La promesa incumplida de Obama
Qué cara dura. El presidente Obama está tratando de pasar uno de sus lastres —su manejo cruel, cínico, deshonesto y torpe del asunto de la inmigración— a los republicanos. Tras quebrar su promesa de convertir la reforma migratoria en una prioridad, y tras haber dividido innumerables familias con un récord de 1,2 millones de deportaciones, e intentado engañar a los latinos para que creyeran que la mayoría de las personas deportadas eran delincuentes, cuando los números indican lo contrario, Obama quiere que ahora los latinos crean que los verdaderos villanos son los republicanos del Congreso.
Es una movida audaz para un presidente cuya tasa de aprobación con los latinos ha caído al 49 por ciento, según una reciente encuesta del Pew Hispanic Center.
Obama parece pensar que la mejor carta para jugar es profesar su apoyo a la Ley DREAM, que proporcionaría a los estudiantes indocumentados un camino a la ciudadanía si asisten a la universidad o se enlistan en las fuerzas armadas. Según las encuestas, esa ley cuenta con el apoyo de alrededor del 80 por ciento de los latinos.
Pero siempre hay que ignorar lo que Obama dice y observar lo que hace —o lo que no hace. En su reciente discurso sobre el Estado de la Unión, esto es lo que Obama dijo:
"Recordemos también que cientos de miles de estudiantes talentosos y trabajadores en este país enfrentan otro reto: el hecho de que aún no son ciudadanos estadounidenses. Muchos fueron traídos aquí cuando eran niños pequeños, son totalmente estadounidenses, pero aún así viven con la amenaza de la deportación".
No sólo la amenaza. Bajo el gobierno de Obama, muchos estudiantes universitarios y de escuela secundaria han sido deportados. Otros fueron destinados a ser deportados y sólo escaparon ese destino porque hubo abogados que los defendieron con éxito, medios que contaron sus historias o activistas que los apoyaron.
Obama siguió diciendo:
"Creo con más firmeza que nunca que debemos abordar la inmigración ilegal. Por eso mi gobierno ha puesto más botas de las que nunca ha habido en la frontera. Por eso hay menos cruces ilegales que cuando asumí el cargo. Los que se oponen a la acción ya no cuentan con excusas. Debemos trabajar en una reforma migratoria integral ahora mismo".
¿Por qué el apuro? El presidente tuvo tres años para presionar en favor de una reforma migratoria integral, durante dos de esos años, su partido controló ambas cámaras del Congreso. El nuevo sentido de urgencia proviene del hecho de que estamos en año de elecciones y Obama sabe identificar un tema para la campaña cuando lo ve.
Finalmente, dijo:
"Pero si la política del año de elecciones impide que el Congreso actúe en lo relativo a un plan integral, concordemos, al menos, en dejar de expulsar a jóvenes responsables que desean trabajar en nuestros laboratorios, iniciar nuevas empresas, defender este país. Envíenme una ley que les brinde la posibilidad de ganarse la ciudadanía. La firmaré inmediatamente."
¿En serio? ¿Quién está "expulsando" a estos jóvenes? Es Barack Obama y su gobierno. La rama ejecutiva lleva a cabo la imposición de la ley migratoria, que incluye la deportación de inmigrantes ilegales. El Congreso no tiene nada que ver con ello. Obama tiene el poder, mediante una orden ejecutiva, de re-priorizar las deportaciones para que los estudiantes vayan al fondo de la pila. Ha intentado hacer algo de eso. Y sin embargo, es demasiado poco y demasiado tarde.
Los comentarios de Obama sólo causan efecto si los que los oyen tienen mala memoria.
Se supone que no deben recordar que, durante una entrevista en marzo con Jorge Ramos, de Univisión, Obama insistió en que su gobierno no está deportando estudiantes habilitados por la Ley DREAM, sólo para que Ramos le presentara un video de un estudiante de la Ley DREAM sosteniendo una orden de deportación.
O que, en diciembre de 2010, Obama no hizo nada cuando cinco miembros de su propio partido —los demócratas del Senado, Jon Tester y Max Baucus de Montana, Mark Pryor de Arkansas, Kay Hagan de Carolina del Norte y Ben Nelson, de Nebraska— pararon una versión anterior de la Ley DREAM al negar al líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, los 60 votos necesarios para impedir una posible maniobra dilatoria del Partido Republicano.
¿Fue ésa otra falla de liderazgo de Obama o algo más siniestro? Si esos cinco demócratas hubieran votado con el resto y el Senado hubiera aprobado la Ley DREAM, Obama se hubiera encontrado en la dura situación de tener que firmar una ley controvertida a la que muchos electores se oponen. Los demócratas de la Cámara y del Senado podrían haber pagado un precio en la elección de 2012. Y los demócratas no hubieran contado ya con un asunto para atraer el voto hispano.
¿Y qué si los senadores demócratas que pararon la Ley DREAM estaban sólo siguiendo órdenes?
Si piensan que eso no es posible, entonces son ustedes los que están soñando.
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