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Pésima gestión de inmigración

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Los defensores del presidente Obama siempre son muy serviciales y me sugieren temas sobre los que escribir. 

Piensan que merece una gran columna el hecho de que Mitt Romney –en una de sus encarnaciones durante las primarias presidenciales republicanas– prometió vetar la Ley DREAM, si sale electo. La ley, que brindaría a estudiantes indocumentados una categoría legal, si asisten a la universidad o se icorporan a las fuerzas armadas, cuenta con el apoyo de más del 80 por ciento de los latinos, según una reciente encuesta de Univisión/ABC/Latino Decisions. 

También quieren verificar que yo me haya percatado de que Romney cuenta con el apoyo del secretario de Estado de Kansas, Kris Kobach, arquitecto de muchas de las severas leyes de inmigración, que son sospechosas desde el punto de vista constitucional y que están surgiendo en todo el país. Kobach, que alardea de estar muy involucrado en la campaña de Romney, recientemente simplificó excesivamente el debate de la inmigración en la Conferencia Conservadora de Acción Política, cuando expresó que "para crear un puesto de trabajo para un ciudadano estadounidense mañana, deportemos a un inmigrante ilegal hoy". 

Finalmente, los defensores de Obama desean enfatizar el hecho de que Romney parece creer que los inmigrantes de hoy en día son inferiores a los que vinieron a estas tierras hace una generación. En su discurso de aceptación tras ganar la primaria republicana de Nevada, Romney afirmó que los inmigrantes del pasado no vinieron aquí "para sacar provecho sin trabajar duro" o en "búsqueda de beneficios gubernamentales". La insultante inferencia es que los inmigrantes de hoy —la mayoría de los cuales provienen de América Latina— sí vienen por esos motivos. 

Todos éstos son buenos temas. Romney —y en menor medida, los otros candidatos para la presidencia, Rick Santorum y Newt Gingrich—se han comportado de manera reprensible durante la primaria del Partido Republicano, mientras procuran los votos de un electorado anti inmigración, que no estoy tan seguro de que represente una porción tan grande de su partido como ellos parecen pensar. He criticado anteriormente a los republicanos por la manera en que encaran este asunto, y lo volveré a hacer. 

Sin embargo, esto es lo que me molesta: Los defensores de Obama quieren que yo mantenga a los latinos centrados en cuán malo es Romney en la inmigración –para que se olviden que cuán malo es Obama en la inmigración. El presidente rompió la promesa priorizar la reforma y ha superado récords al deportar a 1,2 millones de  inmigrantes ilegales. Obama ha sido eficaz en una cosa. Sin embargo, lamentablemente para el gobierno, es algo que muchos latinos consideran un pecado imperdonable: separar familias. 

Familias como la de Felipe y Marie Montes, que ahora mantienen residencias separadas en Carolina del Norte y México —pero no por elección. Según Colorlines.com, que ha seguido la historia de cerca, después de que Felipe fuera deportado, fue difícil para Marie mantener a sus tres hijos. Por lo tanto, funcionarios del Departamento de Bienestar del Menor del Condado de Allegheny se llevaron los niños de su casa, los colocaron en hogares sustitutos temporales y finalmente convencieron a un juez que pusiera término a los esfuerzos de la madre para reunirse con sus hijos. Ahora, en lugar de enviar a los niños a vivir con su padre en México, esos funcionarios quieren ponerlos en adopción. Es la pesadilla de todo padre. 

Si hay villanos en esta historia, parecen ser los funcionarios del condado. Pero fue el gobierno de Obama —y su incumplimiento de una política declarada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, según la cual se permite que los padres que enfrentan la deportación decidan qué debe ocurrir con sus hijos— el que puso esta historia en movimiento. Y muchas otras parecidas. 

El año pasado, un informe del Applied Research Center, que publica colorlines.com, halló que, de enero a junio de 2011, el gobierno de Obama deportó a más de 46.000 padres con hijos nacidos en Estados Unidos. Según ese centro, que presentó un pedido bajo la Ley de Libertad de Información para obtener estadísticas del Departamento de Seguridad del Territorio, la cifra representa más del 22 por ciento de todos los deportados en ese período. Bajo Bill Clinton y George W. Bush —específicamente, entre 1998 y 2007, el último período en que se realizaron estadísticas similares— sólo un 8 por ciento de los deportados eran padres de hijos que son ciudadanos estadounidenses. 

Se pueden realizar todas las encuestas y grupos focales que se quiera para determinar los temas que más importan a los latinos. Se verá que les interesa la educación, la economía, los puestos de trabajo, la asistencia médica y la inmigración. Pero si quieren saber cuáles son los valores de los latinos y lo que más aprecian, la respuesta es simple: La familia. 

Por eso, independientemente de cualquier otra metedura de pata de los republicanos con respecto a la inmigración, Obama nunca arreglará esto. 

 
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