Guatemala a prueba en un juicio histórico
El juicio histórico que se realiza en Guatemala contra dos altos militares acusados de genocidio y delitos contra los deberes de humanidad por la muerte de al menos 1,771 ixiles ha comenzado despertando consigo viejas rencillas propias de la guerra. Los insultos racistas, los temores de aquellos tiempos poco a poco van dejándose sentir.
Cada día frente al Tribunal de Sentencia de Mayor Riesgo "A" que conoce el proceso contra Efraín Ríos Montt y su entonces jefe de inteligencia José Rodríguez Sánchez, van pasando uno a uno hombres y mujeres que relatan sus vivencias: masacres, asesinatos, violaciones masivas, desplazamientos, desapariciones forzadas, robo de niños, quema de viviendas, robo de pertenencias, durante los años 1982 y 1983, época en la que gobernó de facto Ríos Montt. Por otro lado amigos y familiares de los procesados, incluso el mismo presidente de la república, insisten en que en Guatemala no hubo genocidio.
Muchas voces se levantaron para que se llevase a cabo el juicio y se lograra justicia para las víctimas; sin embargo el inicio accidentado del debate pone en riesgo la legitimidad de una sentencia, esto luego de que el Tribunal decidiera expulsar al abogado defensor de Ríos Montt, cuando este se presentó el día del inicio de juicio, en forma repentina como nuevo defensor, con la estrategia de detener el inicio del debate. El Tribunal decidió dejar la defensa de Ríos Montt en manos de un abogado privado, algo considerado por muchos juristas como indebido e ilegal y que cambio de lugar al ex dictador dejando como una víctima "indefensa".
Actualmente la defensa de Ríos está en manos de dos, de los cuatro, abogados que en un principio le defendían, validando la continuidad del juicio pero no el inicio. Ahora habrá que esperar la continuidad del juicio, la sentencia o absolución y las anunciadas demandas de impugnar el resultado del litigio.
Mientras tanto las víctimas siguen relatando el dolor y su tragedia. esta semana Francisco González, una de las víctimas dio una idea de la necesidad de hacer justicia, pero sobre todo que el horror de la guerra no se vuelva a repetir: "aunque yo muera ya le deje dicho a mis hijos de todo este sufrimiento que pasé" dijo González.
Frente al Tribunal más de cincuenta testigos han hecho sus relatos, que más que conmovernos con el horror de sus vivencias, son lecciones de sobrevivencia, de coraje, de que las hay que aprender. Treinta y un años han pasado desde que el gobierno de facto de Ríos Montt se implantó y ocurrieron las masacres, las víctimas no han claudicado en su búsqueda de justicia y no lo harán, pero aún faltan muchas personas por procesar sobre todo aquellos que ejecutaron los crímenes y no solamente de ese periodo de gobierno.
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