Ted Cruz irrita a Washington
Qué bueno que no vivo en la capital de nuestra nación. Si lo hiciera, pasaría todo mi tiempo defendiendo a mi amigo, Ted Cruz.
Los incesantes ataques personales contra el senador de Texas —que ha ocupado su cargo sólo cuatro meses— provienen tanto de liberales como de conservadores. Los críticos forman parte de la mentalidad de Washington, que sugiere que hay una manera apropiada de hacer las cosas en esta ciudad.
Cruz no sigue el guión.
Tras comentar las noticias que indican que el senador de 42 años planea perseguir la Casa Blanca en 2016, Joan Walsh, de la publicación izquierdista Salon predijo con petulancia que Cruz "nunca será presidente", especialmente con sus credenciales de "ideólogo de extrema derecha" y por el hecho de que es "experto en el tipo de locura que gusta al tea-party."
El columnista del New York Times, David Brooks, conocido como conservador moderado, se enloqueció. No criticó a Cruz en la cara, sino que, en realidad, criticó su cara. "Si se menciona el nombre de Ted Cruz a otros senadores, se obtienen enormes olas de irritación", expresó Brooks durante una entrevista en televisión. "No ayuda el hecho de que tiene una cara que se parece un poco a la de Joe McCarthy, en verdad."
Y para no quedarse atrás, la bloguera de derecha del Washington Post, Jennifer Rubin, criticó a Cruz por tildar a algunos de sus colegas republicanos del Senado como "una manga de blandos" en lo referente al control de armas. Rubin escribió: "Una cosa es tener principios y otra, es ser un idiota. Rebajar a tus colegas para reforzar tu propia credibilidad con la base cae en la última categoría."
Las críticas de Cruz son interminables. Parecería que muchos de mis colegas y yo no nos abocamos a esta profesión para defender a los que eran criticados, sino para atacarlos aún más. Debe ser el nuevo rito iniciático del club de periodistas de la capital. Hace un tiempo, lo único que había que hacer era reírse de George W. Bush o de Sarah Palin por no ser, supuestamente, muy brillantes. Ahora, hay que criticar a Cruz por, supuestamente, pasarse de listo.
Todos quieren saber: Este hombre, ¿quién se cree que es?
Se los diré. A diferencia de la mayoría de sus críticos, he conocido a Cruz durante más de 10 años. Y no se parece en nada a su caricatura.
Éstas son las acusaciones que se le imputan: Cruz no pregunta "Mamá, ¿puedo?" antes de hablar. Cruz no respeta a los ancianos del Senado. (Entre ellos, a John McCain, quien, irónicamente, en 2000, construyó toda una campaña presidencial sobre la base de su reputación como "inconformista" en el Senado). Cruz está hambriento de atención. (¡No, no en la política!). Cruz insulta a sus colegas por ser "blandos" en asuntos difíciles. (Como Chuck Hagel quien, en enero de 2007, reprendió a sus colegas del Senado por oscilar en sus opiniones sobre el incremento de efectivos en Irak, diciéndoles: "Si quieren un trabajo seguro, vayan a vender zapatos.") Cruz tiene un ego enorme. (No, no en el Senado). Y, por último, Cruz tiene enorme prisa por causar efecto. (Como Barack Obama, quien formó un comité de exploración para su candidatura presidencial en enero de 2007, sólo dos años después de haber sido juramentado para su primer período en el Senado).
No todos los comentarios son negativos. Consideremos lo que dijo sobre Cruz un conocido exiliado de Washington.
"Pienso que es el político republicano más talentoso y valiente que he visto en los últimos 30 años,", expresó el estratega demócrata James Carville durante un panel de discusión en el programa de ABC, "This Week". "Pienso, además, que se va a presentar como candidato a la presidencia, y va a crear algo de … Este hombre no tiene miedo. Sigue arremetiendo. Va a ser algo digno de verse. … Tiene más talento que todos los otros."
Ya saben, parece que Carville está pensando con más claridad, desde que dejó atrás, junto con su esposa, Mary Matalin, la burbuja de la capital para mudarse a Nueva Orleans en 2008.
Y tiene razón. Ted Cruz no se echa atrás. Sigue atacando. No es tímido ni susceptible a la presión de sus pares. Y eso aterra al establishment de Washington —de ambos partidos. Y también frustra a los medios. Nadie sabe qué hacer con él.
Los que conocemos a Cruz podemos darles un consejo: Salgan de su camino.
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