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Cómo no ganar el voto latino

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Es una vieja historia con una nueva vuelta de tuerca.

A veces, un partido político es tan increíblemente incompetente para tratar con un electorado en particular que es fácil, para el otro partido, maltratar a ese electorado, o por lo menos brindarle un servicio al cliente deficiente, porque esos electores no tienen dónde ir.

Un ejemplo: los latinos. Los demócratas continúan engañándolos, haciéndoles pensar que el partido los apoya en el asunto de la inmigración, mientras promueven una especie de proteccionismo para los obreros, al frustrar la reforma migratoria. Mientras tanto, el gobierno de Obama deporta millones de personas, la mayoría de ellas, latinas. Asombrosamente, los demócratas se salen con la suya, tal como se ve en las encuestas de opinión, que muestran que los latinos siguen leales a sus abusadores. De esta farsa, echo la culpa a los ... republicanos.

No me malentiendan. Sé que parte de la izquierda latina ha recurrido a echar la culpa de las severas medidas migratorias creadas y llevadas a cabo por los demócratas en la rama ejecutiva, a desafortunados legisladores republicanos en la rama legislativa. Eso no es lo que estoy diciendo. En el ámbito de la inmigración -en el que miles de familias quedan divididas, se abusa presuntamente de los detenidos en sus celdas, y se expulsa del país a vendedores de helados, mientras las autoridades dicen apuntar sólo a los delincuentes más serios y violentos- estos fracasos son responsabilidad sólo del presidente Obama, el Departamento de Seguridad del Territorio y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.

Sin embargo, en un ámbito diferente -el político- la deshonestidad y la falta de entendederas de los republicanos en el asunto de la inmigración facilitan que los demócratas mantengan el apoyo latino, a pesar de su deficiente gestión. Últimamente, parece que cada vez que hablo con un grupo latino, oigo que alguien se queja de tener que apoyar al "menor de dos males". Algunos hasta se remontan con nostalgia a los años 70, cuando un grupo de activistas mexicano-americanos, desencantados con el Partido Demócrata, formaron el Partido de la Raza Unida en un intento por obtener la representación política que no estaban obteniendo de ninguno de los dos principales partidos políticos.

Mientras tanto, cuando hablo con los republicanos sobre extender lazos hacia los latinos, a menudo me doy cuenta de lo difícil que va a ser esa tarea. Hay opiniones mezcladas. Algunos en la derecha, comprenden la realidad demográfica y han aceptado el hecho de que -como se espera que los latinos representen un 25 por ciento de la población de Estados Unidos para 2030, y como 50.000 latinos alcanzan la edad requerida para el voto todos los meses- el Partido Republicano no sobrevivirá si su marca continúa siendo tan venenosa con la mayor minoría de Estados Unidos. Pero, notablemente, otros republicanos aún niegan esa realidad y se niegan a modificar sus costumbres y a admitir que no saben hablar del tema de la inmigración de manera tal de no enojar ni alienar a los latinos.

Consideremos al locutor de un programa radial, Steve Malzberg -que se auto-describe como republicano- quien recientemente trató de convencerme de que a los latinos, de todas maneras no les importa la inmigración, por lo menos, no tanto como los puestos de trabajo y la economía. Y si la primera suposición es incorrecta y resulta que sí les importa, bueno, dijo Malzberg, nunca votarán por los republicanos en cantidades significativas, así es que por qué molestarse en cortejarlos -especialmente si eso significa que el Partido Republicano decepciona a su base de electores conservadores.

Dios Santo. ¿Dónde empezar? Parece que alguien nunca oyó hablar de Ronald Reagan, quien obtuvo el 40 por ciento del voto latino en 1984, o de George W. Bush, quien obtuvo el 44 por ciento, en 2004. Le expliqué a Malzberg que a los latinos sí les importa la inmigración -especialmente a los nacidos en el exterior, que se naturalizaron como ciudadanos estadounidenses y especialmente cuando todos los latinos se sienten acosados por medidas tales como la ley migratoria de Arizona. También le expliqué que era estúpido que los republicanos cayeran siempre en las trampas tendidas por los demócratas diciendo y haciendo idioteces, mimando a los nativistas y racistas, negándose a pedir cuentas a los empleadores por contratar a inmigrantes ilegales y proponiendo soluciones simplistas y no viables para un problema complejo. Finalmente, sugerí que los republicanos, finalmente, pongan a los demócratas -y a su horrible actuación en inmigración- a la defensiva atacando la torpe gestión de Obama en la imposición de la ley migratoria, en lugar de aplaudirla y pedir aún más deportaciones. La derecha está haciendo todo mal.

En este Día de Acción de Gracias, cuando se trata de no servir adecuadamente a los electores latinos, los demócratas pueden realmente agradecer a alguien: a los republicanos.

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