Acaben con el estereotipo
Los datos pueden hacer maravillas. Pueden liberarlo a uno de la sensación extraña que produce tener una opinión contraria a lo que intuitivamente parece correcto. Uno se da cuenta de que no está solo y no se siente tan reacio a admitir algo que antes creía que no valía la pena mencionar.
Un reciente artículo del New York Times, que relata la angustia que sienten las cadenas de televisión mientras tratan de atraer hispanos, señaló que "Modern Family" no está teniendo éxito con ese grupo demográfico. "De su audiencia general de 12,9 millones, 'Modern family' atrajo un promedio de sólo 798.000 espectadores hispanos en la temporada," decía el artículo. "Esa audiencia representa sólo alrededor de un 6 por ciento de los espectadores del programa —menos de la mitad de lo que se podría esperar considerando los 48 millones de televidentes hispanos que mide Nielsen."
Sabiendo eso, entonces, he aquí mi problemita secreto: Sofía Vergara. No me importa si es la actriz mejor remunerada en TV ni si compartimos raíces sudamericanas —es colombiana— ni que sea una estrella en "Modern Family", uno de los programas más elogiados y laureados en TV. Simplemente no puedo aguantar su personalidad pública.
No la envidio por ser espectacular pero odio que explote tan eficazmente el pavoroso, exagerado estereotipo de la "bomba latina, sexy y boba", por superar el cual muchas hispanas se han esforzado toda su vida.
Su imagen en la tapa del número de abril de la revista Esquire, en ropa interior ligera, con la palabra "SEXO" superimpuesta sobre su torso, condensó el daño que inflige a una imagen general de los latinos, y especialmente de las mujeres latinas, excesivamente sexualizada.
Pero, oigan, no soy yo sola —he visto algunas columnas muy incisivas redactadas por hombres, lamentándose también del mensaje que envía Vergara a las jóvenes latinas: que la sexualidad latina es un producto que puede utilizarse como palanca para la fama y la fortuna.
Pero aunque aprendí algo nuevo sobre "Modern Family", los hábitos generales de los latinos en cuanto a espectáculos no deberían causar ninguna sorpresa. Me vuelve loca que muy pocas personas comprendan que los hispanos tienen gustos variados, como cualquier otro grupo de espectadores.
No hay misterio ni magia en la tarea de las empresas de entretenimiento angloparlantes para atraer a los 50 millones de latinos en los Estados Unidos que se consideran bi-culturales. Es súper simple: buenas historias, retratos respetuosos e integración generalizada.
Primero, los buenos relatos son universales. Las historias que entretejen aspectos humanos en relaciones complejas, pintan los detalles del lugar, el momento y las circunstancias en forma honesta, y nos emocionan mediante la tragedia o la comedia siempre captarán la atención de la gente. Es el ABC del entretenimiento.
Segundo, los retratos respetuosos son clave. No me importaría tanto ver a Vergara, o a Eva Longoria, si los personajes representados por esas actrices no fueran siempre mujeres superficiales y sexy. Den a esas mujeres papeles de astronautas, abogadas, banqueras o industriales.
¿Por qué no pintar a los latinos como estrellas políticas en ascenso, exitosos estudiantes universitarios, pintorescos activistas vegetarianos del medio ambiente o sobrecargadas madres suburbanas/estrellas blogueras?
Los latinos son grandes consumidores de los mismos programas de TV, series de Internet y films que ve la mayoría de la población. No es necesario un "enganche" latino para que estén interesados, sino buen entretenimiento y escenas de ficción que reflejen en forma adecuada y respetuosa la población multirracial, multiétnica y multicultural de Estados Unidos.
¿Cuán difícil puede ser eso?
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