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Chicago en guerra por los exámenes escolares

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A medida que la reforma educativa se extiende en el país, encontramos situaciones donde cunde la histeria y la conducta infantil.

Son aspectos absurdos, que aparentemente acompañan a toda rencilla en la revolución de la educación, y que no faltan en los dimes y diretes entre sindicatos de maestros, funcionarios de educación y padres, sobre la manera de evaluar a estudiantes y escuelas.

El último entrevero en la ciudad donde resido, causado por la reacción del distrito escolar, Chicago Public Schools (CPS), al boicot de un examen estandarizado por parte de maestros, padres y unos 1.500 alumnos de 80 escuelas, es de los más absurdos.

Primero un poco de contexto.

Ha habido un movimiento de padres y maestros bien intencionados, no sólo para detener la marea de exámenes estandarizados de alto riesgo, sino también para desconectar sus resultados de las evaluaciones de los maestros y las escuelas. Sostienen que "enseñar para el examen" constituye una mala utilización del tiempo de clase, estresa a los niños (algunos califican los exámenes de "abuso") y es un indicador deficiente de la capacidad académica del estudiante y de la eficacia del maestro.

Mientras tanto, han convencido a los niños —y a muchos otros— de que estos exámenes son terroríficos, inútiles y nocivos para ellos, y urgen a los estudiantes a salteárselos.

Como ex maestra y madre de estudiantes de la escuela pública, no podría estar más en desacuerdo con ideas tan desatinadas.

Los exámenes estandarizados de grado se alinean con las expectativas de aprendizaje del estado, por lo tanto, si los maestros están "enseñando para el examen", los estudiantes practican temas que han sido considerados necesarios para completar el grado con éxito.

No he visto ni una vez que los niños estuvieran estresados por estos exámenes supuestamente traumáticos. Como maestra de primer grado y de secundaria, y mediante la cuidadosa observación de la experiencia de mis hijos tomando exámenes, he observado que a los niños no les importa perder su clase regular para tomar los exámenes de grado. Es un cambio, reciben regalos para "fortalecer" su rendimiento y varios días sin deberes.

Por último, las escuelas generalmente utilizan los resultados de esos exámenes para mejorar el programa de estudios y algunas pruebas ayudan a identificar las lagunas individuales de algunos estudiantes.

Pero aunque creo que los exámenes estandarizados son esenciales, la respuesta de los distritos escolares de todo el país a los padres que están en desacuerdo ha sido pésima. Ese hecho crea un tremendo problema, porque las escuelas necesitan que los padres se sientan escuchados y respetados para que se logre el éxito académico.

En Chicago, el Illinois Standard Achievement Test se está eliminando en fases y no cuenta para calificaciones, graduación ni admisión universitaria.

Los que se oponen al exceso de exámenes pidieron a padres y alumnos que no lo tomaran, como forma de protesta, y algunos maestros se negaron a administrarlo. Los administradores de CPS respondieron yendo a la guerra.

El superintendente amenazó a los instructores con revocar sus licencias pedagógicas, si no administraban el examen. Pero una vez que los estudiantes decidieron no presentarse al examen, los trataron mal, según noticias periodísticas y comunicados de prensa de grupos asociados con el Sindicato de Maestros de Chicago.

"La administración escolar no estaba para nada preparada para el número de estudiantes que optaron por no tomar el examen, y aunque algunos respondieron en forma humana, otros no lo hicieron," dijo en una entrevista Julie Fain, activista del grupo de padres "More Than a Score", que se opone a los exámenes excesivos. "Los padres nos dijeron que los administradores escolares no sólo se enfrentaron a ellos airadamente y los hostigaron por su decisión, sino que también les mintieron y hubo represalias contra sus hijos en la escuela."

El sindicato y "More Than a Score" han expresado que algunos administradores dijeron a los padres, erróneamente, que no se permitiría que sus hijos se graduaran, se les prohibirían las clases Advanced Placement o se los obligaría a ir a la escuela de verano.

"Se están aferrando a un examen obsoleto con mucho entusiasmo porque quieren obligar a que se lo acepte. Quieren que los padres hagan lo que se les dice, se sienten y se callen", dijo Fain.

No es de sorprender que la ciudad donde vivía el presidente Obama, que apoya la reforma; su secretario de Educación y mano derecha, Arne Duncan y el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, desee que se tome el examen.

Pero alienar a padres y estudiantes no es la manera de hacerlo. Hay formas mejores y más cooperativas de introducir reformas escolares, hasta en temas súper candentes. Pero requieren diálogos respetuosos y oídos alertas.

Así como la misma vida es un examen de riesgo, también lo es la política de la reforma escolar, que en el caso de las escuelas de Chicago parece dirigirse al fracaso.

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