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La saludable conversión de Iron Man

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¿Está Tony Stark cuidando de su salud, o estoy equivocada?

En el tercer "Iron Man" —una serie que se dedicó en sus dos primeras entregas a glorificar la temeraria vida de un genio rico y malcriado— Stark, el hombre dentro del exoesqueleto metálico, parece haber adquirido, finalmente, hábitos saludables.

No estropearé el suspenso al señalar que, aunque en forma sutil, Stark presentó hermosos ejemplos de consumo de alimentos saludables en todo este último episodio.

En una escena que pareció situada en un familiar restaurante de una cadena especializada en hamburguesas, cerveza y pollo frito, Stark bromeó con un amigo frente a un suntuoso plato de zanahorias, apio y lo que pareció ser brócoli.

Más tarde en la película, lo vemos comer rodajas de manzana, mientras trabaja en un cuarto donde hay un carrito lleno de fruta fresca y jugos. En otra escena, Stark dice a una ex-novia que desayunó un waffle sin gluten.

En un momento determinado en que sufre desesperación y cansancio, le pide a un joven co-conspirador que le traiga algo para comer -"un sándwich de atún."

Para decirlo sin rodeos, no me gustó demasiado la personalidad de bebedor y mujeriego arrogante que presentó Stark en las primeras dos películas de "Iron Man" y en "The Avengers". Sin embargo, ahí me tenían a mí, el fin de semana pasado, molestando a los miembros de mi familia, mientras ingerían sus palomitas de maíz, con una sacudida en el hombro cada vez que el playboy de súper onda comía algo saludable y sustancioso.

Esto puede parecer trivial a todo aquel que no se exprima el cerebro tratando de incluir vegetales y ensaladas en los menús de la cena, sin provocar una huelga de hambre. Pero tengo que alimentar a dos muchachos que han pasado toda su vida en una sociedad que no sólo supone que los niños no comerán sus vegetales, sino que pocas veces trata de servirlos en la escuela o en restaurantes donde los niños son bienvenidos.

Son niños a quienes, desde la guardería, sus instituciones académicas les enseñaron que los "snacks" son cereales azucarados fortificados con vitaminas y galletitas, pretzels salados o todo lo que venga en una bolsita de plástico de vivos colores.

Por eso ¿Stark como modelo de buenas opciones alimentarias en la gran pantalla? Es una gran noticia.

Las películas actuales, especialmente las que se hacen para atraer a los adolescentes, están generalmente pobladas de personajes desesperados por encontrar una cerveza, un porro o una enorme taza de café -y eso es cuando, vigorizados por una bebida energética, no van en busca de comida basura a la tienda de la esquina o a una cadena de comida al paso.

Oigan, comprendo que la mejor ficción imita la vida. Así pues, en un país donde hay tantos niños con sobrepeso u obesos que los funcionarios federales de salud pública y la Academia Norteamericana de Pediatría recomiendan chequeos de colesterol para todos los niños entre 9 y 11 años, ¿qué otra cosa esperaría uno ver en la pantalla?

Quizás estemos muy lejos de que todo programa de TV, video de Internet y súper film dirigidos a los niños presenten a sus estrellas bebiendo agua de la canilla, ingiriendo alimentos nutritivos y comiendo sólo muy de vez en cuando algún postre de tamaño moderado. Pero sí creo que un panorama tan utópico en el mundo del espectáculo -pueden llamarlo propaganda, si quieren- podría tener un profundo impacto en la percepción de los niños de lo que deben comer.

Se echa gran parte de la culpa a los fabricantes de alimentos procesados por tentar a los niños, mediante anuncios publicitarios, a consumir nocivos cereales con sabor a caramelos, pizzas rellenas, almuerzos empaquetados y jugos artificiales. Pero pocas veces se examinan los hábitos alimentarios que aparecen en los programas que esos avisos acompañan.

Tal y como están las cosas, los jóvenes que se criaron viendo programas para pre-adolescentes gustan consumir las bebidas con base de café y coronadas con crema, los azucarados licuados bomba de brillantes colores y las delgadas latas de aluminio con bebidas energéticas que sus homólogos de la pantalla grande y chica ingieren constantemente sin aumentar ni un gramo de peso ni enfermarse por el exceso de cafeína. Si Hollywood se propone combatir la epidemia de obesidad infantil del país, quizás un día los niños de toda la nación imploren a sus padres que les den vegetales, como el huérfano Juan Pablo en la comedida "Nacho Libre", que pidió a Nacho con cautelosa cortesía: "¿Por qué nunca comemos simplemente algo como una ensalada?"

Hasta que llegue ese día, tengo una nueva respuesta a la inevitable queja en las noches de pollo-arroz-y-brócoli: "Bueno, pues a Iron Man bien que le gusta."

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