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El candidato enmarca su reciente llamamiento a una “extrema investigación de antecedentes” de los inmigrantes legales que provienen de países donde hay mucho terrorismo como una medida de seguridad nacional. EFE

OP-ED: Trump ‘pivota’ aún más hacia la xenofobia

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¿Es éste el “pivote” de Donald Trump que todos esperamos? Parece más bien un paso gigante hacia atrás.

En lugar de adoptar una posición moderada sobre la inmigración, por la que el nominado presidencial republicano podría volverse más aceptable para la corriente dominante--la que, según indican las encuestas, no favorece las deportaciones masivas y apoya una categoría legal ganada, si los inmigrantes ilegales reconocen haber obrado incorrectamente--un reciente viraje en el plan de inmigración pone de manifiesto un candidato Trump más xenofóbico.

Pensé que eso no era posible para alguien que lanzó su campaña sobre la promesa de proteger a los estadounidenses de los delincuentes y violadores mexicanos--una táctica alarmista que, ahora que Trump está más preocupado con el estado Islámico, parece pasada.

El candidato enmarca su reciente llamamiento a una “extrema investigación de antecedentes” de los inmigrantes legales que provienen de países donde hay mucho terrorismo como una medida de seguridad nacional. Supuestamente, el objetivo es impedir futuros ataques contra Estados Unidos. Sin embargo, se la ha dado a conocer como parte de su política migratoria general.

Eso no ayuda en absoluto. Tal como lo demostraron los ataques terroristas en San Bernardino y Orlando, la nueva amenaza proviene de los estadounidenses musulmanes que ya viven en Estados Unidos y se radicalizan. ¿De qué manera medidas migratorias más severas detendrán ese fenómeno?

Además, el debate migratorio en Estados Unidos es, en gran parte, una discusión sobre qué hacer con inmigrantes mexicanos que, en épocas económicas mejores, fluyen a través de la frontera mexicano-americana y que ahora parecen dirigirse en dirección opuesta. No es justo mezclar a ese grupo con los terroristas islámicos radicales. He aquí cómo diferenciarlos: Uno, amenaza nuestras vidas con la intención de hacer daño; el otro, posibilita nuestras vidas cuidando de la cocina, el jardín y la limpieza.

El plan de investigación de antecedentes de Trump es creación del senador Jeff Sessions, de Alabama, a quien el candidato encargó la tarea de crear su política migratoria.

Como esas ideas son prestadas, Trump podría no ponerlas en práctica si fuera electo presidente. El adalid del Partido Republicano no parece tener principios sólidos, pero sí parece tener voluntad para concesiones. Quizás esté presentando una línea dura en inmigración para vigorizar a la base del Partido Republicano, sin intención de implementarla.

Anteriormente, este año, Trump tuvo una conversación extraoficial con la junta editorial del New York Times, en la que, supuestamente, dijo que la retórica de su campaña sobre sacar del país a numerosos inmigrantes ilegales con una “fuerza de deportación” era algo que probablemente no llevaría a cabo. Ese tipo de retórica, dijo Trump, era meramente el punto de partida de una negociación.

Eso significa que Sessions podría encontrarse pronto al margen, como ocurrió con otros asesores de Trump. Aún así, por ahora, el senador parece estar a cargo de la política de Trump en inmigración. Lo que no es bueno.

Una cosa es adoptar una posición contra la inmigración ilegal porque, como dijo Trump al principio de su campaña, sin leyes ni fronteras, no hay país. Pero otra cosa es dificultar la inmigración legal. La inmigración legal es algo que la mayoría de los estadounidenses apoya, y parece coincidir en que no es el problema real.

Después de todo, si uno sostiene que la gente debe obedecer las reglas, ¿cómo puede uno darse vuelta y sancionar al que acabó de hacer eso?

Se sorprenderían. Esta fusión de inmigración legal e ilegal ocurre todos los días en el debate de la inmigración, que siempre giró en torno a mantener excluidos no sólo a los indocumentados sino a los extranjeros en general.

En primer lugar, es ahí donde están los grandes números. El número de individuos nacidos en el exterior que están en el país legalmente (alrededor de 40 millones) es tres veces el número de inmigrantes ilegales (unos 11 millones).

Además, algunos afirman que la inmigración legal conduce a más inmigración ilegal, porque individuos de otros países tratarán de juntarse con miembros de su familia en los Estados Unidos, incluso si deben hacerlo ilegalmente.

Así pues, si lo que lo motiva a adoptar una línea dura contra la inmigración es la preocupación de la composición étnica y racial de Estados Unidos, tarde o temprano debe dejar de fingir que lo que lo inquieta son los inmigrantes ilegales y perseguir a sus hermanos legales.

De acuerdo a eso, aunque Trump inicialmente se preocupaba por los inmigrantes ilegales, ahora desea poner obstáculos a los inmigrantes legales--si provienen de los países equivocados.

El nominado del Partido Republicano se jacta de su inteligencia. Pero hay que preguntarse: ¿qué parte del término “legal” es la que El Donald no entiende?

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