Una película y un presidente
¿Qué significa cuando una película cuenta la historia mejor que los medios de noticias, y mucho mejor que el mismo presidente?
"A Better Life" (Una vida mejor) es una película que retrata el drama y los retos de la inmigración, de Estados Unidos en el siglo XXI. Lo hace con más valentía y de una manera más precisa que los principales medios de noticias. Y, sin articularlo, esta película también denuncia las múltiples fallas del presidente Obama en materia de política migratoria.
(Lea versión en inglés / Read English Version: A Movie & a President)
El último diálogo, aunque es simple, también es el más poderoso: "Vamos a casa", dice el protagonista Carlos Galindo (interpretado por el actor mexicano nominado al Óscar, Demian Bichir). Mientras pronuncia esta frase, se dirige a la cerca construida entre la frontera de Estados Unidos y México, buscando regresar apenas unos días después de haber sido deportado a México.
Sin papeles, ni 'coyotes' (conoce bien el camino), está determinado a volver a Estados Unidos; país al que llama casa, porque lo es.
Su hijo de 14 años está ahí, así como los únicos amigos que tiene. No en México, en donde, después de haber estado ausente por 20 años o más, ya es un extranjero.
Un hombre sin nación, Carlos Galindo, quien habla perfecto inglés, está dispuesto a arriesgar su vida para regresar a una nación que lo considera un hijo bastardo. Él es tratado como un criminal por agencias de aplicación de la ley, pero es amado por su familia, particularmente por su hijo, un ciudadano estadounidense que grita "regresa, por favor, regresa por favor", mientras su padre está siendo expulsado, esposado, del país.
Este es el drama extremo de la separación de familias que está ocurriendo actualmente alrededor de Estados Unidos y que pasa desapercibido en los principales medios de noticias.
Esta historia de ficción nos recuerda tantas historias de la vida real.
Una reciente exhibición de la película se llevó a cabo en el Departamento de Trabajo de EE.UU., en donde la secretaria Hilda Solís recibió a más de 100 líderes hispanos para ver esta obra maestra. La mitad de la audiencia estaba en lagrimas.
Es así de poderosa.
Tan poderosa que, si se pone atención a las emociones que evoca, se convierte en una poderosa denuncia contra los políticos que –ante la ausencia de líderes hispanos dispuestos a ponerse a sí mismos al frente de la defensa de la vulnerable población indocumentada– han permitido que esta cruel maquinaria de inmigración siga operando, que aplasta entre su engranaje la vida tanto de jóvenes como de adultos.
Hilda Solís debió haber permitido una sesión de preguntas y respuestas luego de la película, como suele hacerse cuando se exhibe un filme ante semejante escenario.
La falta de oportunidad para dialogar en esta materia con la única latina en el gabinete de Obama contribuye al sentimiento de que la actual administración prefiere esquivar el asunto que la película ilustra de manera tan conmovedora.
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