Filadelfia: La ciudad de los 'fraternales ganchos de izquierda'
Un tweet, aunque usted no lo crea, me dio la inspiración para esta columna, la primera que trato de escribir en años.
@Xbodies acaba de escribir:
"Frazier se Desploma...!
"Frazier se Desploma....!
"Frazier se Desploma...."
Al igual que en la obra maestra de Marcel Proust, "A la Recherche du Temps Perdú", las tres simples palabras activaron un curioso proceso en algún lugar de mi cerebro:
La pesada puerta de mi memoria parece haberse desbloqueado –como por arte de magia– y una serie de imágenes, dormidas durante décadas, comenzaron a fluir mezcladas con fuertes emociones.
Afloran los recuerdos de infancia, cuando el enfrentamiento épico de dos gladiadores de la era moderna, Mohamed Ali y Joe Frazier, capturó, literalmente, la imaginación del mundo entero, desde el Madison Square Garden en Nueva York, hasta el pequeño pueblo de América Latina en donde yo, un niño que asistía a quinto año de la escuela primaria, y que no sabía nada de boxeo, seguía en un televisor a blanco y negro, con mala recepción en la antena, pero sin parpadear, "La Pelea del Siglo", junto a un grupo de vociferantes adultos.
Yo tenía 11 años, y no tenía ni idea de que, 40 años después, a la tierna edad de 51 años, me vería abrumado de emociones al enterarme de la muerte de un hombre al que nunca conocí, aunque vivió la mayor parte de su vida en una ciudad que yo ahora llamo, como lo hizo él, "My Hometown": Philadelphia; Filadelfia, "Mi Casa".
En muchas ocasiones pasé por su gimnasio, en Broad Street, en el norte de Filadelfia, en donde el amplio frente, labrado en piedra, proclamaba al mundo que La Vieja Gloria de los Pesos Pesados tenía un lugar para compartir con las nuevas generaciones, a través de su deporte, en verdad su filosofía, una filosofía que ahora entiendo mejor:
La vida es como esa saco de dificultades que se golpea con soberbia...
Así debió ser su experiencia. Un día, en el Aeropuerto Internacional de Filadelfia, apurado por alcanzar a tiempo el próximo vuelo, observé de pasada a un hombre afroamericano que se registraba en el mostrador de la aerolínea sentado en la silla de ruedas en que se movilizada Frazier en la etapa final de su vida.
Nunca asocié a este hombre con el Atleta de llamativos pantalones verdes que se atrevió a derribar a 'Goliat' (Muhamed Ali) 40 años atrás, aplaudido por una multitud que lo celebraba como si un nuevo 'David' hubiese nacido.
En aquel momento, era solo un hombre viejo, físicamente incapacitado, con un sombrero grande, la cara triste, según recuerdo, probablemente ese día en busca de refugio en su casa de invierno, al sur de nuestro frío noreste de los Estados Unidos.
O acaso solo iba a tomarse un descanso a su natal Carolina del Norte.
¿Quién sabe? No me detuve a preguntárselo.
Frazier vivió aquí, en Filadelfia, la llamada "Ciudad del Amor Fraternal", y sin embargo, muy pocos de entre nosotros –yo incluido– le prestábamos atención.
Fácilmente yo hubiera podido, por ejemplo, estacionar mi coche un día en frente de ese edificio en Broad Sreet, y averiguar un poco sobre ese "Joe Frazier Gym" que me era tan indiferente. Pero en lugar de eso, lo di por sentado –como la mayoría de nosotros en relación con otras personas que no conocemos– y pasé de largo a toda velocidad, apurado –como todos nosotros– por las presiones de las tareas del día.
Joe Frazier ahora está descansando – ya sin rutinas que lo presionen. No más, gracias a Dios.
El resto de nosotros, que seguimos en la tierra atrapados en nuestras diarias obligaciones, deberíamos utilizar su recuerdo, eternizado ahora por su muerte, para desacelerar un poco y descubrir, en primer lugar, quién fue el hombre, el verdadero Joe Frazier.
Y lo mismo deberíamos hacer, tantas veces como nos sea posible, ayudados por el poderoso gancho de izquierda que Joe nos lanzó esta semana pasada "a la mandíbula de nuestra indiferencia," con el resto de 'ciudadanos ordinarios' que el señor Frazier vino a simbolizar.
¿Qué puedo saber yo?, también un inmigrante ingenuo que acabó en esta Filadelfia que a veces parece la "Ciudad de los Fraternales Ganchos de Izquierda'.
Todo lo que sé es que Frazier llegó un día desde la ciudad rural de Carolina del Norte a una "Metropolis" llamada "Filadelfia", que celebra con más frecuencia a los abogados deshonestos y falsos.
Ahora, aún más, después de leer un artículo en el New York Times sobre el funeral del Sr. Frazier –al que asistieron Campeones de los Pesos Pesados como Mohamed Ali y Michael Spinks– también sé que Filadelfia está siendo percibida como una "ciudad avergonzada" que, tras la muerte de Frazier, finalmente "empieza a tomar conciencia de aquello a lo que no le prestó atención años atrás: que Frazier era un campeón de corazón en los pesos pesados y que merece tanta reverencia y nostalgia como el celuloide llamado Rocky, ese que ha venido a encarnar la imagen de Filadelfia como un lugar de hombres rudos y de clase trabajadora que favorecen la pura fuerza física sobre el Élan".
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