Los retos y las dificultades
Hellen Keller, privada de vista y de audición desde los 19 meses de edad cuando contrajo una fiebre cerebral intratable en su época, logró convertir sus limitaciones en posibilidades. Su inmenso amor por la vida y su espíritu indómito lograron sacarla del terrible y oscuro mundo en que vivía.
En su primer libro, La historia de mi vida, narra que un día preguntó a su amiga —en el lenguaje especial que utilizaba para comunicarse— "¿Qué observaste durante nuestro paseo por el bosque?" La amiga le respondió: "Nada en particular". Hellen hizo para sí la siguiente reflexión: "¿Cómo es posible eso? Yo, que no oigo ni veo, encuentro centenares de cosas que me interesan por el solo tacto. Siento la delicada simetría de una hoja, y paso mi mano con amor por la áspera corteza del pino. En ocasiones, cuando la suerte me favorece, toco suavemente con la mano algún arbolito y siento las gozosas vibraciones de un pájaro entregado a su canto…"
Somos muchos los que teniendo oídos no oímos, y teniendo ojos no vemos. Hellen Keller, sin ver y sin oír, utilizó a tal grado sus demás sentidos que se enamoró de la vida. No lloró por lo que no tenía, sino más bien, se glorió de lo que tenía y lo desarrolló al grado máximo. En su mundo silencioso, sin imágenes y sin ruidos, cultivó su espíritu. En el silencio y en la soledad su espíritu se robusteció envolviendo todo su ser. Se hizo fuerte y optimista para vencer la adversidad. Conoció la dicha de servir y de dar amor. Su alma compuso sus propias melodías.
Hellen Keller aceptó de buen grado sus circunstancias: ir por el mundo sin ver y sin oír. Las aceptó y las convirtió en ventaja. Su manera de estar en el mundo y las experiencias de su espíritu son inimitables. El espíritu florece con los retos y con las dificultades. También con las penas. Por eso dicen que si no hubiera rocas en su lecho, el río no cantaría.
De pequeña la gente la consideraba 'poseída' por las frecuentes rabietas a través de las cuales mostraba su frustración por no poder comunicarse, por no saber cómo era el mundo y los seres que en él vivían, por carecer de un medio para pedir que alguien comprendiera cuáles eran sus necesidades. Sin embargo, el amor y la perseverancia de su madre lograron encontrar ayuda: su primer maestro fue Alexander Graham Bell, el inventor de la telefonía. La niña puso todo su empeño en aprender los signos de la comunicación para invidentes, y fue tal su dedicación al estudio que en 1896 se convirtió en la primera mujer en ingresar a la Universidad Radcliff, obteniendo su licenciatura en 1904. Sin ver y sin oír.
A veces nos quejamos de no tener oportunidades, de no encontrar caminos. Sin embargo, los deseos se transforman en convicciones. Las convicciones en decisiones. Decidirse a ser feliz es decidirse a reservar espacios libres para el gozo del espíritu. ¿Que no hay tiempo? El tiempo es cuestión de preferencias y éstas dependen de prioridades. Y… ¿cuál es la prioridad fundamental de la vida? ¿Qué nos llevaremos cuando muramos? Muchos dirán que vivir consiste en ganarse el sustento y formar un hogar. Observamos a muchas personas que aseguran una sólida situación económica y una hermosa familia y, sin embargo, ahí dentro de su ser se esconde una tristeza sin nombre, un tedio y una insatisfacción que espanta. Un hueco que ni cosas ni personas logra jamás llenar.
¿Qué es el sentido de la existencia? Es el valor que da valor a todos los demás valores. Las personas que han encontrado el sentido de su vida aparecen revestidas de un color y brillo inexplicables. Se percibe en ellas una sensación de plenitud que se traduce en alegría, entusiasmo y bondad. Dicen los poetas que si las semillas en la tierra negra pueden llegar a convertirse en rosas tan bellas, ¿qué no puede llegar a ser el corazón de la persona en su largo camino hacia las estrellas?
Un vaso está lleno de agua a la mitad. Unas personas lo ven medio lleno, otras medio vacío. Unas ven las nubes, otras ven los espacios entre las nubes. Todo es cuestión de perspectiva. Para convertir las dificultades en posibilidades se requiere una mente abierta, libre, cultivada en la soledad, y mucha creatividad para simplificar lo complicado. La creatividad exige espacios libres del espíritu. "Un montón de rocas deja de serlo en el momento en que la persona que lo contempla lleva dentro la imagen de una catedral."
El mundo entero corre presuroso en su loca carrera de tener más y de poseer más. Enloquecido en la época de crisis se ha olvidado de disfrutar de las cosas sencillas, de las cosas pequeñas, y tal vez un día al volver la vista atrás, caiga en la cuenta de que esas eran las cosas grandes.
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