Vacune a su adolescente
Hablemos sobre el último tema en el mundo en que la madre de un muchacho de 13 años quiere pensar: la vida sexual de su joven hijo.
Si tienen suerte, su hijo de 13 años aún no tiene una vida sexual. Y si son listos, han aprovechado la oportunidad de vacunarlo contra el virus del papiloma humano.
Y, tras mantener una incómoda conversación en la mesa de la cocina con un incrédulo adolescente, que pensó que su mamá había enloquecido totalmente por insistir en que le aplicaran tres inyecciones en el brazo, en el curso de varios meses, contra una enfermedad que generalmente se asocia con las mujeres, puedo decirles algo: No es una conversación fácil.
En primer lugar, a los muchachos de 13 años no les importa un rábano la noticia de que, menos de un año después de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomendaran que los varones se vacunaran contra VPH, la Academia Norteamericana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) se unió a ese llamado para proteger a los varones contra el virus que causa un gran número de cánceres de la boca, cabeza y cuello, más el pene y el recto.
Estos últimos dos hicieron que este aprensivo muchacho parara las orejas. Son también los que hacen comprender que el VPH no es sólo un "cáncer de muchachas", como lo denominan algunos adolescentes.
El principal argumento que presentó este muchachito es que está aún libre. "Pero, Mamá, ni siquiera tengo novia todavía."
Exactamente.
Las directrices de la AAP recomiendan vacunas rutinarias entre los 11 y 12 años. El mayor espectro de eficacia se logra en un período entre los 9 y 15 años, pero la vacuna es eficaz a cualquier edad, si se administra antes del inicio de la actividad sexual.
Salté la principal valla hace mucho tiempo, cuando siendo una madre joven decidí hablar siempre abiertamente con mis hijos sobre temas sexuales, con el expreso propósito de que no comenzaran demasiado pronto ni sin el conocimiento de cómo hacerlo en forma segura.
Soy la mosca blanca en este sentido, porque realmente hice lo que me propuse. Aunque el 89 por ciento de los padres consideran que es importante hablar con los pre-adolescentes sobre sexo, pocos llegan a tener esas conversaciones, que hay que reconocer que son difíciles, según un estudio de 2010 de la publicación Perspectives on Sexual and Reproductive Health titulado "Parents' Perspectives on Talking to Preteenage Children About Sex."(Perspectivas de los padres sobre hablar con pre-adolescentes sobre sexo).
Aunque bien intencionados, muchos padres encuestados se encontraron incapaces de hacerlo. Un 39 por ciento dijo sentirse incómodo, un 37 por ciento pensó que otro podían hacerlo mejor y un 32 por ciento dio la respuesta que indica la mayor preocupación de los padres, ya sea que hablen o no con sus hijos: el temor de que las mismas conversaciones alienten a los niños a experimentar con el sexo.
Es una lástima que no haya una vacuna contra ese temor paterno. Si la hubiera, yo ya estaría levantándome la manga -porque ¿qué padre en su sano juicio no teme que, al abordar un tema tan complejo con niños tan jóvenes, no se otorgue una especie de permiso implícito?
La preocupación de que la vacuna aliente la promiscuidad es un enorme obstáculo -el mayor factor en la decisión de no vacunar, según un estudio de Yale de las actitudes de los padres hacia la vacuna contra el VPH.
Y es evidente. Según un estudio de marzo en la publicación Pediatrics, en 2011 sólo el 35 por ciento de las niñas entre 13 y 17 años fueron totalmente vacunadas y más padres informaron no tener la intención de vacunar en 2010 y 2008, cuando la conciencia pública sobre la importancia de esas vacunas era menor. Los CDC informan que en 2011, se aplicó la serie completa de vacunas a sólo un escaso 1 por ciento de los varones.
Los padres se alegrarán al saber que las investigaciones iniciales indican que la aplicación de la vacuna no altera la conducta sexual de los niños. Un estudio publicado en octubre, en Pediatrics, halló que de casi 1.400 niñas, no hay pruebas de que las que fueron vacunadas alrededor de los 11 años tuvieran más actividad sexual que las que no fueron vacunadas.
Es más probable que el deseo de proteger la inocencia de sus hijos -o su bienestar, en el caso de los que se muestran sospechosos y asustados de las vacunas- lleve a los padres a ignorar una prevención muy factible.
Pero con casi un tercio de los niños entre 14 y 19 años ya infectados con VPH, es correr un terrible albur. Prefiero apostar a favor de la protección de mi hijo, junto con las recomendaciones que oirá de su familia sobre una actividad sexual segura, en lugar de fingir que no hablar del asunto será una vacuna suficiente.
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