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El escándalo del que no se habla

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Hay tantos escándalos en torno al gobierno de Obama, que se les puede perdonar a los estadounidenses por olvidarse de uno que ha sido, en gran medida, ignorado.

Hay dos motivos para la falta de atención. Primero, se trata de un asunto que las grandes compañías mediáticas no han dominado en su propio seno: la diversidad. Segundo, por ser afroamericano y demócrata, nunca se le exigirá tanto a Barack Obama como, digamos, a un republicano.

El presidente ha escogido todo su Gabinete para el segundo período, nombrando sólo a un latino: Thomas Perez, como secretario de Trabajo.

Y sí, el Departamento de Trabajo. Un puesto insignificante, que se está convirtiendo en una especie de "barrio" para este gobierno: Hilda Solis, latina, fue secretaria de Trabajo durante el primer período.

Y eso es suponiendo que Perez sea confirmado. He aquí un indicio de que su nominación no está en tierra firme: Perez fue recientemente aprobado por el Procurador General, Eric Holder, quien está implicado en un escándalo por obtener datos telefónicos de The Associated Press, como parte de lo que el gobierno dice que fue la investigación de una filtración.

Miembros del Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado recientemente votaron —siguiendo líneas partidarias— para apoyar la nominación de Perez y pasarla al Senado en pleno. Sin embargo, este graduado de la Escuela de Derecho de Harvard, que dirige la División de Derechos Humanos del Departamento de Justicia, no se ha hecho amigos entre los republicanos con su tipo de activismo legal de izquierda.

En una reciente comparecencia ante el Comité Judicial de la Cámara, Holder elogió a Perez por presentar un número récord de causas de presunta discriminación, de violaciones de los derechos electorales y conducta inapropiada de la policía, y dijo que Perez sería un gran secretario de Trabajo.

Pero volvamos a los números. Si se confirma a Perez, será el único latino entre los directores de 15 departamentos ejecutivos diferentes. Eso significa que los latinos representarán un 6,7 por ciento de los puestos del gabinete.

Bill Clinton —quien, en sus dos períodos presidenciales nominó latinos para encabezar los departamentos de Energía, Transporte y Vivienda y Desarrollo Urbano, así como también para servir como director de la Administración de Pequeñas Empresas y Embajador de Estados Unidos en las Naciones Unidas— prometió un gobierno que "luzca como Estados Unidos".

Bueno, en lo relativo a los latinos, el Gabinete de Obama luce efectivamente como Estados Unidos -en 1980. En ese año, según la Oficina de Censos, los latinos representaban un 6,4 por ciento de la población estadounidense.

Hoy en día, representan un 17 por ciento. Para 2030, la Oficina de Censos calcula que los latinos representarán uno de cada cuatro estadounidenses -un 22 por ciento. Las corporaciones de Estados Unidos han tomado nota, y algunas de las mayores empresas de la nación persiguen con entusiasmo los 1,3 billones de dólares que los latinos gastan anualmente en productos y servicios.

Pero Obama parece estar aún despistado con respecto a los latinos. Pareciera que, como se crió en un mundo blanco-y-negro, no aprecia lo que los latinos contribuyeron a este país y no se da cuenta de que lo que podrían contribuir a su gobierno.

He aquí el aspecto positivo. Sé que muchos de ustedes —incluso los que se consideran liberales— están hartos de este conteo racial y étnico. Piensan: "¿A quién le importa cuántos latinos hay en el gobierno? Debemos tener la gente más calificada en cada puesto".

Bueno, tienen suerte. Porque todo eso se ha acabado ahora. Callada y discretamente, la cortina ha caído sobre todo ese sistema de conteo racial y étnico. En el futuro, es probable que se preste muy poca atención a cuántas minorías han sido nominadas a una junta o una comisión.

Es que el hecho de que los medios y los progresistas estén dejando pasar las cosas con Obama sobre la poca utilización de latinos en el gabinete de su segundo período volverá a perseguirlos la próxima vez que tengamos un republicano en la Oficina Oval.

Si el futuro presidente arma un gabinete que no es el reflejo de Estados Unidos porque está cargado de rostros blancos -como suele ocurrir a menudo- los progresistas aullarán y gritarán. Y por su actual indiferencia al escandaloso trato de Obama a los latinos, nadie les prestará atención.

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