Obama habló muy bien
Pero en sus manos quedó otro cheque en blanco....
(Lea versión en inglés / Read English Version: Obama Spoke So Well)
Han sido pocos los reyes poetas en la historia de la humanidad. Uno de ellos fue el Rey David, quien empezó como un pastor, pasó a poeta y accidentalmente se convirtió en guerrero antes de ser puesto en la incómoda posición de gobernante; después de haber tenido la "buena suerte" de vencer a Goliat, el gigante al que todos en Israel temían.
El presidente Obama tuvo un ascenso al poder parecido. Bajo el hechizo de sus frases grandilocuentes, despertó audiencias, logró que la gente le depositara su voto de confianza y le diera el apoyo político necesario para convertirlo en el elegido de la Oficina Ejecutiva.
Un simple discurso, en una inspirada noche de 2005, lo puso sobre ruedas hacia la Presidencia de Estados Unidos. Así como una serie de buenos discursos lo sacó de las calles de Chicago cuando era líder comunitario para meterlo en el Senado por Illinois, a la edad temprana de 44 años.
Obama, el candidato presidencial, nuevamente inspiró a millones con el poder de sus palabras. Las mismas que le sirvieron para derrotar, hace tres años y medio, a su experimentada contendora, Hillary Clinton, y a candidatos mejor financiados como el republicano John Mc- Cain.
Casi cuatro años al frente del Gobierno –tiempo que algunos llaman "el des- gaste del poder"– lo han ubicado en los niveles más bajos de popularidad, particularmente entre los electores hispanos, según las últimas encuestas sobre su desempeño.
Desempeño, supuestamente enfocado en cosas más triviales, que en escribir buenos textos sobre la generación de empleos, el desarrollo económico y la mitigación del dolor de las familias inmigrantes.
Entonces, su último discurso sobre el Estado de la Unión lo rescató, casi al punto de poner de rodillas a sus más enconados rivales del partido Republicano, ejemplo de ello fue la cálida estrechada de manos que el Vocero de la Cámara le ofreció al finalizar la noche del pasado martes.
Pero una cosa es ser un buen escritor, y hacerlo mejor como orador, y otra muy distinta es desarrollar buenas estrategias, ejecutarlas mejor y entregarlas a tiempo.
En otras palabras, el Rey Poeta también debe presentar la cabeza de Goliat en bandeja de plata. Una figura no precisamente estética, pero al fin y al cabo necesaria y, sobre todo, lo que la gente quiere.
El gran discurso de Obama el pasado martes solo le sirvió para ganar toneladas de buena voluntad (lo que los expertos llaman "capital político").
Ahora, tiene la responsabilidad de cobrar el cheque en blanco que millones de ciudadanos estadounidenses, incluidos los 20 millones de electores latinos, le endosaron el martes.
Sin embargo, señor Presidente, esa gentil aceptación puede tornarse en su más amarga decepción.
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