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Los primeros 80 años del cómic peruano

Los primeros 80 años del cómic peruano

Exposición en Lima muestra el trabajo de autores por crear un arte satírico y paródico.

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Los primeros 80 años del cómic peruano es la historia olvidada del sueño
de unos autores por crear un arte satírico y paródico, una historia que
una exposición inaugurada en Lima busca rescatar y dar a conocer a
los peruanos.

Son 80 años en los que se suceden continuos
intentos editoriales con fracasos y cierre de revistas, en un proceso
que ha dejado como legado miles de páginas impresas que son, en palabras
de la curadora de la muestra Carla Sagástegui, "retrato de una sociedad
que prefiere la parodia de la realidad a la ficción".

"Yo la
percibo como una especie de sueño utópico, de terquedad de unos autores
por lograr profesionalizar y desarrollar el género en un país donde la
historieta no produce dinero por sí solo", agregó a Efe Sagástegui,
responsable de la exposición "La historieta peruana", que hoy se
inauguró en la Casa de la Literatura Peruana.

Esta historia se
inicia en 1887 con el cuento existencial de un pollito, el primer cómic
que se conserva, obra de Armando Lazarte para el proyecto "Grabados
Epigramáticos", y donde abundaba la sátira dentro de la corriente
tradicionalista.

Tras estos primeros intentos llega a Perú la
influencia del "modernismo", que cambió la línea de dibujo e introdujo
la actualidad en la historieta hasta el punto de que el por entonces
presidente Augusto Leguía llegó a convertirse en uno de los principales
personajes.

Destaca en esta época, primeras décadas del siglo
XX, la revista "Monos y Monadas", creada por Julio Málaga Grenet, alumno
de Lazarte y máximo exponente del modernismo peruano.

Para
Sagástegui, es una de las etapas de esplendor de las revistas ilustradas
en Perú, en la que la sátira no tiene límites y encuentra en el
Gobierno y la Iglesia sus principales víctimas, como demuestran
historietas en las que, por ejemplo, cucarachas se metamorfosean en
obispos, y donde abundan personajes como "Fray K. Bezón".

Esta
etapa cuenta incluso con invitados de lujo, como el reconocido escritor
peruano Abraham Valdelomar, uno de los más cercanos colaboradores de
Málaga Grenet.

También comienzan a aparecer historietas que
cumplen funciones informativas, como aquella que cuenta la histórica
evasión de varios presos políticos de la cárcel del Panóptico, y que es
otro de los tesoros de la exposición.

Hasta 1947 no aparece
sin embargo el que será el primer personaje de tira cómica con
continuidad: Pachochín, un personaje que se caracteriza, según
Sagástegui, por "tener mucha paciencia" y que una vez más tiene los
rasgos de un presidente de la República: José Luis Bustamante y Rivero.

Precisamente, la siguiente revolución en la historieta peruana, y la
que permitió dar el salto hacia la profesionalización del medio vino
desde el Estado, cuando el General Manuel Odría decidió que las tiras
cómicas extranjeras que se publicaban en los diarios de la época debían
dar paso a héroes peruanos.

Precisamente, la fecha exacta en
que se inició este proceso de cambio, el 12 de septiembre de 1952, ha
sido escogida para celebrar el Día de la Historieta Peruana.

Fue así como, con el trabajo de Rubén Osorio "Osito", alumno del
norteamericano Will Eisner, y Hernán Bartra "Monky" como máximos
exponentes, el Pato Donald dio paso a superhéroes como Juan Santos,
protagonista de "La cadena de oro", quien perseguía a aquellos que
querían robarse los tesoros nacionales.

"Esta etapa tiene un
discurso nacionalista a favor del Gobierno y lo que intentan es replicar
este modelo ideológico norteamericano, que busca generar unidad y
nación entre los lectores, era divulgación ideológica", señala
Sagástegui.

Durante la dictadura de Julio Velasco Alvarado que
se inició en 1968, Osorio y Bartra pasarán a convertirse en los hombres
elegidos por el régimen para dirigir toda la producción nacional de
historietas.

Aparecerán entonces otros grandes clásicos
peruanos como "Supercholo", que evolucionó durante años hasta llegar en
los 80 al espacio.

La exposición de la Casa de la Literatura
se detiene en esas fechas de finales de los 60, un momento en el que
para Sagástegui, ya están sentadas las bases de la profesión en Perú y
cuando el país vivirá un "cambio cultural muy grande" que también
afectará a la historieta.

Hasta entonces son 80 años de historieta, un retrato perfecto de la historia y el humor peruanos.