donde pisan.

“Las cosas no van a cambiar si no hablan”, le dice en español el representante de la organización Proyecto de Defensa de los Trabajadores a los obreros congregados en una de tantas reuniones celebradas en Texas. En la sala no cabe ni un alfiler, son muchos quienes esperan que les ayuden a parar una situación que ha llegado a ser insoportable y amenaza sus vidas. Pero temen hablar, su condición de migrantes los convierte en carne de deportación y, por tanto, de abusos. 

“El mayor obstáculo es que la gente no tiene la información correcta para denunciar a empleadores inescrupulosos. Y cuando lo hacen, existe el temor de represalias por parte del empleador, con el riesgo de ser despedido o de que llamen al ICE. Pero todos los trabajadores, sin importar su estatus, tienen derecho a ser pagados y a un ambiente de trabajo seguro”, cuenta Chelsea, que los acompañó a manifestaciones y también estuvo con ellos en sus casas, familias que reclaman desde hace años una legislación que proteja a los trabajadores que aún hoy no tienen derecho a un descanso de 10 minutos cada cuatro horas de extenuante trabajo. 

Vidas como la de Claudia, una electricista salvadoreña que además de enfrentar el robo de su salario por parte de un empleador también enfrenta las amenazas del ICE.

“El mayor obstáculo es que la gente no tiene la información correcta para denunciar a empleadores inescrupulosos".

“Me enamoré de Claudia cuando la conocí en un mitin por la ley de descanso en Dallas. Estaba segura de sí misma, hablando en contra de las injusticias frente a los manifestantes y las cámaras de los medios de comunicación, y fue tan inspiradora. Sabía que quería presentar a una trabajadora y una vez que supe de la historia de Claudia, nos acercamos a ella y le pedimos permiso para filmarla. Terminamos filmando con ella y su familia de vez en cuando durante dos años”, dice Hernández. 

Para la mexicoamericana es sencillo identificarse con estos trabajadores latinos ya que “generaciones anteriores a la mía han trabajado duro para salir adelante y ver a la comunidad latina explotada en tiempos actuales y a plena luz del día es un insulto para toda la comunidad”. 

Por ello cree que los jóvenes latinos nacidos en Estados Unidos no sólo pueden unirse a la lucha, sino también votar en las elecciones locales que son mucho menos vistosas que las presidenciales pero tienen un efecto más directo en la vida de los ciudadanos. 

“Los hijos de los trabajadores migrantes son testigos de primera mano de los efectos de las leyes de derecho al trabajo y de la falta de protección de seguridad para los trabajadores. Las elecciones locales rara vez son atendidas, pero son las que más afectan a las leyes locales sobre el lugar de trabajo”, asegura Chelsea. “Creo que los latinos nacidos en los Estados Unidos pueden usar su privilegio de ciudadanía para expulsar a los políticos que demonizan a los inmigrantes y aprueban leyes que ponen en peligro a las familias trabajadoras”.

Héroes y no víctimas

Uno de los momentos más sorprendentes y desasosegantes de Building the American Dream, que ni la propia cineasta esperaba presenciar, fue una reunión en el City Council de Dallas donde una familia que habían perdido un hijo en accidente de la construcción tuvo que oír cómo parte del plantel político trataba poco menos que de vagos a los obreros por reclamar algo que a día de hoy todavía no se ha conseguido, un descanso de 10 minutos cada cuatro horas de trabajo obligado por ley en el sector. Lo que pone de relevancia la estrecha relación que existe entre los estamentos políticos y económicos, una asociación que muchos esperan demoler, aunque no sea fácil. 

“En medio de una pandemia y de la continua violencia contra los hombres y mujeres negros, la gente se está levantando contra los sistemas de opresión en cantidades sin precedentes, y por eso creo que el cambio está llegando definitivamente”, dice Chelsea Hernández, que aspira a que el documental fomente el debate y resuene para los trabajadores, y en los centros y grupos que luchan contra las injusticias laborales. 

“Creo que los latinos nacidos en los Estados Unidos pueden usar su privilegio de ciudadanía para expulsar a los políticos que demonizan a los inmigrantes"

Uno de los grandes aciertos de Building the American Dream, sin embargo, es que más allá de presentar a los obreros latinos como víctimas de un sistema que se aprovecha del miedo y la precariedad, los retrata como héroes que se hacen fuertes en comunidad. O, como Chelsea los llama, “motores de cambio”, generadores esperanzados de un verdadero movimiento.

“Me inspiró mucho el empoderamiento de los trabajadores inmigrantes que se organizan y cómo lograron que se aprobaran leyes para proteger a los trabajadores sin importar su estatus. Estos trabajadores se enfrentaron a la adversidad pero se mantuvieron firmes a pesar de todo”, sostiene. 

“Como dice Gustavo en la película: ‘Juntos somos fuertes y todo puede lograrse si luchamos’”.

No obstante, aún queda mucho por hacer. Aunque centros de trabajadores como el WDP trabajan por conseguir mejores condiciones para los obreros migrantes y hay más de 200 centros, dice Chelsea, que colaboran con sindicatos para impulsar cambios legislativos, hay medidas urgentes que deben tomarse YA.

“A medida que el cambio climático continúa calentando el mundo, se necesitarán protecciones para prevenir las enfermedades por calor. La orientación y los folletos no son suficientes”, advierte.