Basada en un poema épico del siglo XV de Alonso de Ercilla que narra el enfrentamiento entre el sanguinario Pedro Valdivia y los araucanos en Chile, esta película mezcla de western de conquista y cine de aventuras es una de las pocas obras sobre la conquista del cine de América del Sur.

La Araucana fue una coproducción chilena, española e italiana dirigida en 1971 por el cineasta Julio Coll que en su día indignó tanto a chilenos como a europeos por la deficiente caracterización que hizo su director del pueblo araucano (es decir, mapuche), a los que se representó como una suerte de comuna hippie.

Dirigida por el genial cineasta alemán Werner Herzog y con la actuación estelar de un enloquecido Klaus Kinski al que el personaje del no menos loco explorador Lope de Aguirre le sienta como anillo al dedo, este filme icónico de 1972 cuenta la aventura equinoccial del vasco en su búsqueda de la mítica ciudad de El Dorado. 

Un viaje arriesgado desde los Andes Peruanos a través de la selva que se convierte en una pesadilla llena de crueldad y en la que Aguirre tratará por todos los medios de dejar su legado en esa tierra intentando desposar a su hija, que viaja con ellos, a toda costa. 

Además del genial reparto y la lectura que Herzog hace del afán de dominio y el fanatismo de Aguirre, lo que no tienen precio son las anécdotas ocurridas durante el rodaje de la película, que bien podrían dar lugar a otra cinta: Kinski llegó a tal grado de mimetismo con el personaje que casi mata a uno de los actores al golpearle en la cabeza con su espada.

Un curioso abordaje al personaje del explorador Álvar Núñez Cabeza de Vaca -primer europeo en contemplar las cataratas de Iguazú-, en donde se nos revela no sólo su afán aventurero y su ambición personal, sino también unos anhelos espirituales de lo más “eclécticos”.

En la cinta se cuenta cómo Cabeza de Vaca fue tomado como sirviente por unos indios después de sobrevivir a la malograda expedición de Pánfilo de Narváez a través de Florida. Al servicio de los nativos, el explorador adoptó sus costumbres e incluso su práctica del chamanismo, previo a una nueva expedición por lo que hoy es el desierto de Sinaloa, en México. 

Dirigida por el cineasta Nicolás Echavarría en 1991, Cabeza de Vaca es una cinta muy recomendable e históricamente rigorosa, como la mayoría de las películas sobre la época de factura mexicana. Está protagonizada por el actor español Juan Diego, en una soberbia y compleja caracterización como el explorador místico y basada en el libro Naufragios que escribió el mismo Cabeza de Vaca.

Es curioso que esta película dirigida por Ridley Scott se convirtiera en la cinta oficial del quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América.

La crítica al imperio hispánico es más que evidente en la historia, sobre todo al poner de relevancia el origen genovés de Cristóbal Colón, interpretado por un genial Gerard Depardieu que visita a Isabel la Católica -otra joya, Sigourney Weaver- para pedirle que financie su empresa de buscar una ruta alternativa a las Indias.

Aunque no sea todo lo rigurosa históricamente que debiera, 1492: La Conquista del Paraíso (1992) es una cinta llena de aventuras y que trata de explorar los tejemanejes de los países que querían repartirse las tierras americanas como si fuese el Monopoly.

Dirigida en 2010 por la directora española Iciair Bolliain, la película hace una lectura muy interesante de estas segundas “colonizaciones” y opresiones actuales de Latinoamérica a través del neoliberalismo contemporáneo, haciendo un parangón con la conquista. Su continuación.

En Bis: También la lluvia, Bolliain cuenta la historia de un director de cine (Gabriel García Bernal) y un productor (el español Luis Tosar) que llegan a Bolivia para rodar una cinta de bajo presupuesto sobre Cristóbal Colón y el rodaje se ve entorpecido por la guerra del agua.

La protesta ocurrida en Cochabamba, en 2001, cuando el gobierno privatizó el servicio de agua dándole derechos exclusivos sobre el agua de lluvia a una única empresa.