[OP-ED]: Lo femenino
¿Cómo integrar en tiempos de guerra y de violencia equipos de reflexión con personas de distintas culturas, razas y religiones? Durante 5 días representantes de 40 países -hombres y mujeres- se reunieron en Jaipur, India, para hacer una reflexión global sobre cómo aplicar los principios femeninos para crear una nueva lista de prioridades que beneficien a la comunidad mundial. Ha sido probablemente la Cumbre más significativa que haya reunido al mayor número de mujeres: líderes espirituales, Católicas y Cristianas, Judías, Musulmanas, Budistas, Hinduistas, Sikhes y Jaines de las comunidades africanas, así como líderes varones de todo el mundo de la sociedad civil.
Es interesante constatar que todos los participantes -hombres y mujeres- tienen un concepto de lo femenino muy similar, a pesar de vivir en distintos continentes, diferentes culturas, razas y credos. ¿En qué consiste esa fuerza femenina, y cuáles son específicamente los principios femeninos?
El común denominador que surgió fue el hecho de que en todas partes del mundo, en aldeas, pueblos y ciudades, lo femenino es lo que mantiene unidas a las comunidades a pesar de que opera fuera de las estructuras económicas y de poder. Lo femenino es lo que sana, restablece y mantiene la unidad comunitaria cuando ésta se desgarra.
El objetivo es cómo promover una transformación global para beneficio de la humanidad a través de la realidad espiritual de que todos somos uno en nuestro mundo. ‘Ahimsa’, significa no causar daño a otros. La compasión debe fluir en la vida humana para lograr una concientización de la presencia Divina en todos. Estas cualidades han sido consideradas femeninas porque invitan a abrazar, a ser receptivos, inclusivos, unificados. Son lo contrario de las fuerzas que dividen, polarizan, controlan y matan.
El deseo de progresar como comunidad humana requiere cambiar la brújula de la división por la de la unidad. El fortalecer la fuerza espiritual femenina en el mundo puede ayudar a lograrlo. ¿Y cómo hacerlo? Ha tomado varios años el escuchar con atención las voces en diferentes partes del mundo: el sufrimiento de las personas en zonas de conflicto, lo extenso y profundo de la crisis ambiental, la inequidad en las transacciones comerciales que afectan la economía de países en desventaja. Es urgente un nuevo paradigma para aliviar a un mundo enfermo, en donde sufren seres humanos, y todas las formas de vida.
La Cumbre dedicó horas de oración, meditación compartiendo las diferencias de expresión religiosa. El respeto a las distintas religiones creó un espacio espiritual muy fuerte: base de un diálogo profundo que permitió un sentido de unicidad, una nueva conciencia menos separatista, menos violenta, más compasiva, más comprometida. Los círculos de estudio versaron sobre el conflicto entre naciones: el aspecto religioso que ha sido durante siglos un ingrediente de animadversión entre las distintas religiones y que ha llevado a los pueblos a la guerra. Seminarios sobre desarrollo, el medio ambiente, educación, medios de comunicación, economía y negocios y, sobre todo, la nueva visión para un nuevo liderazgo en el mundo.
Al término de la Cumbre de Jaipur, la Dra. Dena Merriam, fundadora de la Iniciativa Femenina para la Paz Global, presidió un encuentro con líderes Iraquíes en Dharamsala, India -lugar donde reside el Dalai Lama y la comunidad Tibetana en exilio. Fue enorme su desconcierto cuando advirtió que no había presencia femenina en las participaciones. Aunque una tercera parte del auditorio era femenino, no se atrevía a expresar sus puntos de vista, o sus voces no se escuchaban: los varones tenían voces sonoras y autoritarias, y la mayoría eran líderes poderosos. Participaban con rabia acumulada, resentidos por la pérdida de padres, hermanos, amigos, en la guerra que no termina en Irak atribuida a los norteamericanos. Hombres divididos, llenos de odio y con una enorme desconfianza.
Los líderes más recalcitrantes ya organizaban una protesta cuando se enteraron que una joven israelita les daría una de las conferencias sobre justicia social. Al escuchar sus palabras suaves y sabias el sentimiento de odio se transformó en respeto.
El trabajo de lo femenino recién inicia: es un largo proceso el encontrar caminos y formas para restablecer sin violencia el planeta. Los verdaderos principios femeninos deberán crecer si deseamos encontrar el equilibrio en nuestro mundo, cuando hombres y mujeres adquiramos el valor y la confianza para incorporar esos principios en nuestra vida diaria. La energía espiritual femenina deberá crecer para ocupar su lugar de liderazgo en éste tiempo de gran violencia y fracaso, si es que deseamos crear un futuro sustentable y pacífico en el mundo.
Los problemas políticos y económicos acaparan los reflectores. El aspecto religioso no aparece en el radar. Pero lo decía Juan Pablo II hace ya muchos años: “sin justicia no habrá paz”. Si queremos paz y justicia es necesario aprender a ver el mundo con compasión, con los ojos de Dios. El unirse los líderes de las diferentes religiones en una oración universal puede obrar maravillas. La oración compartida tiene la suficiente fuerza para impulsar una revolución de pensamiento y de afecto en los seres humanos, más poderosa para cambiar nuestro mundo que una nueva guerra de aún más alta tecnología, o una más sofisticada estructura económica.
Los cambios se inician en el pensamiento y en el corazón.
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