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Los jerséis de Pablo

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Este año me prometí mirar menos series de televisión. Lo admito. Tengo una personalidad obsesiva y cuando doy con una que me gusta, no tengo control. Soy capaz de anular toda mi actividad social durante semanas para poder quedarme en el sofá mirando un capítulo detrás de otro, lo que es malo, porque amigos- entre los que se me casan y los que se ponen a procrear - precisamente, no me sobran.  Perdí amigos viendo The West Wing, Homeland, Mad Men, Breaking Bad … Simplemente llega un punto en que mis amigos reales, en comparación a los personajes de ficción, con sus diálogos brillantes y divertidos, me parecen aburridos.

Mis esfuerzos por no mirar series iban bastante bien encaminados hasta que llegó julio y, como cada año, me instalé en casa de mis padres (tienen alberca).

Mis padres, en teoría, no miraban series. Miraban películas. O eso creía. Lo primero que hicieron después de cenar la primera noche que pasé con ellos fue sentarse en el sofá y anunciarme que me estuviera calladita,  porque iban a poner un capítulo de “Narcos”. Yo me hice la valiente, diciendo que me sentaría en un rincón a leer una novela.

Pasaron un par de minutos. Y entonces, cuando desvié la mirada brevemente del libro y vi de reojo en la pantalla a Pablo Escobar enfundado en un inocente jersey de cuello redondo con una ancla estampada a la altura del pecho, sorteando ráfagas de ametralladoras, supe que no había marcha atrás. Me enamoré de la serie, del acento suave del actor brasileño Wagner Moura en su papel del narcotraficante más malvado de Colombia, y sobre todo, de su vestimenta de niño bueno:  después del suéter del ancla vino el suéter con el nudo marinero, y más tarde otro con el emblema de un club de golf, hasta llegar al mítico jersey de rugby a rayas verdes y blancas de la marca Benetton, un modelo que la marca italiana lanzó en los 90 y que hoy puede adquirirse en Internet por unos $120. Moura lo luce de maravilla en uno de los capítulos finales.  Ropa de niño bueno para un asesino cruel y sin escrúpulos.

Pablo Escobar no tenía demasiado buen gusto. No era uno de esos que enseguida quiere ostentar del dinero que tiene porque ni siquiera podía imaginar cuánto dinero tenía. Eso sí. Era un fan de las zapatillas deportivas blancas. Tenía 100 pares de zapatillas blancas y un par de vaqueros. Lo único que siempre usaba para trabajar era un par de zapatillas blancas. Tenía una habitación llena de zapatillas blancas”, explicó la diseñadora de vestuario de la serie, Bina Daigeler, en una entrevista para la revista Dazer publicada hace un año.

Daigeler - a quién yo hubiera otorgado un Oscar, igual que al productor de la banda sonora de la serie – explica que para poder dar con el “look” auténtico de Pablo Escobar, se pasó meses estudiando viejos fotoshots de Pablo Escobar tomados por la policía cuando fue arrestado, en 1976, y otras fotos famosas. También dedicó tiempo a explorar la ropa de moda en el Medellín de los años 80, especialmente la que lucían los narcotraficantes millonarios.  

Al parecer, Escobar no vestía demasiado bien, en comparación a otros compañeros de profesión, que viajaban a Miami a menudo para vestirse a la última moda, explica Daigeler.

Me vienen imágenes de Judy Montcada, otra capo del narcotráfico de Medellín que en la serie aparece vestida de punta en blanco, luciendo escote y maquillada en extremo. O de Valeria Vélez, la sensual periodista que tuvo un affaire con Escobar, luciendo joyas vistosas, minifaldas, taconazos y trajes coloreados con hombreras, como dictaba entonces la moda.

Sacarle partido 

No soy la única que se fijó en los jerseys de Pablo Escobar. En Amazon venden sudaderas con la famosa ancla por unos $40. 

Y en Buenos Aires, el hijo de Pablo Escobar, que cambió su nombre a Sebastián Marroquín cuando la familia del narcotraficante consiguió asilo político en Argentina, decidió fundar una marca de ropa para explotar la imagen de su marca.

Creada en 2010, Escobar Henao se define como una empresa que pretende “ transmitir un mensaje de paz y no violencia a los jóvenes de hoy en día a través de la moda. “Nuestras prendas son banderas de paz que flamean por todo el planeta hasta hacernos conscientes de la importancia vital de la convivencia pacífica”, define Marroquín en la web.

La línea de diseño de sus camisetas consiste básicamente en explotar imágenes relacionadas con Pablo Escobar, desde la foto del permiso diplomático especial que recibió Escobar de la Cámara de Representantes  de Colombia en 1982, a su carnet universitario.

La popularidad de “Escobar Henao” ha logrado su máximo éxito comercial en el estado de Sinaloa, uno de los más afectados por el narcotráfico de todo México. En Colombia, Marroquín prometió no comercializar sus prendas por respeto a las víctimas.  

Marroquín, de 40 años, no solo se ha conformado con lanzar una marca de ropa. El pasado  julio presentó en la Feria del Libro Guatemalteca (Filgua) su más reciente libroPablo Escobar In fraganti (2016). El primero, titulado Pablo Escobar, mi padre, fue publicado en 2014.

Según Marroquín, las series como “Narcos”  han vendido una historia que no es real y han incitado, proponiéndoselo o no, a que miles de jóvenes alrededor del Planeta quieran ser Pablo Escobar, reportó AFP desde Filgua, donde el hijo del capo colombiano dio una breve charla.

"Antes los sueños de los jóvenes eran ser grandes deportistas o destacarse en algún área profesional. Ahora el sueño de muchos jóvenes es ser narcotraficantes", concluyó.

Mi sueño pesonal se limita a hacerme con un suéter como el Pablo Escobar. Pero yo ya no soy joven, claro.

 

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