El calendario chino dice que 2013 fue el Año de la Serpiente. Pero dado el reciente escándalo mediático, concerniente a una dinastía más cercana a nosotros y el resultado de todo ello, está claro que el recientemente finalizado 2013 podría haber sido llamado Año del Pato.

Recordarán que la cadena A&E armó un gran revuelo cuando colocó a Phil Robertson, estrella de "Duck Dynasty"(Dinastía del pato) "bajo un receso de filmación indefinido" después de que Robertson —parafraseando un verso de la Biblia, durante una entrevista con la revista GQ— pareciera comparar la homosexualidad con la bestialidad. Y lo que es igualmente inquietante, también pareció minimizar el maltrato que sufrieran los afroamericanos en el sur, antes del movimiento de los derechos civiles.

Esté uno de acuerdo o no con esas opiniones —yo no lo estoy— ésta no es nuestra primera caza de patos. Sabemos que cuando las celebridades hacen o dicen algo incorrecto, a menudo pueden evitar que los regañen, si emiten una declaración disculpándose y prometiendo modificar su conducta.

Robertson se negó a entrar en el juego, explicando que sus comentarios sobre la homosexualidad se basaban en creencias religiosas. Por tanto, la cadena se vio en la poco envidiable situación de tener que suspender a la estrella de su programa más exitoso, sin poder traerla de vuelta salvando cara.

Después de eso, fue una guerra declarada cuando los aficionados al programa de A&E, que atrae un promedio de 14,6 millones de espectadores por semana contando a los que lo graban, amenazaron con boicotearlo y lanzaron varias peticiones exigiendo la reinstauración de Robertson.

No deberían haberse molestado. El momento definitorio de este drama se produjo cuando el resto de la familia Robertson emitió una declaración, justo un día después de que se anunciara la suspensión. Indicaron que el programa, que se centra en la familia y su negocio de fabricación de adminículos para la caza de patos, no continuaría sin Phil.

Fue un ejemplo de la manera en que las cosas generalmente no se hacen en Hollywood. A menudo, cuando se elimina a una estrella de una serie, los demás actores avanzan y ocupan su lugar, por lo que están contentos de verla ir. Cuando la cadena no pudo dividir y conquistar al elenco, tuvo que enfrentar por vez primera la posibilidad de matar al pato de los huevos de oro. Según informes mediáticos basados en entrevistas con gente dentro de la cadena, nunca se consideró esa posibilidad.

Y por tanto, sólo nueve días después de que A&E suspendiera a Robertson, el canal de cable cedió.

Dos días después de Navidad, cuando pocos estadounidenses prestan atención a las noticias, A&E anunció que había levantado la suspensión y que se incluiría a Robertson en las futuras grabaciones del popular programa realidad.

Podríamos haber previsto este hecho. Sólo unos días antes, Entertainment Weekly informó que —comenzando el 15 de enero— la cadena planeaba sacar al aire nuevos episodios del programa donde habría escenas con Robertson. Esos nuevos episodios ya se habían filmado, por lo que los jefes de la cadena dirían que no tenían más remedio que trasmitirlos —y ganarse un montón de dinero en ingresos de publicidad. La cuestión era qué haría A&E con los episodios aún no filmados. Ahora sabemos cuál fue la decisión —ganancias sobre principios.

La cadena dijo también que planeaba "utilizar este momento" para emitir anuncios de servicio público "que promovieran la unidad, tolerancia y aceptación entre todos los individuos".

Para algunos, el final fue un poco demasiado prolijo. Una teoría que corrió consideraba todo el asunto como una elaborada maniobra publicitaria, que se llevó a cabo brillantemente y que probablemente tendrá como resultado niveles de audiencia aún mayores, y por tanto, más ganancias, cuando se inicie la nueva temporada a fines de este mes.

Pero suponiendo que todo fuera real y que todo se desarrollara como parece, entonces constituyó una victoria —y no sólo para una pintoresca familia de Louisiana y sus aficionados. Entre los ganadores también se encuentran los estadounidenses que se erizan ante la idea de que la gente no pueda tener sus propias opiniones, si éstas se apartan de la línea partidaria políticamente correcta.

A los Robertson les gusta la Biblia. Y si buscamos una buena parábola para describir por lo que pasaron, la mejor es la de David y Goliat.