Celebrando. Adivina dónde...
La semana pasada mi padre se sometió al proceso angustioso de su PET Scan semestral. Un sobreviviente de cáncer en remisión durante casi tres años, comprensiblemente se acerca a este examen con cierto temor. Si alguna vez hubo un análisis integral capaz de detectar el cáncer o alguna otra anormalidad en cualquier parte del cuerpo, es éste, y aunque de veras quisiera saber inmediatamente si algo está mal –si, Dios no lo quiera, volviera a caer– la posibilidad ominosa de escuchar ese tipo de diagnóstico con razón hace que el proceso entero sea desconcertante.
Por suerte, no tuvimos que esperar mucho tiempo para los resultados.
Sólo un par de días después del PET Scan, mis hermanos y yo recibimos un mensaje de texto de mi padre con una fotografía de un suculento filete de lomo con verduras rematada con una delicada salsa de albaricoque... Típico. El mensaje debajo de la imagen simplemente decía: "Celebrando. Adivina dónde..." Eso era todo lo que necesitaba para saber que todo estaba bien.
Pero el propósito de esta historia no es simplemente hacerle saber que mi padre sigue bien de salud. No es, como he escrito en el pasado, acerca de la importancia de la planificación de la sucesión, especialmente en una empresa familiar, ya que mi padre es también mi socio y el director ejecutivo de nuestra empresa. Ni siquiera es acerca de la forma en que él y mi mamá celebran la mejor noticia que pueden recibir dos veces al año. Es acerca de a dónde van a celebrarlo y con quién optan celebrar. Se trata de su simple mensaje de texto: "Adivina dónde..." Eso es porque cada seis meses desde la cirugía de mi padre, después de conseguir un certificado de buena salud de sus médicos, no sólo salen a cenar, van a un restaurante particular nombrado apropiadamente "Secreto" para que le consientan.
Cuando los propietarios Luis Buitron y Dover Contreras abrieron sus puertas en enero del 2009, estaban luchando para lanzar su restaurante gourmet –especialmente en un lugar tan improbable–- en un centro comercial en la esquina sureste de North Kendall Drive y la Avenida 117 en el suroeste del condado Miami-Dade. De casualidad, el restaurante estaba a sólo unas cuadras de nuestra oficina y, de casualidad, mi padre y yo fuimos unos de los primeros clientes en almorzar en "Secreto" la misma semana en que abrieron.
En ese entonces muy poca gente sabía que existía "Secreto" y cada vez que íbamos, de día o de noche, éramos por lo general unos de los únicos comiendo en el restaurante. Pero la comida siempre superó nuestras expectativas, y el servicio ... bueno, simplemente nunca disfrutábamos mejor servicio en cualquier otro lugar, así que decidimos hacer lo que podíamos para ayudar a Luis y Dover dejándole saber a los demás y frecuentando el restaurante hasta tres o cuatro veces por semana.
Eso era entonces.
Hoy en día, le recomiendo que haga una reservación para evitar tener que esperar por lo menos una hora por una mesa. Luis y Dover se merecen todo el crédito por convertir su restaurante en un éxito fenomenal, pero también son responsables por convertir "Secreto" en algo más… Usted ve, ellos son con quien mi madre y mi padre deciden celebrar las buenas noticias después de cada PET Scan.
¿Por qué? Debido a que durante el tiempo que mi padre estaba enfermo y no podía salir de la casa – y mucho menos salir a comer en su restaurante favorito – Luis y Dover siempre me preguntaban por él. Siempre me aseguraban de sus pensamientos y oraciones por su recuperación y yo nunca salía del restaurante sin un regalo muy significativo y muy personal de ellos para él: Un tazón grande de su sopa favorita que yo le entregaba inmediatamente con la esperanza que le haría sentir un poco mejor en medio de su quimio y radioterapia.
Mi padre nunca se ha olvidado de esos gestos de los propietarios de "Secreto".
Usted y yo quizás no seamos propietarios de un restaurante, pero sí tenemos la misma oportunidad de crear conexiones profundas con nuestros clientes todos los días – sin importar la industria en que nos encontremos. Los consumidores de hoy navegan en un mar de competidores buscando algo que distinga a una empresa de la otra. Aquí está la pregunta: ¿Es a su empresa a la que acudirán cuando cuenta?
En cierto modo, la sopa y el amor con que Luis y Dover lo preparaban sí ayudó a mi padre. Por eso hoy, él todavía lo disfruta –aunque como aperitivo antes de un filete de lomo– sólo que ahora no lo disfruta solo en su casa, sino con Luis y Dover dentro de su próspero restaurante repleto de gente.
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