¿Cómo puede una familia soportar que tachen a su hija de prostituta por desaparecer? ¿Cómo sobrellevar las preguntas sobre la ropa que llevaban cuando no importa como vistan? Esas extremas injusticias forman parte de la realidad de muchas mujeres chilenas.

Diablada es la historia de 14 violaciones y asesinatos de mujeres en Chile de un mismo agresor entre 1998 y 2001. También la historia de sus familiares que durante dos años, entre 2015 y 2016, fueron entrevistados para dar forma al guion del escritor Omar Saavedra Santis, famoso dramaturgo que tuvo que exiliarse a Europa tras el golpe de Augusto Pinochet.

En esta ocasión aborda el guion en su opera prima el también chileno Álvaro Muñoz Rodríguez que busca no solo retratar el perfil homicida sino sobretodo las desigualdades de género que gobiernan tantas vidas en Latinoamérica.

En los papeles del elenco están Constanza Rojas, Daniel Candia, Gabriel Urzúa, Hugo Medina, Anna Reeves y la hija del guionista Catalina Saavedra, con una larga carrera en el cine y el teatro a sus espaldas.

El estreno fue el pasado 8 de mayo en Punto Play y podrá disfrutarse en la plataforma hacia finales de mes.

Un sanguinario asesino aprovechó en 1998 la laxitud policial e institucional para violar, asesinar y hacer desaparecer a jóvenes mujeres, la mayoría de ellas adolescentes.

En un lugar como Alto Hospicio, donde prevalece la marginalidad, la pobreza y la delincuencia, fue un error de la policía y las autoridades pensar que esas adolescentes se habían ido por su cuenta a Perú o Bolivia a ejercer la prostitución para hacer frente a la escasez.

Pero los familiares rechazaron esta teoría y no abandonaron la búsqueda de sus seres queridos. En la película es un padre comprometido y una policía perspicaz quienes no abandonan la búsqueda.

Pero una vez que se descubrió que las chicas fueron secuestradas, violadas y asesinadas por Julio Pérez Silva 'El Psicópata de Alto Hospicio', el retrato de las adolescentes cambió drásticamente, pasando de prostitutas a víctimas inocentes de un acto abominable. Ahí se convertían en víctimas de su agresor y víctimas también de machismo y clasismo institucional.