¿Podemos coexistir sin ser monitorizados? ¿Existe una alternativa a las fuerzas del orden público? ¿Realmente hace falta tener un cuerpo policial para que una sociedad funcione?

Todas estas preguntas han retomado fuerza después de que pudiéramos ver en vivo la muerte de George Floyd, un afroamericano de 47 años quien sucumbió por asfixia bajo la rodilla de un agente de policía blanco en Minneapolis hace dos semanas.

La indignación por el asesinato de Floyd no sólo detonó protestas masivas y enfrentamientos entre manifestantes y policías en todo el país y varias partes del mundo, sino logró que los agentes fueran procesados por asesinato, y, a partir de este domingo, que el Ayuntamiento de Minneapolis decidiera por voto mayoritario desmantelar su cuerpo policial.

Según reportó el New York Times, nueve miembros del Consejo Municipal –una mayoría con derecho a veto– se comprometieron el domingo a “desmantelar el Departamento de Policía”, prometiendo crear “un nuevo sistema de seguridad pública”.

La decisión es un paso más aventajado sobre quienes proponen la reforma policial como medida de transformación social, y la promesa del Consejo es una de las primeras respuestas concretas a los manifestantes en las calles.

"No debería haber sido necesaria tanta muerte para llegar aquí", dijo Kandace Montgomery, el director del Colectivo Visiones Negras, desde el escenario de la manifestación. "Estamos más seguros sin patrullas armadas y sin tener que rendir cuentas, apoyadas por el estado que caza a los negros".

Una de las soluciones propuestas por activistas y funcionarios públicos ha sido la de recortar el financiamiento a los cuerpos policiales, y desviar los fondos a áreas más necesitadas como la educación y la salud.

"El número de policías en las escuelas públicas de Nueva York equivale a toda la población de la policía de Boston... Quiero consejeros en esas escuelas. ¿Por qué no tenemos 10 consejeros, trabajadores sociales, por escuela, en lugar de esa asignación?", dijo la representante Alexandria Ocasio-Cortéz en Twitter.

“Es tan sencillo como suena: en lugar de financiar un departamento de policía, una parte considerable del presupuesto de una ciudad se invierte en comunidades, especialmente en las marginadas, donde gran parte del trabajo policial se lleva a cabo,” escribió Scottie Andrew en su columna para CNN.

Es por ello que funcionarios de otras ciudades como Nueva York han empezado a hablar de desviar fondos a organismos de servicios sociales y, ahora, Minneapolis, buscará una investigación de derechos civiles de la policía por el Departamento de Derechos Humanos de Minnesota para “enmendar la política de uso de la fuerza del Departamento de Policía”.

Según dijo el candidato al doctorado en sociología de la Universidad de Yale, Philip McHarris, a CNN: “eso depende de a quién se le pregunte”.

Mientras algunos se inclinan por reasignar algunos fondos pero no todos, otros prefieren disolver completamente los departamentos.

Pero el punto clave es “desmantelar la idea de que la policía es ‘administradora pública’ destinada a proteger a las comunidades”.

McHarris dice que el despojo de fondos termina con la cultura del castigo en el sistema de justicia criminal. Y es una de las únicas opciones que los gobiernos locales no han intentado en sus intentos de terminar con las muertes en custodia policial.

Para organizaciones internacionales como A World Without Police, “no se puede poner fin a la violencia y la explotación de la policía mediante reformas (policías mejor formados, mejor supervisados y más amables), sino sólo con la abolición total de la policía como institución.”

“Históricamente, las fuerzas policiales se crearon para proteger la propiedad de las empresas y los ricos y hacer cumplir la supremacía blanca,” explica la organización en su página web. “En las ciudades se formaron para reprimir el creciente número de personas pobres que acompañó al surgimiento del capitalismo industrial, mientras que en las plantaciones y en las colonias agrícolas se formaron en respuesta a la amenaza de una revuelta de esclavos.”

De igual manera explica que, dado que el papel fundamental de la policía es “defender este sistema desigual,” es imposible que la policía proteja y sirva a todos por igual.

“Los departamentos de policía dirigen su atención hacia los pobres racializados y lejos de los ricos, y dejan intacta la explotación capitalista cotidiana. A medida que la explotación continúa, los ricos se hacen más ricos, y las elites adquieren aún más poder para dirigir la atención de la policía,” concluye.

"’Igualdad ante la ley’ es una frase vacía en este tipo de sociedad, muy parecida a ‘libertad de expresión’ cuando el tiempo de emisión es comprado y vendido por las corporaciones.”